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lunes, 20 de febrero de 2017

El cartel sí que es una carnavalada

Si pensábamos que en San Froilán nuestro sentido del ridículo colectivo había alcanzado sus más altas cotas y la estética lucense había tocado fondo con el cartel de las fiestas nos equivocábamos. Aun había margen para ir a peor y el nuevo anuncio de las fiestas de Carnaval ha batido todas las marcas en cuanto a la moderna técnica del “cortar y pegar”.

El bodrio con que se promocionarán estos días de desenfreno es una cosa hecha con bastante poco gusto, basada en líneas de colores casi aleatorios (el “casi” es intencionado) y unas figuras superpuestas con menos armonía que dos hipopótamos bailando un vals (salvo los de Fantasía, por supuesto).

Destacan algunos guiños más descarados y otros ligeramente menos visibles en un primer momento. Por ejemplo, en la parte central es bastante obvia una bandera republicana, destacada con bastante poca sutileza entre colores sospechosamente más apagados que los demás. La combinación de tres elementos colocados en el mismo orden no parece casual, y probablemente si esa bandera representara el franquismo habrían salido voces a punta pala a atacar la provocación. Lo más triste es que seguro que han pensado que eran inteligentísimos “deslizando” una cosa tan groseramente obvia.

Otro de los elementos llamativos es que se considere el traje regional gallego un “disfraz”. Entiendo, por los brillos, que debe ser tal cosa en esa foto, y probablemente esa falda no sea de tela sino de plástico, deduciéndose además del conjunto que todos son disfraces confeccionados con materiales reciclados, que es “súper guay”. Sin embargo, siendo la concejalía de Cultura, turismo y protección de la lengua, y haciendo como se hace gala de una defensa poco menos que talibana de ciertos asuntos (por ejemplo la concejala brama cada vez que alguien dice que nos "disfrazamos" en Arde Lucus), es llamativo el cachondeo sobre la vestimenta tradicional de nuestra tierra. A mí me ha sorprendido, la verdad, si bien tampoco es que me haya escandalizado.

Estos temas son cuestiones menores, si les soy sincero. Me pasa lo mismo que con el cartel de Coruña en que sale un monigote disfrazado de Papa y que ha causado que nuestra convecina Aurora Carro haya demandado al ayuntamiento herculino, cosa que no me cabe en la cabeza. El carnaval se supone que ha de tener un punto de transgresión, de ruptura, de exceso antes de las penitencias de la cuaresma (como si siguiera respetándose ese periodo de sobriedad y recogimiento, que aquí lo que nos va es la jarana, pero esa era la idea original), y tomarse en serio esas supuestas “ofensas” es una tontería. ¡Anda que no hay cosas serias de las que preocuparse!

El problema de este cartel, creo yo, no es ni la referencia al traje gallego ni la bandera republicana, es su cutrez. Es feo, soso a pesar del colorido y más vulgar que el reguetón. No parece un anuncio digno del carnaval de una ciudad, sino más bien el de una orquesta pachanguera de los años ochenta.

No tengo ni idea de si ese cartel ha ganado algún tipo de concurso, si lo ha elegido un jurado “profesional” o si han cogido el que sobraba de las fiestas de 1.985 de Rabanillo de la Fuente, pero francamente espero que al menos no nos haya costado ni un euro a los lucenses porque eso encima sería lo más triste.

Para intentar compensar la cagada, ahora nos endosan al “pueblo”, considerando como “pueblo” a los que tienen Facebook (toma democracia) la elección del cartel para el próximo Arde Lucus, una táctica más que hábil porque si vuelven a meter la gamba nos podrán echar la culpa a todos, así en plan solidario y cooperativo.

Desde luego para lo de Carnaval ya llegan tarde, y muestra de su poco gusto es también el programa, tanto por su más que pobre contenido como por su espantosa elección de colores, que dañan a la vista del pobre lector que quiera enterarse de lo que hay esos días.

En fin, que hay que felicitar al Ayuntamiento. Pensamos que no sería capaz de superar lo de San Froilán pero lo han hecho. Es algo digno de mención.

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