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lunes, 22 de octubre de 2018

¡Ojalá Felisa López acabe en la cárcel!

Le preguntaron a Pablo Picasso qué es arte, y su contestación fue “¿qué no lo es?”. Tenía razón, porque supongo que en su momento sufrió incomprensión de quienes no valoraron su obra como pasa muy a menudo. Lo que para unos era una genialidad para otros era “arte decadente” que no podía compararse a Velázquez o Goya. Todo depende de los puntos de vista.

En esto, es muy difícil hablar en términos absolutos, ya que por ejemplo yo soy incapaz de ver qué tiene de bueno mucho del arte actual que se nos vende como “genial”. Una línea con unos puntos sobre un fondo blanco puede ser muy inspirador para algunos, pero para mí no tiene mayor significado, y aunque no me atrevo a condenarlo demasiado a la ligera, reconozco haberlo hecho en ocasiones porque creo que hay un componente de tomadura de pelo bastante grande en algunas presuntas obras maestras. Lo complicado es separar el trigo de la paja así que me ciño simplemente a diferenciar lo que me gusta de lo que no.

Todo esto viene al caso por una exposición que se inauguró el viernes en la sala Nova Rúa, en que dos artistas aúnan sus esfuerzos para hacer una muestra conjunta. Uno de ellos es Baldo Ramos, cuya obra es ya bastante conocida, y la otra Felisa López, que comienza ahora su andadura y es su primera exposición… y en quien me voy a centrar.

Baldo Ramos y Felisa López

Lo que hace Felisa es tan aparentemente sencillo como impresionante: dobla páginas de libros. Dicho así no parece gran cosa pero tampoco es que suene muy impresionante que alguien pasa pelos con pintura por una tela y es la esencia de Las Meninas. La diferencia está en que unos hacemos garabatos y otros arte. La comparación con lo que hace Felisa va por ahí.

La belleza de dar nueva vida a unos “libros deshabitados” (así se llama la exposición) y utilizarlo como materia prima para convertirlo en otra cosa es difícil de explicar. Felisa los convierte en auténticas maravillas que solo se obtienen con la paciencia, la habilidad y ese “je ne sais quoi” que tiene la gente que sabe transformar objetos sencillos en obras únicas y que tanta envidia hace sentir a los que, como yo, somos incapaces de crear nada con las manos.

El mérito está no solo en la destreza que tiene para crear obras diferentes, sino en que obtiene el resultado que desee. Es decir, no es que empiece y “a ver qué sale”, es capaz de obtener un resultado previamente meditado y eso se demuestra viendo que ha conseguido dar una tercera dimensión a los cuadros de Baldo Ramos y eso no es nada fácil porque son obras abstractas muy complicadas de pasar a la técnica de Felisa. Lo hace con una impresionante exactitud que solo se aprecia si tienes ambos elementos delante al tiempo, como podrán comprobar si visitan la exposición. No se la pierdan. 

Copiar una obra abstracta y darle una tercera dimensión no es sencillo. Felisa lo logra.
Cuando les hablé de la vieja Cárcel y su reforma les mencioné de pasada que había una chica que hacía auténticas obras de arte doblando páginas de libros y esa persona era Felisa. ¡Ojalá Felisa López acabe en la Cárcel! Ojalá algún día ocupe su celda, la celda 33 y que desde allí pueda tener un taller fijo que le permita continuar con su peculiar, llamativo y apasionante arte.

Por ahora ya ha conseguido su primera exposición, y en una galería privada que siempre es más difícil porque para arriesgar tus cuartos tienes que ver algo interesante. Lo han visto porque lo es. Insisto, no se la pierdan.

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