En la batalla |
El sábado en el
Museo del Ferrocarril de Monforte tuvo lugar una recreación
histórica espectacular, aunque lo de “recreación” es más por
la época que por el acto en sí, ya que lo que se reprodujo nunca
tuvo lugar históricamente. Era el supuesto asalto a un tren de oro
nazi que huía de Dusseldolf camino a Berlín durante la invasión
aliada de Europa en la II Guerra Mundial, cosa que jamás sucedió.
Al evento acudimos
bastantes curiosos, calculo que unos 1000 como mínimo, y por una
módica entrada de 3 euros podías ver de cerca muchas cosas, como la
joya de la corona del Museo, una locomotora Mikado totalmente
restaurada y en perfecto estado de funcionamiento. Impresiona estar
de pie al lado de ese monstruo de acero.
El Mercedes de José Ramón |
La recreación estuvo
completada con la participación de varios vehículos como tanquetas,
motos con sidecar, incluso un tanque y dos Mercedes de época, uno de
ellos uno descapotable perteneciente a la colección de José Ramón
(de la pastelería Madarro), y que fue de lo que más llamó la
atención, rivalizando en protagonismo con la propia Mikado, que ya
es decir.
La representación
también sirvió para grabar un documental. En la primera parte del
mismo una serie de paisanos de la zona huían en el tren de la ciudad
ante la amenaza de las tropas americanas, y compartían convoy con el
oro alemán que se dirigía a Berlín para su mayor protección. Hubo
detenciones de aliados que pretendían volar el tren y de ciudadanos
que no tenían la documentación en regla (aquí el único fallo que
vi de la representación es que uno se iba partiendo de risa mientras
lo detenían, cosa poco creíble). La segunda parte, en otra zona del
museo, fue una batalla entre los defensores del tren, los nazis, y
los americanos que por supuesto acabaron ganando. No sería plan de
que vencieran los malos. En esta segunda parte había incluso un
tanque y pirotecnia como para dejar sordo a cualquiera. Parecía que
estabas en medio de una película.
Si les soy sincero me
sorprendió que hubiera tanto público por lo inmovilistas que
solemos ser, pero por otra parte me llamó la atención que hubiera
tan poco pensando en el esfuerzo que debió suponer montar todo
aquello. Bien es cierto que si hubiera más gente no tendría dónde
meterse, porque no tuvieron la previsión de poner unas gradas para
que todos pudiéramos ver bien la representación. Supongo que por
cuestiones económicas.
Me gustan los
ferrocarriles y me gustan los museos del ferrocarril. El de
Ponferrada tenía unas piezas espectaculares, aunque las últimas
veces que pasé por allí no las vi, no sé si están de reformas o
algo (tampoco entré, solo pasé por delante, pero se ve el interior)
y el de Madrid, en la estación de las Delicias, tiene entre otras
curiosidades un vagón restaurante antiguo en el que puedes tomarte
un café en un entorno llamativo y por poco dinero. Para ser Madrid,
claro.
Las patrullas vigilando el convoy |
Siempre que veo cosas
con cierta solera, como las antiguas locomotoras de vapor, los
espectaculares vagones de madera, la estética inigualable de los
coches de época, e incluso los edificios que ya peinan canas, me
pregunto si la humanidad ha avanzado en cuestiones visuales o vamos
hacia atrás. No conozco ningún coche de hoy en día que se pueda
siquiera aproximar a la elegancia y la clase del Mercedes que
custodia José Ramón, ni un AVE, por práctico que sea (que lo es)
se asemeja en lo más mínimo a esos vagones-museo que visitas con
veneración por lo antiguo.
Los civiles huyendo de la batalla |
Probablemente muchos
cambios se deban a la aerodinámica y esas cosas, no se lo discuto,
pero permitan que eche de menos la elegancia de diseños de hace casi
cien años que nos dan sopas con hondas. Incluso, dejando a un lado
ideologías y cuestiones morales (aunque no sea fácil), hay que
admitir que los nazis en esto sabían lo que se hacían, y no en vano
gran parte de sus uniformes los diseñó Hugo Boss. En la
representación había un puesto de complementos de época, y si no
fuera porque mi estómago no me permite ponerme una gorra con una
esvástica, me habría traído una de los alemanes.
En fin, felicidades
al Museo del Ferrocarril de Monforte de Lemos, a la coruñesa
Asociación The Royal Green Jackets (que colaboraron con el tinglado)
y a todos aquellos que hayan tenido algo que ver. Ha sido memorable.
Alégrome de poder ler unha crónica e de saber que houbo xente. Unha mágoa non poder ir (falta de transporte no meu caso), a ver se hai algunha recreación mais por estos lares a cal acudir...
ResponderEliminar