Creer en la democracia supone mucho más que “consentir” que la población vote cada cuatro años. Sin embargo, tampoco se trata de implantar un sistema asambleario como si esto fuera la Grecia clásica entre otras cosas porque somos muchos y es más complicado reunirnos para decidir cualquier asunto. Pero hay términos medios, actitudes dialogantes y formas de participación que no suponen paralizar la toma de decisiones.
Lo que resulta chocante es que se celebren consultas según
el humor con que se levanten nuestros mandamases. En Lugo tenemos dos ejemplos
recientes: la “consulta” para peatonalizar la calle Rafael de Vega y la
reciente reunión para hablar de la reforma a realizar en la planta inferior de
la Plaza de Abastos, a la que los concejales sólo invitaron a los técnicos municipales
y la empresa que hará las obras, es decir, a quienes harán lo que se les mande
porque es su función.
¿Por qué motivo se aplican diferentes criterios? Vayan
ustedes a saber, pero desde fuera yo diría que en el primer caso tenían “controlado”
el asunto y en el segundo les preocupaba escuchar las demandas reales de los
placeros, que contentos, lo que se dice contentos, no están con este tema.
Tampoco se consultó en su día a los vecinos de Quiroga
Ballesteros para peatonalizar su calle, ni a ninguna otra zona que yo sepa. No
me entiendan mal, soy un férreo defensor de la peatonalización y creo que es el
futuro de muchísimas más calles de las que puedan imaginar a día de hoy, pero
no hablamos del fondo del asunto sino de cómo se ha llegado a tomar la
decisión. Es más, ni siquiera creo que sea razonable someter esa decisión a los
vecinos de cada calle porque la resistencia habitual a la peatonalización se
convierte después en un “¡ah, pues qué bien ha quedado!” y si se elige a un
gobierno es para gobernar. Lo malo es cuando a ellos mismos les conviene el
resultado de una votación y la elevan a los altares sagrados de la Democracia.
Estoy totalmente convencido de que si ese 54% favorable (tampoco
es que ese 4% de margen a favor sea como para tirar cohetes) de la selección de
vecinos que participó en la votación (ha habido protestas de muchos que afirman
que nadie les convocó a referéndum alguno) fuera en sentido contrario el
Ayuntamiento habría ignorado la consulta achacándole la más que obvia falta de
garantías. Ni siquiera estamos seguros de quién convocó la votación, porque a unos les dicen que fueron los propios vecinos pero a otros que fue el Gobierno Municipal de Lugo.
Y así están las cosas. Los placeros asisten como convidados
de piedra a una serie de reformas que llevan muchos años de retraso y que se
harán al margen de su más que fundamentada opinión. Siguen esperando que se
complete un tema que viene desde la época de Orozco (que les recuerdo que dejó
de ser alcalde hace más de un lustro) y ven cómo se han cometido errores
imperdonables que van desde los problemas de climatización a la eliminación de
un ascensor comodísimo y bien situado por uno escondido en un rincón, algo que
se hizo porque se iban a instalar unas escaleras mecánicas que nunca llegaron.
¿Democracia intermitente? ¿Urnas de quita y pon? ¿Consultas
a medida del resultado deseado? Pues parece que van por ahí los tiros.
Lo de Rafael Vega tiene mucho delito. Un supuesto referendum que no aparece por ningún lado de la MITAD de los vecinos de la calle. Al resto ni se nos avisó. SE llama CACICADA. Ya pedí el papeleo por registro al Concello y resulta que...no existe. Pero este tema va a acabar en el juzgado. Ya lo veréis.
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