La objetividad a veces es una putada, hablando mal y pronto. Por ejemplo, hoy me he tronchado viendo la última campaña de la Real Academia Española de la Lengua, una entidad a la que respeto profundamente a pesar de que su director, Darío Villanueva, dista mucho de caerme bien. De hecho tuvimos un encontronazo cuando yo estudiaba en la Universidad de Santiago que él probablemente no recordará pero yo sí, a cuenta de un partido de fútbol benéfico, pero eso es otra historia.
Como les decía, la campaña en cuestión es genial. Se basa en la estupidez que supone que nos suenen mejor términos en inglés que en castellano, y la explotación que de eso hace el mundo de la publicidad.
Les voy a enlazar a continuación el vídeo de la campaña. Les recomiendo verlo antes de seguir leyendo, que si no pierde toda la gracia. Si fuera lo bastante pijo les pondría “¡Atención spoiler!”, aunque bien mirado lo acabo de hacer.
Les voy a enlazar a continuación el vídeo de la campaña. Les recomiendo verlo antes de seguir leyendo, que si no pierde toda la gracia. Si fuera lo bastante pijo les pondría “¡Atención spoiler!”, aunque bien mirado lo acabo de hacer.
Vean el vídeo y luego seguimos...
¿Qué les ha parecido? A mí me gustó muchísimo, particularmente lo de “swine”, “una fragancia a granja de cerdos que penetra hasta in your dreams”.
Tiene toda la razón la Real Academia. Utilizar palabras en inglés o en cualquier otro idioma (no hago hincapié lo de la tontada del sorpasso porque cada vez que hablo de política pierdo lectores) porque tiene mejor sonido que el propio es una chorrada. Otra cosa es que hablemos de términos de nuevo cuño, pero difícilmente no exista forma de decirlo en español.
Quizás sea justificable que se agreguen términos como wifi o Internet por ser inventos recientes, pero la propia R.A.E. también tiene vergüenzas que esconder. Son perfectamente válidas palabras como “apartotel”, así sin h ni nada, porque es la traslación, que no traducción, del término en inglés. Lo mismo ocurre con “yin” y “bluyín” (jean y blue jean) o guachimán (watchman o vigilante de barcos).
El lema de la Real Academia es “limpia, fija y da esplendor”, pero no es que estén muy manos a la obra que digamos en lo que a esos absurdos anglicismos se refiere.
El conceto es el conceto
Fijar fijarán, no les digo que no, pero no es que anden muy acertados con lo de “limpiar” y “dar esplendor”. Supongo que no se lo imaginan, pero decir que “mi abuela hace las almóndigas asín” es perfectamente correcto según el diccionario de la R.A.E., por mucho que el Word nos lo subraye en rojo. Nos cachondeábamos de Manquiña por decir aquello de “el conceto es el conceto”, pero resulta que él tenía razón y nosotros no, está aceptado para pasmo de propios y extraños.
Otras como “albericoque”, “descambiar”, “otubre”, "murciégalo", "madalena", "moniato", "vagamundo" y "dotor" también vienen recogidas en el Diccionario de la R.A.E. Como vulgarismos en muchos casos, pero vienen.
¿Ha de decir la Real Academia lo que es correcto y lo que no o simplemente se tiene que reducir a hacer de notario de la realidad? Difícil decirlo, pero parece que no tiene mucha lógica que una falta de ortografía común se convierta en norma. Si es así pronto tendrían razón los que dicen “habeces” por “a veces”, falta que me pone de los nervios o, peor aún, “haber si vamos juntos” en lugar de “a ver si vamos juntos”. Para hacerte arrancarte los ojos.
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