Ayer por la tarde disfrutamos de un concierto para el que compramos las entradas en Diciembre, de la gira “Cheek to cheek” de Tony Bennett y Lady Gaga. Una combinación con un punto surrealista en apariencia pero con un resultado magnífico.
Antes de nada hay que aclarar una cosa: el bueno de Tony Bennett tiene 88 años, cumple 89 el mes que viene, y fue el que llevó el peso del concierto, que no es moco de pavo a esas alturas. Aunque se le nota un poco flojo en la voz (solo faltaba que encima la mantuviera intacta) sigue siendo una figura extraordinaria y solo el verlo en un escenario es un homenaje a toda una vida en que, en palabras de Frank Sinatra (con el que tuvo una amistad muy cercana a pesar de su rivalidad musical), ha sido “el mejor en este negocio”.
Lady Gaga, siempre tan discreta Foto de hln.be |
Sin embargo, la sorpresa para mí fue Lady Gaga. Aunque ya había visto el vídeo de “The lady is a tramp” en que canta con Bennett y escuché el disco que grabaron y que dio origen a esta gira (tras alcanzar un inesperado número uno en Estados Unidos), me pilló desprevenido el encanto y la grandeza de esta mujer. Su voz es impresionante, su forma de adaptarse a Tony Bennett cuando este en algún momento hacía algo inesperado fue perfecta, y sus guiños a un público ya entregado de antemano no decepcionaron. Sí, había algunos que íbamos más atraídos por Bennett, pero la mayoría del público (sobre todo el más joven) sin duda iba a ver a la gran diva del momento.
Como un guiño a los belgas, cantó en francés (a ratos al menos) “La vie en rose” y puso de pie a las 5.000 personas de auditorio (incluidos nosotros). La cantó con un look muy “Marilyn Monroe” con traje rosa con lazo y melena rubia platino incluidas, y con un vozarrón digno de admirar.
Nos demostró que, aun respetando sus excentricidades en la forma de vestir (a cada rato se cambiaba de modelito y cada vez enseñando más cacha), es una artista como la copa de un pino y que tiene voz para subir tonos, bajarlos, y para completar o incluso interpretar con éxito ese recitado que hizo de Tony Bennett y de Sinatra los mejores en su campo.
En fin, un conciertazo, con una estrella mítica con ciertos achaques pero que es quien es, y otra en ascenso meteórico que amenaza con quedarse para mucho tiempo. Se le notaba además que sabía con quién estaba en el escenario y las muestras de respeto fueron muchas y muy apreciadas.
Si tienen ocasión, no se lo pierdan.
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