El edificio de la Cámara de Comercio, abandonado hace años y que ahora ha comprado Amancio López Foto: La Voz de Galicia |
A pesar de que este verano es indiscutible que se notó un incremento de turistas (a pesar de las nulas campañas institucionales para atraer gente), Lugo es una ciudad poco conocida.
Como casi todo en esta vida, eso tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Los primeros son obvios y el más grave es quedarnos fuera del retorno económico que supone la visita de turistas. Las segundas son menos evidentes a primera vista pero igualmente importantes: por un lado nos libramos de las “mareas” de gente que inundan lugares como la Playa de las Catedrales o ciudades como Santiago de Compostela y que causan muchos problemas, tanto en la gestión de cosas tan elementales como los residuos como con cuestiones vitales como la vivienda. La proliferación de apartamentos turísticos en detrimento de hoteles y hostales tradicionales tiene como consecuencia que en muchas áreas estratégicas los propios vecinos tengan muy difícil vivir, si bien eso ya pasa en Lugo por otros motivos, ya que por ejemplo es imposible acceder a una vivienda de las rehabilitadas en la Tinería si no eres de un colectivo considerado vulnerable.
La segunda ventaja, en la que me quiero centrar hoy, es que podemos elegir el turismo al que enfocamos nuestros esfuerzos. No me entiendan mal, aquí puede venir todo el mundo, claro está, pero seríamos idiotas si no nos centrásemos en atraer al turismo de mayor poder adquisitivo por muchísimas razones, siendo de nuevo la más obvia que son los que pueden potenciar el comercio local de calidad.
Un artesano que dedique horas al estudio y elaboración de sus piezas las tiene que poner a un precio que le cubra y le deje alguna ganancia, porque no trabaja solo por amor al arte, y si la pieza cuesta veinte veces más que la alternativa de plástico del bazar chino es obvio que es más probable que un público más selecto y con mayor poder adquisitivo lo pueda apreciar y comprar. Sí, pueden llamarlo “clasismo” pero es simple y puro sentido común. Si abres una marisquería intentas atraer a un público diferente que si regentas un McDonald’s, por mucho que en ocasiones alguien pueda ir a los dos.
Amancio López, el propietario de la cadena HOTUSA, ha dado un paso en la dirección correcta comprando la antigua sede de la Cámara de Comercio, un edificio que dedicará a la organización de congresos. Ese es precisamente el camino, ya que ese tipo de eventos son los que hacen que una ciudad reciba un público que le resulta interesante desde el punto de vista del bolsillo.
Congresos, turismo cultural, cruceristas que desembarcan por enésima vez en Coruña y que están hartos de coger un autobús para ver Santiago… tenemos muchos nichos de mercado sin explotar, donde meter la nariz y lograr atraer a Lugo a turistas que se alejan del perfil de la alpargata y la croqueta y si bien éstos también serán (insisto) recibidos con los brazos abiertos, por interesar nos interesa atraer a los otros.
Podrá parecer contradictorio todo esto con la potenciación de Lugo como punto de inicio del Camino Primitivo, algo en que he insistido durante años, pero es que el Camino es el Santo Grial del turismo gallego y no solo te atrae peregrinos, que por cierto encajan en el perfil cultural del que hablábamos, sino que te pone en el mapa. Ese es su gran valor.
Hay que felicitar a Amancio López y agradecerle que apueste por Lugo, porque tenía muy fácil hacer eso mismo en cualquier otro lugar. Probablemente ahora la mayoría de la gente no será consciente de lo importantísimo que es esto para nuestra ciudad, pero lo es, vaya si lo es.
Ojalá le salga bien. Su éxito sería el de todos
ResponderEliminarCongresos sin buenas comunicaciones... no lo veo
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