El ¿último? acto de la tragicomedia del PP en Lugo

La política es percepción. Uno puede ser un fenómeno en gestión, contabilidad y recursos humanos pero si el votante no tiene una sensación de empatía, de competencia o de admiración (no necesariamente todos los requisitos al mismo tiempo) se pierden votos como monedas en un bolsillo agujereado. El corolario de este principio es que aunque seas un zote si caes bien puedes arrasar en unas elecciones, ya que el pueblo no vota normalmente con la cabeza sino con otras partes del cuerpo (corazón o hígado, según estén las cosas).

Lo que se percibe desde fuera del PP, y más concretamente de su grupo municipal, es que los cuchillos que se afilaron durante la pugna por la presidencia provincial entre Raquel Arias y Elena Candia no volvieron a sus fundas desde aquella y hoy día se siguen trasegando navajazos y puñaladas por doquier. Los elegantes golpes de florete quedan fuera de la ecuación porque sobran mamporreros y faltan esgrimistas.

Jaime y Quique se saludan con cara de circunstancias
Foto: El Progreso

El último escenario de la tragicomedia que supone la autodestrucción del PP en Lugo tuvo lugar ayer, en la comisión de economía del Ayuntamiento de Lugo donde se dio la paradoja de que el portavoz (Antonio Ameijide) votó una cosa y dos de sus compañeros (Jaime Castiñeira e Isabel Devesa) otra diferente. El tema en cuestión, para mayor fantasía, era la separación en el orden del día de un asunto que afecta personal y directamente a un miembro de su propio grupo, ya que estaba en cuestión desglosar en el orden del día la votación de la dedicación exclusiva de Quique Rozas de un par de asuntos como las subvenciones nominativas.

Como suele suceder en estos asuntos hay dos versiones. La primera, que sostiene el actual portavoz del grupo, es que el orden del día lo dicta el gobierno y que la costumbre es abstenerse en estas cuestiones de trámite. Además, la disciplina de voto que impera en los partidos no permite que los concejales vayan por libre y se separen del criterio que marca el cabeza de grupo entre otras cosas para no hacer el indio como sucedió ayer.

Por la contra, Jaime e Isabel consideran que las votaciones hay que razonarlas y los cambios hay que justificarlos, y como quiera que la concejala Ana Prieto como único motivo para el cambio del orden del día alegó “razones políticas”, no lo consideraron suficiente y votaron en contra. Este mismo argumento es el usado por Olga Louzao, de Ciudadanos, lo que otorga credibilidad a la versión de la falta de motivación para el cambio.

En cualquier caso tanto unos como otros están quedando fatal. Jaime parece morir matando y no es una postura demasiado elegante cuando sabes que le estás haciendo la puñeta a un compañero de filas, con quien te llevas regular tirando a mal como es público y notorio pero que tú mismo has elegido llevar en tu lista (recuerden que Jaime fue el que la confeccionó, si se dejó presionar es cosa suya). La posición de Quique, por otra parte, es complicada de sostener con el argumento de “prietas las filas” cuando él mismo protagonizó un sarao similar el día que abandonó el pleno para no votar a favor de la incorporación de su entonces camarada Juan Carlos Plaza al consejo de administración del CD Lugo…

Quique dejó el pleno para no votar a favor de un compañero
Foto: La Voz de Galicia

Cuando Rozas dejó en la estacada a sus compañeros Jaime le dedicó cariñosos calificativos como “verdugo” o “desleal”, y aquella situación dio pie a desencuentros continuados que ayer fueron vengados en donde más duele, la cartera. Por lo visto Quique ha tramitado ya su salida provisional de su puesto de funcionario para incorporarse a jornada completa al grupo municipal y ahora su “paga” puede retrasarse tras la votación de ayer.

En este caso se puede decir eso de que “quien siembra vientos recoge tempestades”. Aplíquenlo a quien quieran, porque hay para todos.