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jueves, 5 de noviembre de 2015

Alí Babá estaría orgulloso

Martínez votando "en conciencia". Foto de La Voz de Galicia
Hay que reconocer que la Diputación de Lugo no había sido foco de atención como ahora desde hace muchos años. Y lo que nos reímos. Y lo que lloramos.

Gracias a Martínez nos enteramos de que la supuesta “teima” del BNG de adelgazar las diputaciones probablemente se refiere a retirarles cuantiosos recursos públicos para metérselos en el bolsillo, con lo que más que de una dieta podemos hablar del principio de las cuentas comunicantes: lo que sale de una (la de todos) corre a la otra (la de unos pocos).

Esto, evidentemente, es un mal general, ya que el botín a repartir entre los tres grupos en el saqueo de las arcas públicas supone más de un millón de euros, a pesar del recorte al que ha obligado el diputado díscolo, que reduce casi 200.000 euros de gasto. En el bipartito de 2011 la cuenta era de casi un millón cuatrocientos mil euros, con pocas variaciones en cuanto al montante total durante la breve etapa de Elena Candia. Ahora suma 1.129.380 euros, que no está mal, incluyendo una reducción del grupo del PP pedida por ellos mismos, lo cual resulta sorprendente.

Lo grande de la cuestión es que gracias a esto nos enteramos también de que Martínez ha apoyado una reducción que afecta principalmente al BNG en la que le retira siete asesores de los nueve que pretendían. ¡Nueve asesores! ¡Para dos diputados! El PSOE se queda con diez, para un total de 11 diputados, y el PP, grupo mayoritario con 12 representantes, se reduce a tres ayudantes.

Es decir, que el reparto no puede ser más surrealista, incluso con el cambio introducido por la enmienda del PP apoyada por Martínez, que lleva las cosas un poco más a su cauce. Según la iniciativa original nos encontrábamos con que el BNG, con sus dos representantes, tenía el triple de asesores que el PP con 12 diputados. Ahí es nada.

Pero lo más grave del asunto no es eso, sino que si Martínez no hubiera dado el aldabonazo no nos habríamos enterado jamás, y veríamos cómo los nacionalistas usaban las nutridas cuentas provinciales para mantener con la sopa boba a nueve personas a cargo de todos nosotros.

Aquí no pretendo ser demagogo ni contradecir mis propios actos así que para quien aún no lo sepa, les diré que el cargo de “asesor”, tal como lo viví yo, no deja de ser una especie de ayudante o “chico para todo”. Yo estuve en un puesto de ese tipo durante dos años y pico en el Ayuntamiento de Lugo, que supuso mi etapa profesional más divertida (lo pasaba en grande, era un trabajo que me apasionaba) y que dejé cuando Joaquín García Díez renunció a la portavocía del grupo. Me fui para mi casa por mi propio pie, lo cual parece ser que es una rareza tan grande que alguno aún está pensando que soy idiota. Y puede que tenga razón.

Pero a lo que iba, no seré yo quien critique la existencia de puestos de “asesor” a pesar de que el nombre no ayuda a que el público lo reciba bien, pero dentro de un orden. Cuando estaba en el Ayuntamiento para 9 concejales había tres ayudantes: un secretario, una periodista y un “cajón de sastre” que era yo. Y era en el Ayuntamiento, insisto, donde la política es mucho más dinámica como bien saben ahora nuestros queridos gobernantes provenientes de la Diputación.

Lo que no entiendo es que dos personas necesiten nueve asesores. Eso huele a dos o tres currantes y el resto sueldos para mantener gente de partido que “luche por los intereses del pueblo” instalado cómodamente en la sede de la formación. Que nos vamos conociendo.

Martínez está haciendo cosas buenas por los motivos equivocados. Su ataque de cuernos no hace más que evidenciar que hace cuatro años tragó carros y carretas porque él era parte de la banda que saqueaba la Diputación, y si ahora hubieran colmado sus expectativas no estaríamos hablando de esto.

Parece que la traición con traición se paga, pero no nos confundamos, todos están jugando a lo mismo, y si expedientan a Manuel Martínez y lo echan del PSOE le harán un favor, porque durante cuatro años tendrá grupo mixto, es decir grupo propio, y gestionará un jugoso presupuesto con varios ayudantes solo para él.

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