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miércoles, 11 de septiembre de 2019

¡Otra vez elecciones! ¡Qué sorpresa!

A gastar papel
¡No me lo puedo creer! ¡Vamos a tener elecciones otra vez en unos meses! ¿Quién se lo iba a imaginar?…

La política es como las películas que ponen a mediodía los fines de semana o las telenovelas: son malas, previsibles, los personajes planos, encorsetados… pero enganchan a falta de algo mejor y aquí nos tienen, a medio país pendiente de los telediarios a ver si José Gabriel encandila a Rosario del Carmen y la lleva al altar, o al menos a la cama. Pues no, Rosario del Carmen ha dicho que nones.

Que tendríamos elecciones era evidente hace ya unos meses. El paripé de las negociaciones solo ha servido para paralizar el país durante más tiempo, y quizá para aprovechar otras vacaciones en Doñana, que debe molar mucho. Yo lo tenía claro desde que el CIS dijo que PSOE y PP subían en las encuestas a costa de sus respectivos competidores (que ahora ya no son el uno del otro), es decir, Podemos, Ciudadanos y Vox, que se hunden cada vez más en la miseria.

El panorama que se abre al elector es complejo, ya que nos van a venir otra vez con el soniquete de “las tres derechas”, los “ultras”, los “rojos” y demás frases hechas que tanto gustan al Pueblo, o eso parece porque nadie les ha plantado cara para decirles algo como “¿pero de verdad nos consideran tan simples?”… quizá porque lo somos.

Pedro Sánchez sabe perfectamente que en una nuevas elecciones va a crecer en las urnas, como lo sabemos todos, incluido Pablo Iglesias que se ve acorralado por su propio discurso y, aunque está deseando ceder a cambio de unos cuantos altos cargos porque ve que en Noviembre va a bajar en diputados, no puede hacerlo porque se lo comerían en su propia casa.

Por su parte Pablo Casado no puede disimular su satisfacción, porque también ve cómo va a recuperar terreno perdido a costa de Ciudadanos y Vox, quienes probablemente perderán votos a mansalva porque ni los primeros han sabido administrar su caudal político, ni los segundos han sido la “revolución” que anunciaban.

Mi impresión es que los 123 escaños del PSOE se van a convertir en 150, los 66 del PP en 90, los 57 de Ciudadanos transmutarán en 25, Podemos verá también reducidos sus 42 a 25, Vox bajará de 24 a 15 y en los demás aunque el reparto varíe la cosa va a quedar más o menos igual. Obviamente hablo de números redondos, pero me refiero más a la tendencia que a otra cosa.

Entre todos están logrando que la gente añore el bipartidismo, que ya es triste. Al menos sabías a qué carta quedarte y solo teníamos que soportar los chantajes de Pujol y demás hierbas (por cierto, ¿por qué ese señor y su clan no están en prisión preventiva como cualquier otro presunto chorizo?). Ahora la cosa se ha complicado y no para bien.

La ciudadanía está hasta las narices, pero no sabe cómo canalizar su frustración. Los “nuevos partidos” han venido y han decepcionado a una velocidad pasmosa. Ciudadanos, la gran esperanza de la derecha moderada y liberal, ha sido un chasco de proporciones épicas del mismo calibre que Podemos para los suyos, aunque por motivos diferentes. Mientras los primeros han demostrado similares dosis de endiosamiento personal del cabeza de cartel, la diferencia es que Ciudadanos ha metido la pata en cuestiones políticas graves y Podemos en temas personales igual de graves para sus bases. Vox, mientras tanto, está ahí pero sin mayor relevancia a día de hoy, y probablemente su ciclo se queme aún más rápido que los demás porque también su creación dependió más de unos medios de comunicación que ahora lo ignoran.

Con todo esto, el votante se va a lo conocido: PSOE y PP. Les auguro a ambos un crecimiento importante, aunque la situación, si acierto con los números, sería similar a la actual aunque con más poder por parte de Pedro Sánchez para imponer sus condiciones.

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