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jueves, 13 de abril de 2017

La vieja cárcel



Lugo cuenta con un nuevo centro cultural: la vieja cárcel. Un maravilloso espacio limpio, amplio, céntrico... y vacío. Se une a las demás estructuras de la ciudad, que hay que dotar de contenidos, lo que no es sencillo viendo la no por no esperada menos triste experiencia del MIHL, un fracaso tanto de público como de utilidad.

La vieja cárcel tiene muchas ventajas frente al museo de Frigsa, siendo la más importante de todas su ubicación. También cuenta con coquetos espacios en las celdas, respetadas con exquisito gusto y que pueden dar mucho juego si se utilizan correctamente.

Una forma de darles contenido podría ser ceder su uso a particulares y entidades del mundo de la cultura. Incluso a empresas, sí. Podrían servir tanto de oficinas para asociaciones de ese ámbito como, más bonito todavía, talleres para los artistas. Imaginen un pintor en una celda, una escultora en otra, la tercera dedicada a un ceramista... todas ellas cedidas gratuitamente con un único compromiso: permitir que los visitantes observen su actividad desde la galería. Podría ser precioso... ¡y útil! Las demás salas se podrían utilizar para exponer el resultado de la actividad de los artistas que trabajen en las celdas, y además sería un espacio común, un punto de unión. Hasta se podrían plantear fórmulas de autogestión para los interesados, hay mucho que hablar sobre esto.

La reforma de la vieja cárcel ha costado 5,7 millones de euros, una cifra notable si tenemos en cuenta que el presupuesto para reformar el Hospital San José es de tan solo 3 millones y la extensión es sensiblemente mayor, pero lo importante ahora que ya está el dinero gastado es ponerlo a funcionar. Que no sea otro desastre como el MIHL.

Artículo publicado en La Voz de Galicia del 12 de abril de 2017

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