Corte de manga de Lino Rodríguez a Martínez - Fotograma del vídeo del Pleno |
El Pleno de la Diputación de Lugo se celebra en un maravilloso espacio, que estaba destinado a ser la capilla de un edificio, el Palacio Provincial, que sí merece ese nombre, no como esos “Palacios de Exposiciones” que recuerdan más a naves que a otra cosa.
Pero ya sabemos que el hábito no hace al monje y el Palacio no hace al noble. El pasado martes vimos un ejemplo evidente en el “debate”, que más bien parecía el patio de un colegio de niños malcriados o una pelea de taberna entre unos garrulos con unas tazas de más.
Los intervinientes fueron Lino Rodríguez, Alcalde de Pol y los habituales amigos/enemigos Darío Campos y Manuel Martínez, que pasan del amor al odio, de la alianza a la traición, y de la simpatía a la profunda aversión según el interés político del momento. Bueno, habría que dejarlo en que navegan entre la antipatía y la conveniencia porque me da que bien, lo que se dice bien, no se han caído nunca.
Cuando Campos y Martínez se "llevaban bien". Foto: El Progreso |
El vídeo, que pueden ustedes ver en las webs tanto de La Voz de Galicia como de El Progreso… y casi de cualquier medio (ya verán cómo salimos otra vez en algún telediario), da auténtica vergüenza ajena. Ver a señores ya talluditos haciéndose cortes de manga, mentándose a la madre, o soltando imprecaciones por megafonía (esa naturalidad de los “joder” y los “coño”, como si estuvieran jugando una partida de mus en vez de representando a los vecinos de la provincia de Lugo) es un espectáculo lamentable, fiel reflejo de la seriedad con que se toman estos asuntos, la puesta en escena de la triste realidad que vemos día a día.
Los diputados de PP y BNG, ojipláticos, ni se movían, supongo que para evitar que les cayeran a ellos también los chorreos, hasta que los nacionalistas, abochornados por lo que presenciaban, hicieron lo más coherente que se puede hacer: levantarse y marcharse de allí. El PP debería haber hecho lo mismo para dejar en evidencia que los socialistas estables y el socialista intermitente (Martínez, ahora “Diputado No Adscrito”) se quedasen solos dándose de bofetadas entre ellos.
En estas cosas puede la simpatía personal, hay que reconocerlo. Si uno ve el vídeo lo normal es tender a dar la razón a Martínez, que es el que mejor mantiene las formas dentro del obvio cabreo, mientras que Lino Rodríguez y Darío Campos pierden las formas completamente… pero hay que recordar que a veces las cosas no son lo que parecen.
Es indiscutible que Martínez tiene el poder de sacar de sus casilla a Campos. Le pasaba algo parecido a Orozco con Joaquín García Díez, aunque por motivos diferentes. Si a Campos le pone enfermo escuchar la estrategia sibilina del Alcalde de Becerreá, porque le desestabiliza el chiringuito, a Orozco se le notaba que se revolvía en la silla cuando Joaquín le daba argumentos incontestables para respaldar algunas de sus posturas. También es indiscutible que Orozco es mucho, muchísimo más hábil que Campos y reaccionaba con esa educación forzada, incluso excesiva, que encerraba una rabia sabiamente contenida pero que no se puede rebatir ni discutir, porque las formas se han inventado precisamente para eso, para meter al genio en la botella.
El resultado es que mientras en los plenos municipales el resultado del debate era un duelo de esgrima dialéctica, en la Diputación hemos visto garrotazos y cachiporras.
Les respalda la tranquilidad de que los vecinos no votamos a los diputados provinciales, que se ponen y se quitan a dedo por el todopoderoso partido, así que da igual lo que hagan porque total, nadie mete la papeleta en la urna de su ayuntamiento pensando en la diputación. Nadie. Eso les da carta blanca para hacer el ganso todo lo que les pidan las tripas porque no hay consecuencias.
Una pena, una tristeza y una vergüenza. A esto se ha reducido el Pleno provincial.
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