La segunda ola ya está aquí. Foto: La Voz de Galicia |
La cosa no pinta bien. Cada día que pasa vemos que se
aprueban nuevas restricciones pero que, aun así, los contagios siguen subiendo…
y las muertes también. Nos enfrentamos al dilema que hubo en marzo entre salud
y economía, teniendo en cuenta que sin la primera no hay la segunda… pero que
sin la segunda tampoco hay la primera.
Hagamos memoria: cuando todo esto empezó leíamos cosas
contradictorias. La OMS nos decía que las mascarillas eran innecesarias y personas
de reconocido prestigio nos decían que no exagerásemos y que las dejásemos para
quienes las necesitaban. Yo mismo me hice eco de aquellas recomendaciones. Pero
pronto las cosas fueron cuesta abajo, y de repente lo que antes era un
disparate se convirtió en una obligación, probablemente no porque al principio
tuviesen dudas fundadas sino porque no había máscaras para todo el mundo y
hacerlas obligatorias habría sembrado un pánico total entre la población.
En marzo vivimos una situación como jamás habíamos
experimentado: el confinamiento. Las calles desiertas, las plazas vacías, la
gente encerrada en sus casas como en la época de la peste… fue un duro,
durísimo golpe del que vamos a tardar mucho tiempo en recuperarnos. Desde el
punto de vista psicológico todos estamos alterados desde aquella, con una
inquietud permanente, un terror colectivo que no nos sacamos de encima porque
esto no ha terminado, y que nos hace estar más susceptibles con cualquier cosa.
No me quiero imaginar cómo están psicólogos y psiquiatras de desbordados,
porque la cosa no es para menos.
Pero el problema más grave es que aún no sabemos cómo va a
evolucionar la situación, y seguimos viendo las contradicciones de que
hablábamos antes pero casi un año después de que la palabra “coronavirus”
entrara en nuestras vidas.
Ayer se publicaron nuevas restricciones en Galicia,
prohibiendo las reuniones de más de 5 personas. Sin embargo, en los centros de
trabajo o en las aulas se pueden juntar 25 sin problema alguno. Se nos dice que
los edificios han de ventilarse continuamente, pero los grandes mamotretos
administrativos (empezando por el de la Xunta) son herméticos y no tienen aire
fresco porque no hay ventanas que abrir. Se obliga a cerrar en algunos lugares
las tiendas de 24 horas para evitar los botellones, pero se puede comprar
alcohol hasta las 21:59 y después irse al parque en manada a hacer el ganso
porque no hay policía que se atreva a meterse en esa multitud. Nos cuentan que
el IVA de los productos de primera necesidad es del 4%, pero las mascarillas tributan
con el 21% a pesar no ser opcionales. No podemos juntarnos salvo en el autobús urbano, donde la gente va apilada y se ve que no pasa nada… y así todo.
El más grave de los problemas que tenemos es el coronavirus,
pero le sigue de cerca la confusión que están creando entre todos. En el
sainete de Madrid, por ejemplo, tenemos por un lado a un Gobierno de España que
toma medidas allí que no adopta en otros territorios con la misma situación, lo
que parece una especie de “vendetta” mal disimulada, y por otro a un Gobierno
de la Comunidad de Madrid emperrado en levantar unas restricciones que son de
puro sentido común porque pintan bastos. Pues no, peleas de colegio,
caprichitos a nivel institucional y rabietas infantiles que pagamos todos.
Nos hace falta “sentidiño”, porque si esta crisis nos ha de
servir para algo (que lo dudo) es para saber que llevábamos viviendo de eslóganes
mucho tiempo. El peor, el de que “tenemos la mejor sanidad del mundo”, nos
decían hasta que vimos que no era cierto y que el personal sanitario, escaso en
comparación con otros países, se tenía que “proteger” (es un decir) con bolsas
de basura y que no se les hacían PCR para no dales la baja. Eso sí, futbolistas
y ministros se hacían pruebas día sí y día también porque son mucho más
importantes para la marcha del país. Y así todo.
Mientras tanto, vemos pasmados cómo en China, donde empezó
todo, la gente ya no lleva mascarilla y hacen vida normal. ¿Qué saben que no
nos cuentan? ¿Lo controlan, como lleva sugiriendo el puro sentido común, con
pruebas masivas cada vez que aparece un positivo? Hay algo que no encaja.
En España, en Europa, la segunda ola no viene, está aquí. Tenemos el agua por la rodilla y subiendo. No creo que haya otro confinamiento porque la economía no lo resistiría, pero recuerden que eso no quiere decir que la situación no sea gravísima. Cuídense, cuiden de los suyos, eviten situaciones de riesgo gratuito… Por favor, tengan mucha precaución.
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