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miércoles, 31 de julio de 2019

No se pierdan la exposición de José Vázquez Cereijo

Parte de la exposición y portada del díptico informativo
Tengo que que reconocer que la pintura, así en general, no me gusta. Obviamente hay cuadros que me atraen y en casa tenemos colgados unos cuantos que nos parecen muy estéticos, pero quiero decir que no es un mundo que me interese lo bastante como para molestarme en entenderlo en profundidad. Así que soy de esos zotes que no distinguen lo que se considera “arte del bueno” del otro, que no diferencia un Tapies del dibujo de un preescolar de guardería y que cuando visita el Museo Provincial se fija más en la colección de relojes de sol, los bargueños, la sala de Sargadelos o en los sarcófagos medievales que en los cuadros. Quiero pensar que es una simple cuestión de gustos porque es un tema que ni siquiera mi magnífica profesora de arte de mis tiempos mozos, Rosa Piñeiro, logró que me interesase, y no sería por no intentarlo.

Hecha esa confesión hoy les voy a recomendar una exposición de pintura. Sé que es muy contradictorio, pero es que todos somos un laberinto de discordancias, unas veces más obvias y otras más soterradas en el subconsciente.

Autorretrato de José Vázquez Cereijo
Ayer se inauguró en el Museo Provincial una muestra del desaparecido lucense José Vázquez Cereijo, que nos dejó hace tres años. Les confieso (hoy va la cosa de confesiones, por lo que veo) que fui por compromiso, por amistad con su mujer, Anne Nikitik, a la que conocí por obra y gracia del Arde Lucus (era la Vestal Máxima hasta la traición – figurada, no se asusten - de una de sus compañeras, la malvada Flavia Severina, en esta última edición de la fiesta) pero me encontré con algo que no me esperaba, un abanico tan amplio de estilos y de motivos que me resulta difícil pensar que cualquier persona no encuentre al menos un cuadro que le atraiga. Hasta yo.

Anne Nikitik durante la presentación de la muestra

En mi caso fueron varios. Me impresionaron los retratos que hizo de Maruja Mallo, a la que reflejó con cuatro trazos magistrales, el de Paco Pestana (que es el comisario de esta exposición) y su propio autorretrato, un prodigio de sencillez. También me atrajeron, cómo no, sus cuadros sobre Lugo, y en particular dos, una panorámica de la Muralla desde la cuesta de los bomberos (todos seguimos conociendo ese lugar así, aunque hace décadas que no están allí), en que sorprende que haya conseguido dar un nuevo aire a una vista tan manida, y otro de la Catedral desde una perspectiva poco habitual, tomada por el sudeste (es decir, teniendo en primer plano la girola desde la parte opuesta al Obispado). También hay cuadros muy oscuros, incluso tenebrosos, basados en sueños y casi diría que en delirios (en el buen sentido de la palabra). Lo dicho, hay para todos los gustos.

La Catedral de Lugo. Magnífica obra desde un punto de vista diferente al habitual.

No les cuento más, entre otras cosas porque seguro que meto la pata si uso términos técnicos (si no lo he hecho ya). Es mejor que vayan ustedes a verla. El éxito de la muestra parece garantizado porque pocas veces he visto tanta gente en una inauguración de este tipo en Lugo y, literalmente, no se cabía en la sala donde se comenzó el recorrido.

El público no cabía
Es una excusa más para ir a visitar el Museo Provincial, que sin duda alguna es uno de los rincones más atractivos e interesantes de nuestra ciudad y tiene cada metro cuadrado cargado de historia local.

Una amplia muestra con una gran variedad de estilos y motivos

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