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miércoles, 5 de diciembre de 2018

Amordazados con (nuestro) dinero

Presentación de una campaña de "dinamización" del comercio, mientras las luces se encenderán el 14 de diciembre

Publicaba El Progreso un valiente y objetivo artículo salido de la pluma de la siempre interesante Carmen Uz en que ponía en tela de juicio la representatividad de la todopoderosa Federación de asociaciones de vecinos, una organización que se arroga la representatividad de “la calle” y que asegura aglutinar a varios cientos de entidades sin especificar que muchas de ellas están formadas por las mismas personas, que se intercambian los cargos de una a otra (el que es Presidente de una asociación hace de secretario en otra y de tesorero en la tercera, y así sucesivamente, aunque por supuesto no podemos generalizar y hay muchas asociaciones genuinas y que hacen una gran labor dentro de la propia Federación), lo que garantiza un engranaje perfecto para la finalidad última, que es lograr obtener subvenciones por diversas vías.

Carmen, acertadamente, valora el poder de convocatoria de esa Federación, que es tan innegable como subjetivo. Organizar cuchipandas pagadas en gran parte con dinero público y poner el menú a tres euros haría que hasta una entidad de pequeño tamaño pudiera hacer una comida que rodease la Muralla, literalmente hablando.

También recoge el artículo la petición realizada por Ciudadanos de que se cumpla la Ley de Transparencia (terrible que haya que pedir que se cumpla la Ley, y más terrible que no se haya hecho a día de hoy) y se informe públicamente de los fondos recibidos por esta Federación y por sus entidades asociadas, si bien estoy seguro de que la atomización de los dineros entre la constelación de CIFs de distintas agrupaciones hará que ese escollo no suponga un gran quebradero de cabeza para sus líderes, muy acostumbrados a lidiar con fondos públicos. Quizás alguien debería investigar eso con detenimiento...

El único "pero" que le pongo al artículo de Uz es que se quedó algo corta. Hay más entidades que siguen la misma estrategia, como puede ser la Federación de Comercio, destinataria de ingentes cantidades de dinero público (la cifra concreta no la sabemos porque tampoco hacen públicas sus cuentas) que hacen que ayer mismo, mientras leíamos en La Voz de Galicia que la iluminación navideña se retrasa hasta mediados de mes, sonreían junto a los responsables de ese desaguisado en la presentación de una de esas campañas que se gasta sabe Dios cuánto del dinero de todos para sortear 10.000 euros. Decía su Presidente, el señor Seijas, que confía en que en Navidad se pueda "vender un poquito" y que lo de las luces "da un poco de vergüenza". ¡Un poco, dice!

Es lo que tiene la subvención, que anestesia y modera las críticas que debieran ser leoninas en una situación como la actual, “amortiguando” los golpes que deben recibir los gobiernos a base de talonario. Otras entidades, afortunadamente, tienen la suficiente dignidad como para decirles “métanse sus fondos por donde les quepan” y pelear por lo que consideran justo, con sus modestos recursos pero son minoritarias.

Puedo comprender que a los políticos sin vinculación con empresa alguna les resbale el asunto de la iluminación y consideren “pataleta” toda protesta, ya que tienen la empatía de la piedra pómez por mucho que lo intenten disimular en la permanente campaña en que vivimos, pero es más difícil de comprender en los supuestos representantes de los afectados.

Verán ustedes, además, que ningún partido de la oposición ha salido a tocar este tema. Quizá porque consideran que no le van a sacar rentabilidad o porque les importa un cuerno el asunto, eso tendrán que preguntárselo a ellos. Solo ha saltado Antonio Ameijide cuando la concejala Ana Prieto ha usado como excusa que la oposición es la culpable del retraso de la iluminación de Navidad porque “no levantó la mano” para aprobar los presupuestos. Se ve que como se aprobaron en abril, la Navidad les pilló por sorpresa. Sería bueno que los Reyes Magos les traigan un calendario para 2019 que vaya más allá de Mayo.

Una ciudad como Lugo necesita gestión, interés, cariño y trabajo, no que le tiren las piedras que nos arrojan sin el más mínimo pudor día tras día, con el silencio cómplice de quienes, amordazados con billetes de nuestro propio dinero, callan ante los desmanes de quienes firman los talones.

Al final sí, tenemos lo que nos merecemos.

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