El artículo en cuestión |
Recientemente un tal Eduardo Lorenzo escribió un artículo en el “Xornal mariñán” de Sada, titulado “La homosexualidad es pecado” en que la sitúa a la par con el “incesto o la poligamia” aunque al menos tiene el detalle de dejarla “éticamente en un plano más elevado que el bestialismo o la pedofilia” (¡qué majo!). También explica que es “poco democrático” que haya que aceptar el desfile del orgullo gay, que se ve que le molesta enormemente.
Habla el leguleyo de un “lobby gay”, y si entendemos como tal un grupo de personas que lucha por los derechos de personas cuya única característica común es que les atraen los de su mismo sexo tiene razón. Lo malo es que no es consciente de que él es parte de un “lobby antigay”, que es algo infinitamente más triste porque mientras unos piden derechos los otros pretenden cercenarlos, cosa que está muy fea y más quien se supone que es un defensor de la ley.
El Presidente de la Asociación de Empresarios de Sada, que edita esa publicación, defiende al autor del texto y el artículo, que califica de "valiente y correcto" y que no le parece ofensivo ni siquiera por algunos términos usados, ya que por lo visto dice que "Maricón aparece en el diccionario".
Más allá de entrar en la moralidad del artículo, que entiendo que ya se califica él solito, me gustaría reflexionar sobre la hipocresía de estos señores. El sábado pasado la asociación que ampara esto montó un desfile con tambores y con gente disfrazada, pero se ve que no les pareció mal porque no era de “maricones” sino de romanos y celtas del Arde Lucus, la fiesta lucense. Nos agradecieron enormemente haber “revolucionado” el pueblo, así que se ve que la alteración no es lo que les fastidia.
Por no poner a terceros de ejemplo uso esta foto. ¿En este caso que un hombre use faldas sí les parece correcto? |
¿Qué diferencia hay entre el orgullo gay y cualquier fiesta? ¿Hay “desfiles llamativos buenos y desfiles llamativos malos”? ¿Es la antigua Roma superior moralmente a la homosexualidad? ¿Acaso no podría ofenderse alguien por celebrar la invasión de un imperio sanguinario que dominó el mundo conocido durante siglos? Por cierto, que los griegos no eran los únicos en divertirse con los de su mismo sexo, y el emperador Adriano fue uno de los más notables “maricones” de esa Roma que estos señores no tienen reparo en celebrar.
¿Les parecería razonable que calificáramos a estos dos personajes como “hijos de puta” por organizar el follón? Tengan en cuenta, antes de alterarse, que siguiendo sus propias indicaciones para ellos el término no es insultante, ya que “hijo de puta” viene en el diccionario de la RAE con la acepción de “mala persona”, y qué quieren que les diga, en esta ocasión han demostrado merecer tal calificativo.
Lo que cada uno haga con su vida es asunto suyo, y si quiere salir a la calle a celebrarlo y a ustedes les molesta (salvo que sean romanos, claro) les recomiendo que se encierren en la caverna de la que nunca deberían haber salido y dejen a los demás vivir su vida.
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