Que la web municipal es el equivalente al muro de Facebook del PSOE es un hecho incontestable. Hace no mucho, concretamente en julio de este año, hablábamos de esto en “Historias desde Lugo” y les ponía como ejemplo la noticia en que mentían a sabiendas sobre las tasas de terrazas en Lugo. A sabiendas porque les demostramos que era falso y siguieron con el “sostenella y no enmendalla”, una fórmula trasnochada que viene del Siglo de Oro y por la que los caballeros, aun conscientes de haber metido la pata, preferían desenvainar la espada que reconocer el error propio. Se ve que hemos avanzando más bien poquito.
Ayer en el Pleno esta política de troskismo virtual provocó una bronca entre el Gobierno y la Oposición, que no aceptaba que les acusaran de echar a la calle a los pobres trabajadores de la grúa y de la ORA (los contratados por Véndex, por cierto) por querer hacer un servicio público y municipal. La verdad es que la nota, ya retirada, era de agárrate que hay curvas, y la propia alcaldesa tuvo que reconocer que no era propia de una web oficial. Eso sí, esa disculpa fue con matices porque explicó que la nota era de su grupo municipal y que la suscribía punto por punto. Es decir, que se pueden opinar las mayores barbaridades siempre que las firme un grupo municipal.
Por supuesto no es lo mismo, y claro que es más grave que esas cosas se pongan en una web institucional que en la de un partido político, pero el fondo del asunto es que la política se ha convertido en una argumentación para tontos, de máximos, en que los partidos no tienen un debate sereno y moderado sino discusiones de bar en que en lugar de tratar sobre el futuro de los asuntos públicos parece que están gritando sobre la final entre el Real Madrid y el Celta de Vigo.
La política va de camino al vertedero, si es que no hace ya tiempo que se está regodeando entre la porquería. El problema surge de que no tenemos en los parlamentos y foros públicos a los mejores sino a los más fieles a las siglas, y así nos luce el pelo. Por supuesto que hay muy dignas excepciones y contamos con representantes públicos dignos de ese nombre, pero en general los tienen ahí como jarrones chinos porque no se atreven a sacarlos (algo de vergüenza torera parece que les queda, por poca que sea) pero tampoco les hacen mucho caso.
Cuando un parlamentario entra en las listas por saber qué culo lamer y en qué momento lo único que estamos generando es un problema nacional de consecuencias imprevisibles, que ahora vislumbramos a pesar de que algo me dice que lo que vemos solo es la punta del iceberg. Nos falta gente preparada, y no entiendan que me refiero a estudios universitarios o doctorados, sino a personas convencidas, dignas, con ideales y que saben en qué partido están militando y qué principios se deben defender, desde sus diferentes puntos de vista.
Por ponerles un ejemplo, es inconcebible que una alcaldesa socialista como Lara Méndez siga defendiendo con tan sospechosa vehemencia el modelo de poner un servicio público en manos de una empresa privada, que además todos nos olemos que puede perfectamente volver a ser Véndex.
Tengo una buena amiga que lleva muchos años navegando en las procelosas aguas del mundo de la construcción y el urbanismo y que me resumió este tipo de cosas en un principio inmutable: “si la postura que defienden no tiene lógica es que hay dinero detrás”. Esto quiere decir que hay veces que las razones reales de una posición no se pueden decir en público, porque son inmorales, inconfesables o incluso ilegales, por lo que se utilizan argumentos de pata de banco (“chorras”, que diría Albert Rivera, que más que maleducado me pareció contenido en su respuesta a MAR, quien ahora va de guay pero al que todos conocemos de viejo).
Lara Méndez me está decepcionando a una velocidad de crucero pasmosa. Su imagen de moderación y trabajo se está empañando a marchas forzadas con este tipo de declaraciones que, de tan partidistas y traídas por los pelos, suenan a falso. Y si ella misma se las cree peor me lo ponen, porque entonces no es tan inteligente como aparentaba.
Espero que al menos tenga la suficiente cabeza como para rectificar… o como para marcharse a su casa antes de hacernos demasiado daño.
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