Lugo, 22:15 del miércoles 9 de diciembre.
Desafiando los escasos grados de temperatura que dejan las calles casi vacías, atraviesa la espesa niebla un grupo de lucenses vestidas con traje de gitana y sombreros andaluces. Los escasos paseantes miran ojipláticos la escena, como dudando si es real o se han tomado un par de cañas de más. Al llegar a la Plaza del Campo la tropa deja de cantar y gritar “¡Olé!” para acercarse subrepticiamente al Verruga donde, a los pocos minutos, empieza a sonar a todo trapo “Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va…!”… y entran dando palmas y cantando… y mi madre, Miluca, abre los ojos como si se le fueran a salir de las órbitas… Bienvenidos a esta pequeña feria de abril improvisada, una despedida que los amigos de la calle de la Cruz y algunos más organizaron para mi madre.
Durante más de 20 años el Verruga trajo a Lugo la Feria de Abril de Sevilla, sin nada que envidiar a la original al menos en la parte gastronómica. En la animación y el baile se intenta, pero se hace lo que se puede, no pretendamos tampoco exagerar y decir que esas jornadas eran como ir a la verdadera Feria, que no, pero oigan, menos da una piedra.
Fue pionera en ese tema, de hecho incluso fue criticada por algunas fuerzas nacionalistas que venían a decir que se traían “costumes de fora”, como si fuera algo malo compartir alegrías y los gallegos no tuviéramos centros desperdigados por el mundo cual champiñones. El éxito del tema fue tal que no tardaron en salir otras “ferias”, y de hecho el Círculo de las Artes organiza una anualmente con una afluencia razonable.
Obviamente siempre se hizo coincidiendo con la “de verdad”, es decir en abril o mayo (a pesar del nombre oficioso, que el real es “feria de primavera”, no siempre cae en abril) y este año se suponía que sería la última porque mañana el Verruga cierra por jubilación. Pues no lo fue. Hubo una "extra", la de ayer.
Los amigos de la calle de la Cruz y algunos más (ya sé que es largo pero si digo solo lo primero dejo fuera a gente que también se implicó en esto) decidieron hacer su propia despedida al Verruga y a mi madre como vecina, y organizaron de tapadillo este tema. Con la complicidad de algunas personas consiguieron el traje de gitana de mi madre, y colar un CD de sevillanas en el equipo de música del Verruga, y justo antes de entrar en el local empezó a sonar la sevillana de “algo se muere en el alma…”. La entrada fue apoteósica y las personas que estaban tomando los vinos en la barra en ese momento tuvieron la boca abierta un buen rato. "¿Es una excursión?" "¿es un grupo fugado del manicomio?". Más lo segundo que lo primero, pero si es así, ¡viva la locura!
Redondearon el asunto con una tarta, obra de los amigos de Vanity Cakes, con el cuadro que Patiño pintó del Verruga, reproducido sobre un fondo de traje andaluz y adornado con unas preciosas rosas, lo que emocionó más aún a Miluca, y la cena fue lo que tenía que ser: divertida y bonita.
Porque una despedida puede ser agradable, sí. El Verruga no cierra por quiebra ni por otros asuntos extraños, cierra porque mi madre se jubila. No hay mejor forma de dejar el tema que así, agradablemente y sin deber un duro a nadie. Si eso no es motivo para la alegría ya me dirán ustedes.
Aún quedan dos días, hoy y mañana. De hecho mañana habrá una cena de gala, con platos de los de toda la vida del Verruga, (marisco y especialidades de la casa) que será la despedida del Verruga para siempre. Aprovechando la publicidad poco sutil les digo que si se quieren apuntar queda sitio, y además podrán firmar las últimas páginas del libro de oro del Verruga (que ya es casualidad, le quedan tres libres) en que también estamparon su rúbrica personas como Charlton Heston y otros personajes populares. Es una forma modesta de pasar a una pequeña historia, de esas que conforman la Historia con mayúsculas. Pero eso es mañana viernes.
Hoy lo único que puedo decirles es que no sé cómo agradecer a todos los amigos que ayer tuvieron el detallazo de montar esa “feria de diciembre” para mi madre. Evidentemente se emocionó, como no podía ser menos, y creo que aunque solo sea por los grandes, grandísimos vecinos y amigos que tenemos en la calle de la Cruz, por primera vez empezó a sentir echar el cierre.
Sois lo mejor. Teneros como vecinos, como compañeros, y sobre todo como amigos es un privilegio que solo pueden entender los que estén en esta calle maravillosa, en la que mi madre primero y yo después pasamos nuestra niñez.
De verdad, gracias.
Una noche inolvidable. Lo hemos pasado genial y hemos recordado cuantas ferias hemos pasado en ese maravilloso Restaurante q es el Verruga. Gracias por ser vecinos tantos años. Se os va a echar mucho de menos.
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