Lara Méndez ha dado el pistoletazo de salida. Nos quedan casi nueve meses de tortura electoral. Foto: La Voz de Galicia |
Se inicia el curso político a lo grande, con entrevista a página completa de la Alcaldesa de Lugo en La Voz de Galicia, en que anuncia que se volverá a presentar a la reelección. Bueno, hablando con propiedad en realidad no “se volverá a presentar” ni habrá “reelección” (en el sentido del voto directo de la gente, ya me entienden), ya que lo hará por primera vez a ese cargo, porque en 2015 la idea era que ella fuera Presidenta de la Diputación pero la caída de Orozco la convirtió en “alcaldesa por sorpresa” y a Darío Campos le tocó la lotería con una presidencia con la que no contaba ni él, tras el sainete que todos recordamos con Martínez y que aún dará mucho de sí. O mucho de no, según se vea.
Han pasado casi tres años y medio después de lograr la inesperada alcaldía. De hecho hemos de recordar que ni siquiera era el “plan B” del PSOE, que pretendía que fuera Santín quien tomara las riendas del Ayuntamiento tras defenestrarse Orozco, aunque la legislación electoral no permitía la maniobra que pretendían, por lo que acabó la cosa como está ahora.
Comienza hoy en la práctica la campaña a las Municipales de 2019. Será una carrera larga, compleja y me parece que sucia. Los “trolls” de las redes sociales aumentarán exponencialmente (ya han empezado, de hecho) y vendrán a traernos cantos de sirena. Les recomiendo que apunten hoy mismo en un papel a quién votarían y por qué, y dentro de unos meses, cuando tengan que ir a las urnas, lo relean para ver si siguen de acuerdo consigo mismos. Es una forma de no dejarse marear por las campañas de los últimos meses.
Hace un par de años escribí un artículo titulado “Quo vadis, Lara?”, que he releído para escribir éste y la verdad es que podría volver a publicarlo con fecha de hoy y no habría que cambiarle más que un pequeño detalle: donde se habla entre las tareas pendientes de la vieja cárcel, a la que habría que añadir delante las palabras “la cafetería de”, ya que el centro está abierto pero funcionando a trancas y barrancas, sin contenidos excesivamente dignos de mención.
Entre los problemas que mencionaba en octubre de 2016 estaban los siguientes: “el Garañón, la antigua cárcel, el cuartel de San Fernando, el ciclo del agua, la grúa, el sistema ORA, la operación Pokemon, el MIHL, Carmen Basadre, el tráfico, los ineficaces aparcamientos subterráneos públicos, la paralizada renovación de las ordenanzas de publicidad, ruidos o convivencia, los inacabables gastos (que no inversiones) en informática sin que sigamos sin librarnos del papel, la diferida biblioteca de la Piringalla, la caída libre de la limpieza desde la huelga de Urbaser, los conflictos de personal..., y ahora el nuevo lío de la escuela municipal de música”. Saquen lo que les decía de la cárcel y el resto sigue igual, o peor como el tema de la limpieza en una ciudad que últimamente está sucísima.
Es el resumen de un mandato que solo ha servido para arrancar hojas del calendario. Ni playa fluvial, ni peatonalización de la ronda, ni finalización de la plaza de abastos (cuya planta inferior sigue metiendo miedo)… Podríamos seguir, pero para qué si ya saben todos ustedes lo que hay.
En aquel artículo terminada diciéndole que “El tiempo corre y tu innegable encanto te puede comprar más margen de maniobra, pero nada más. Es el momento de ponerse a trabajar en serio. Se acabó el entrenamiento”. Se ve que o no lo leyó o no consideró oportuno hacerme caso porque si alguien piensa que es fácil que en los ocho meses que faltan hasta las municipales se pueda dar la vuelta a la tortilla es que vive en Fantasilandia.
Bien es cierto que las observaciones que hacía de aquella a la oposición siguen siendo igual de válidas que las del gobierno. Cinco grupos políticos de los que oposición, lo que se dice oposición, solo hacen uno (Ciudadanos, aunque con escaso éxito salvo lo de los carteles-denuncia si es que han sido ellos como se rumorea) y medio (el PP, que está todavía demasiado enzarzado en sus cosillas internas). BNG y Lugonovo, cómplices de la situación que vive Lugo ya que fueron ellos los que auparon al gobierno con sus votos, critican con la boca pequeña y son parejos a los anteriores pero desde el ala nacionalista. El BNG intenta navegar entre las aguas de la incoherencia que supone sostener un gobierno que intenta desacreditar y Lugonovo está ahí, con sus peleas intestinas que me da que no van a poder solventar antes de las municipales, por muchas ganas que tengan de pisar moqueta. Carlos Portomeñe, como siempre, sigue siendo un verso libre al que últimamente no se le ve el pelo pero que siempre aporta a los plenos un punto de crítica ácida y mordaz sólidamente construida que se agradece.
Y así seguimos en Lugo. Menos mal que la maquinaria administrativa funciona más o menos sola, porque si tenemos que esperar a que la dirección se encargue de la buena marcha de la ciudad estábamos listos. Eso sí, funciona a medio gas. Como Lugo desde hace muchos, muchos años.
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