Chica mona en tacones y traje blanco corriendo por una selva prehistórica, acompañada de tío cachas que se las sabe todas y niñitos que dan el punto tierno a la historia. Hasta aquí regular, pero si le añades la resurrección de los dinosaurios de Spielberg te sale un taquillazo de los que hacen época… otra vez.
Parque Jurásico, la primera de la saga, supuso una revolución tremenda en el cine, y confirmó una vez más que los sueños de niño grande del padre de E.T. o Los Goonies estaban en sintonía con una parte importantísima del público, que lo hicieron, además de multimillonario, una leyenda en el cine, que hoy día es tanto como decir en el mundo.
Hablar bien de la cuarta película de una serie tiene su aquel, pero si les digo la verdad Jurassic World es la tercera secuela pero la primera que merece tal nombre por estar realmente a la altura de la original. Por supuesto todo es más: más dinosaurios, más grandes, más listos y más malvados, con más muertos, más dientes, y más efectos especiales.
La película se centra en el parque Jurassic World, que sería la concreción por fin del sueño de John Hammond, el megalómano creado por Michael Crichton en la primera novela y llevado a la pantalla por Sir Richard Attenborough, que consigue que hasta nos caiga bien el que debería ser un personaje odioso por atreverse a jugar a ser Dios… cosa que en realidad la humanidad hace con cierta frecuencia desde hace unas cuantas décadas.
Es un paso más y la película está llena de homenajes a la original, que para muchos de nosotros son en realidad recuerdos de una película que nos impresionó y emocionó notablemente. Lo enfocan como guiños a la idea original que tendría lugar en la isla Sorna. Si recuerdan cómo iba la cosa, en teoría aquella isla había sido arrasada por el ejército en la primera novela, y las secuelas estaban ubicadas en una segunda isla, Nublar, que era donde se “fabricaban” los dinosaurios.
Pues bien, el parque es tan realista que te lo crees. Te imaginas que realmente podría ser así si se consiguiera procesar el adn y recuperar a los dinosaurios, y entra perfectamente en lo previsible: las colas, las aglomeraciones, los niños chillones, los papás impacientes, las atracciones “vivas”… y hasta cierto cansancio por parte de la gente de “bah, un dinosaurio”. Una cosa entre parque temático y zoológico, en que se trivializaría un logro sin precedentes como el de la recuperación de especies extintas. Real como la vida misma.
No deja de tener su aquel que una franquicia como esta, que lleva más de 20 años dando guerra (la película original es del 93… cómo pasan los años…), se hagan críticas al feroz consumismo y el “más todavía” al que nos están acostumbrando. En eso la película tiene un componente muy contradictorio pero que es una lección que habría que aprender, y a poder ser sin que un bicho de 15 metros te coma.
La cuestión es que ayer en la sala de cine no cabía un alfiler. Hacía mucho, muchísimo, que no veía una sala tan llena y eso nos hace reflexionar sobre si se ha perdido la magia del cine o simplemente es que no hacen más que películas chorras. Tampoco es que esta sea Lo que el viento se llevó, obviamente, pero no hablamos de que tengan que ser sesudas reflexiones sobre la condición humana, sino entretenimiento del bueno.
Si al final hay que recurrir a los de siempre. Estoy deseando que a alguien se le ocurra encargar a Spielberg la próxima película de Star Trek. Sería un puntazo
Parque Jurásico, la primera de la saga, supuso una revolución tremenda en el cine, y confirmó una vez más que los sueños de niño grande del padre de E.T. o Los Goonies estaban en sintonía con una parte importantísima del público, que lo hicieron, además de multimillonario, una leyenda en el cine, que hoy día es tanto como decir en el mundo.
Hablar bien de la cuarta película de una serie tiene su aquel, pero si les digo la verdad Jurassic World es la tercera secuela pero la primera que merece tal nombre por estar realmente a la altura de la original. Por supuesto todo es más: más dinosaurios, más grandes, más listos y más malvados, con más muertos, más dientes, y más efectos especiales.
La película se centra en el parque Jurassic World, que sería la concreción por fin del sueño de John Hammond, el megalómano creado por Michael Crichton en la primera novela y llevado a la pantalla por Sir Richard Attenborough, que consigue que hasta nos caiga bien el que debería ser un personaje odioso por atreverse a jugar a ser Dios… cosa que en realidad la humanidad hace con cierta frecuencia desde hace unas cuantas décadas.
Es un paso más y la película está llena de homenajes a la original, que para muchos de nosotros son en realidad recuerdos de una película que nos impresionó y emocionó notablemente. Lo enfocan como guiños a la idea original que tendría lugar en la isla Sorna. Si recuerdan cómo iba la cosa, en teoría aquella isla había sido arrasada por el ejército en la primera novela, y las secuelas estaban ubicadas en una segunda isla, Nublar, que era donde se “fabricaban” los dinosaurios.
Pues bien, el parque es tan realista que te lo crees. Te imaginas que realmente podría ser así si se consiguiera procesar el adn y recuperar a los dinosaurios, y entra perfectamente en lo previsible: las colas, las aglomeraciones, los niños chillones, los papás impacientes, las atracciones “vivas”… y hasta cierto cansancio por parte de la gente de “bah, un dinosaurio”. Una cosa entre parque temático y zoológico, en que se trivializaría un logro sin precedentes como el de la recuperación de especies extintas. Real como la vida misma.
No deja de tener su aquel que una franquicia como esta, que lleva más de 20 años dando guerra (la película original es del 93… cómo pasan los años…), se hagan críticas al feroz consumismo y el “más todavía” al que nos están acostumbrando. En eso la película tiene un componente muy contradictorio pero que es una lección que habría que aprender, y a poder ser sin que un bicho de 15 metros te coma.
La cuestión es que ayer en la sala de cine no cabía un alfiler. Hacía mucho, muchísimo, que no veía una sala tan llena y eso nos hace reflexionar sobre si se ha perdido la magia del cine o simplemente es que no hacen más que películas chorras. Tampoco es que esta sea Lo que el viento se llevó, obviamente, pero no hablamos de que tengan que ser sesudas reflexiones sobre la condición humana, sino entretenimiento del bueno.
Si al final hay que recurrir a los de siempre. Estoy deseando que a alguien se le ocurra encargar a Spielberg la próxima película de Star Trek. Sería un puntazo
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