Maqueta del casco histórico. El original está algo menos cuidado. |
La campaña para lograr que el casco histórico de Lugo se convierta en el cuarto Patrimonio de la Humanidad de nuestra ciudad acaba de subir de nivel.
Ya había mucho camino andado con iniciativas de gran valor ciudadanas, como la exitosa campaña del guía turístico Guido Álvarez (quien logró que el hastag - o como se diga - #LugoPatrimonioMundial sea un éxito nacional) y políticas, como la propuesta de 2017 de Santiago Fernández Rocha (entonces portavoz de Lugonovo), quien llevó al pleno municipal una declaración para iniciar el expediente.
Pero que un medio de comunicación como El Progreso se implique en organizar una recogida de firmas no deja de ser un salto, el pistoletazo de salida de una campaña en que se mojen las mismas administraciones públicas que ignoraron en su día el acuerdo plenario y la campaña social.
Seamos positivos. En el acto organizado por el diario lucense, con el patrocinio del Ayuntamiento de Lugo, la Diputación Provincial y Monbus se recogieron las primeras firmas para intentar que la queridísima fuente de San Vicente, el Palacio de Doña Urraca, la casa de los Montenegro, el magnífico palacio barroco que alberga a la Corporación Municipal, O Cantiño, el Cuartel de San Fernando y todo el restante y rico patrimonio de nuestro casco histórico entre en el listado de los lugares más emblemáticos del mundo. Verán que cito lo bueno del recinto amurallado y lo que, siéndolo, necesita urgentes actuaciones si queremos optar realmente al título.
Hay algo llamativo e interesante. Si bien se reservó la primera página para las firmas protocolarias de las autoridades e invitados, ya había varias hojas con rúbricas de la gente que, incluso antes del inicio del acto, quiso apoyar esta causa porque vio el contenido y le gustó. Es un gran comienzo.
Solo nos queda sacudirnos de encima esa costumbre que tenemos de despreciar lo nuestro, de considerar que “no somos suficiente”, de pensar mal. Por supuesto que hay muchas cosas que pulir y mejorar (también las había en la Muralla y se mejoró desde su declaración) y algunas que se han perdido para siempre, pero la esencia sigue ahí.
Lugo es una gran ciudad que merece, sin duda alguna, ser Patrimonio de la Humanidad. Todos juntos, como hicimos en la ocasión anterior, lo podremos conseguir. Incluso diría que si para lograrlo hay que dividirnos en buenos y malos quizá sea mejor dejarlo correr.
Espero que no sea así, que se trabaje, juntos, y sin dejar a nadie tirado por el camino buscando una medalla a codazos. Ojalá podamos decir algún día que lo conseguimos "entre todos".
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