Restos de chocolate que llevan dos meses en la Plaza de Abastos |
El pasado 29 de Noviembre, para conmemorar el aniversario de la declaración de la Muralla como Patrimonio de la Humanidad se preparó una tarta gigante que se despachó en el sótano de la Plaza de Abastos de Lugo, un precioso acto cargado de simbolismo, animación... y unas cuantas calorías que los que disfrutaron del plato seguramente quemaron andando por encima del adarve, como es tradicional en nuestra ciudad.
Lo que llama la atención poderosamente es que casi dos meses después los restos, no solo de la estructura sino de la propia tarta, estén todavía en los bajos de la Plaza, esperando allí no se sabe a qué para que los recojan. Ver volutas de chocolate abandonadas a la buena de Dios en un local donde se mueven, preparan y despachan productos frescos al menos dos días por semana es un sinsentido, tanto por lo estético como, sobre todo, por una elemental cuestión de higiene.
¿Qué pasaría si un particular tuviera su negocio en ese estado? ¿Cuántas inspecciones de Sanidad habría sufrido con sus correspondientes sanciones? ¿Quién es el responsable, o mejor dicho, el irresponsable que hace que semana tras semana los magníficos productos del campo lucense convivan con los restos de un postre de hace dos meses?
El ayuntamiento realizó millonarias inversiones en la Plaza de Abastos, que sigue sin estar terminada porque una vez publicada la foto de la inauguración parece que se ha perdido el interés en rematar la faena. La planta baja presenta un aspecto de zona de guerra que es completamente inasumible en un lugar que tendría que asemejarse más a un quirófano, porque ahí se despachan productos frescos. En ese ambiente puede que sí encajen unos tablones manchados de chocolate, pero la desidia y la dejadez que transmite es inaceptable.
Artículo publicado en La Voz de Galicia del 23 de Enero de 2019
Por "saber" y por "sabor".
ResponderEliminarIgual depende del responsable municipal que se encarga de estas gestiones. Antes lo llevaba un trabajador que víctima de las denuncias de un sindicato no le quedó otra que dejar de hacer esas funciones. Ahora lo gestiona una funcionaria que deja mucho que desear. Al final la guerra interna en el Ayuntamiento nos afecta mucho más de lo que pensamos y deberiamos la ciudadanía dejar nuestras quejas a todos los niveles.
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