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miércoles, 11 de mayo de 2016

LA A6 cumple 20 años... No nos va tan mal...

Aunque una autovía tiene más tramos que etapas hay en el Camino de Santiago desde Roncesvalles, podemos dar por bueno que la A6 se inauguró hace 20 años. Dos décadas que reflejan el que supuso probablemente el mayor avance en infraestructuras que ha vivido Galicia, y que rivaliza en importancia con las primeras calzadas romanas o la entrada del tren.

Ayer, en LugoSiRadio, una joven emisora a la que tienen la deferencia de invitarme para una tertulia semanal, compartí micrófono con Paco Villanueva y Jesús Núñez, Alcalde de As Nogais. El punto de vista que aportó este último me hizo darme cuenta de que no todo es bueno para todos por increíble que parezca.

La apertura de la A6 supuso, como decía, un avance extraordinario para Galicia en general y para Lugo en particular, pero no así para los municipios más pequeños que vivían, en gran parte, del viajero que se detenía en sus poblaciones a comer, echar gasolina o incluso a dormir. Recuerden que hablamos de aquellos tiempos en que llegar a Madrid era una odisea (bueno, llegar a Ponferrada ya lo era, el resto era más sencillo) y que si se atravesaba un camión en la Nacional VI te podías tener que quedar a dormir en el trayecto hasta que lo sacaran. Literalmente.

Unos 150 puestos de trabajo se perdieron tras la apertura de la A6, según aproximó el Alcalde, y eso en un municipio de unas 1.200 personas es una barbaridad. Obviamente toda decisión tiene pros y contras.

Quizás la apertura de una infraestructura de este tipo debería traer aparejadas medidas de apoyo a los pequeños municipios a los que va a perjudicar, estudiando detenidamente cada caso, porque no todos son iguales. Por ejemplo, para pueblos como Miño la construcción de la AP9 fue un mazazo relativo porque son destino final y desde que les abrieron su propia salida es una ventaja indiscutible, no un daño (salvo para las marismas de Miño, que se las cargaron, con lo bonito que era aquel paseo entre los árboles).

La orografía, esa justificación por la que en España hemos estado siempre arrinconados, es una excusa bastante barata. Los alemanes cruzaron los Alpes hace muchas décadas sin despeinarse y no hay comparación. La cuestión es que Galicia está en un rincón de camino a ninguna parte y la población no es lo bastantes significativa como para inclinar la balanza electoral, y ahí tienen la mayor de las razones de por qué hemos quedado de últimos en los listados de casi todo.
 
Mapa de autovías y autopistas. El Faro de Vigo
Sin embargo también hay que reconocer que en los últimos 20 o 30 años esta tierra no es reconocible. La autopista AP9, las autovías A6 (la que conectó por primera vez Galicia con el mundo por una vía digna), A8 (que nos une con toda la costa norte), y A76 (que cierra el círculo desde Benavente hasta Vigo), el proyecto de la A52 entre Lugo y Santiago, y a la que curiosamente veo menos urgencia que a la más arrinconada aunque proyectada autovía entre Lugo y Orense, y la extraordinaria mejora de las carreteras convencionales han supuesto un esfuerzo titánico que ha convertido una tierra de corredoiras y caminos en autovías y carreteras.

¿Que falta mucho? Bueno, quizás no tanto. Ahora nos estamos empezando a centrar en el tren porque realmente entendemos que la red de carreteras no está nada mal. Faltaría en mi opinión una autovía que conecte la A8 con Ferrol para dar servicio a todo el norte de Lugo (entre Barreiros y Vicedo) e, insisto, unirnos con Orense por autovía, incluso antes que por Santiago ya que por el coste de la autovía quizás se podría rescatar y eliminar el peaje de la AP9, pero eso ya está decidido así que no removamos lo que no merece la pena remover.

Tenemos la costumbre de dar por supuestos los esfuerzos realizados y pedir otros nuevos. Es lógico pero también hay que sentarse a veces a mirar qué coste tienen las cosas y lo que podríamos hacer con ese dinero.

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