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lunes, 20 de julio de 2015

El mejor souvenir: el recuerdo

Miluca disfrutando como una loca, como debe ser
Dicen que de tal palo, tal astilla… y no me importaría lo más mínimo. Les cuento: resulta que mi madre se cogió ayer de madrugada un avión para ir a Barcelona a ver un concierto de Juan Luis Guerra (ya no sé cuántas veces ha ido a verlo en directo, pero bastantes), y se volvía esta madrugada. Aunque no la considero ni de lejos una persona mayor creo que ni yo, que tengo un cuarto de siglo menos, me veo haciendo algo así.

Si a eso le añadimos que hace pocos días fue a ver a Sting, que ya tiene entradas para Sister Act y que se apunta a un bombardeo y que tiene gustos tan variados que le permiten disfrutar de un concierto sinfónico o de uno de bachata, mi pregunta es dónde se apunta uno a eso. Admiro ese despliegue de energía ilimitada, que es comparable a la que generan dos o tres centrales nucleares al mismo tiempo.

La cosa le viene por genética, supongo, porque mi abuela hacía igual. Se animaba a cualquier viaje, concierto o excursión que se le planteara, y el mejor regalo de cumpleaños que le hicimos creo que fue la entrada para ir a ver a Isabel Pantoja.

Creo que con los años se aprende que los recuerdos son el mejor “souvenir” que puedes tener. En vez de comprar chilindradas que no sabes dónde almacenar y que encima suelen estar fabricadas en China, es mejor gastarse el dinero en subir en ese coche de caballos que te parece un pelín caro, en entrar a ese museo que a lo mejor te sorprende más de lo que te esperas, en subir a ese monumento o en hacer la ruta en lancha por un canal o un río.

Souvenirs y chilindradas varias
En plan morboso les diré que a veces pienso qué pasará con todas esas chorradas que uno compra por ahí cuando se muera. Para nosotros son recuerdos, pero para terceras personas no son más que objetos, muchas veces sin sentido alguno, y que encima pueden parecer de dudoso gusto.

Tema diferente son las fotos, aunque con la costumbre que tenemos de hacer cientos, si no miles, de capturas de todo por saturación creo que van a seguir el mismo camino que los demás recuerdos absurdos. Quien sabe, quizás alguien fundará un “banco de recuerdos” para las fotos digitales que no sabemos dónde meter y que por razones que se me escapan nos cuesta organizar e imprimir para tener en papel, que es donde realmente se pueden ver con calma echando mano del clásico álbum.

Una imagen vale más que mil palabras, se suele decir, y es cierto. De todas formas, todos los que hemos intentado hacer fotos de algún paisaje sabemos que al final no captas lo que es, y que te sirve para refrescar la memoria pero que la profundidad y la amplitud de lo que tienes delante solo se puede apreciar en persona.

Así que si ustedes van a irse de vacaciones en breve, recuerden este modesto pero creo que útil consejo: no pierdan tiempo buscando detallitos para traer a todo el mundo, si ven algo que les apetezca traer pues vale, pero que no sea una obsesión. E incluyo en ese “todo el mundo” a ustedes mismos. Lo que vale es el recuerdo propio, y si hay algo después, será lo que nos llevemos.

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