Les hablaba ayer de lo difícil que es acostumbrarse a la vida sin perro desde que, aunque sea por breve tiempo, te has adaptado a la vida con una mascota. Tengo que reconocer que, como saben algunos de ustedes, este blog a veces me sirve como terapia de grupo, un poco unidireccional quizás, pero eso es si no quieren participar comentando. Ayer fue uno de esos días en que el monólogo se convirtió en diálogo y recibí muchos mensajes y llamadas de apoyo, cosa que se agradece.
Hoy les voy a seguir hablando de perros a raíz de una noticia que leo en La Voz de Galicia y que dice que “La dueña de un pitbull pagará 11.800 euros a un peatón al que agredió otro perro”. Han leído bien, otro perro fue el que mordió al peatón pero la pagana será la señora en cuestión.
La historia es como sigue: el pitbull se le escapó a su dueña y se enzarzó en una pelea con un Beagle. Durante la reyerta este último mordió a un peatón que pasaba por allí y aunque en primera instancia el juez condenó al dueño del perro agresor, éste recurrió y logró que la condenada fuera la dueña del pitbull por aquello, supongo, de que si no se hubiera escapado e iniciado la pelea su mascota no habría hecho nada. ¿Alguien se cree que el hecho de que el perro fuera un pitbull no influyó en la sentencia? ¿Si fuera un Golden Retriever el juez habría dictado la misma pena a su dueño? Pienso que hay algo de prejuicio… o quizás no sea prejuicio exactamente. Veamos por qué.
Es muy complicado el tema de la peligrosidad o no de los perros. Hay algún pitbull que es un animal manso y cariñoso mientras existen caniches que son unas malas bestias. Les irá en el animal como ocurre con la mayoría de las personas, y supongo que la educación recibida influye más que cualquier otra cosa, aunque esto es de mi cosecha y tal vez algún experto me pueda contradecir.
No soy tan inocente como para pensar que no existen razas de perros más agresivas que otras, y muchas de las personas que se escandalizan porque consideran a su Rottweiler un perro que puede encerrar algún peligro supongo que no tendrán inconveniente en que las personas se paseen con cuchillos jamoneros por la calle o que circules alegremente en un tanque. No es que vayas a usar el cuchillo o disparar el cañón, es que te gusta el tacto del acero y te molan las orugas para andar por carretera.
Tener un perro de determinadas razas es una declaración de intenciones. Evidentemente un pastor alemán puede ser un animal manso o un perro agresivo y peligroso, nadie lo duda, pero hay razas que en sí mismas que se consideran más comprometidas y el simple hecho de apostar por uno de estos animales implica algo. No es que necesariamente el perro sea peligroso, sino que en vez de optar por un animal menos polémico has preferido tener un perro de esas características, que sabes que asusta con su simple presencia y no me creo que no tengas en cuenta eso a la hora de hacerte con él. Tú sabrás por qué.
Sí es llamativo algún criterio para incluir o no a un perro como “potencialmente peligroso”. Por ejemplo, uno de ellos es tener “pelo corto”. ¿Eso quiere decir que un labrador es más agresivo que un Golden retriever? Será que los lametones desgastan más la piel porque otra cosa…
Sin embargo el hecho de que sean perros más musculosos, con el cuello más corto, con determinadas medidas o con la mandíbula preparada para agarrar a su presa, pueden ser criterios razonables para determinar la peligrosidad. Obviamente un yorkshire te puede hacer daño, pero bastante menos que un dogo.
Cuando disfruté de Ducki me llamaron la atención un día por llevarlo suelto. Si vas solo por una zona tampoco no lógico obligarte a atar al animal, pero a pesar de que me cueste aceptar ciertas normas, es lo que hay y acepto que tenían razón. Ya no es cuestión de peligro sino de que no a todo el mundo le gustan los perros y entiendo que nadie tiene por qué aguantar a mi mascota si no quiere.