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lunes, 21 de junio de 2021

Hasta el año que viene, Arde Lucus

La Conjura Senatorial

Se acaba otro Arde Lucus, el más extraño de todos (sin contar el del 2020 que, en la práctica, no se celebró) y que nos deja una serie de impresiones que podríamos compartir… o no, claro está.

La primera de todas ellas es que sin duda alguna la gente de las 19 asociaciones que hacen posible la fiesta es magnífica. Sin su dedicación, su pasión, sus ganas y su colaboración desinteresada sería totalmente imposible movilizar los recursos que hacen que año tras año Lugo se vuelva a convertir en el Lucus Augusti de hace un par de milenios.

Sólo el interés de los participantes puede explicar que esto funcione año tras año, y que se consiga poner a funcionar la enorme maquinaria que supone un evento de este tipo y que sería totalmente inviable si hubiera que contratar empresas para llevar a cabo todo el montaje.

Este año, el más difícil de todos por la situación que aún vivimos, han soportado restricciones, limitaciones, condiciones y aún así han estado ahí, al pie del cañón. Casi todas han montado campamentos (me parece que únicamente hemos sido dos o tres las que no hemos puesto chiringuitos) y la lluvia les ha hecho un daño terrible con inundaciones como las que afectaron a los Pretorianos o a Clan de Breogán (supongo que a más, pero de estas dos lo sé seguro) o incluso más allá, casos en que les tiraron abajo todo y tuvieron que empezar de cero como les pasó a los compañeros de Pax Romana. Sin embargo ahí estuvieron, dándolo todo un año más y trabajando por Lugo.


Visita del Senado a varias asociaciones (Ara Roma, Icenas y Pax Romana)

La segunda conclusión es que el clima lo es todo en las fiestas de calle. La lluvia causó los problemas que decíamos pero también hay que decir que nos salvó los muebles en cuanto al tema del coronavirus.

Los persistentes chaparrones nocturnos hicieron que no hubiera mucho problema con el botellón y que incluso los probables borrachos se retirasen a sus casas a una hora más prudente de lo que desearían. Dado que de día las normas y distancias se siguen un poco más (aunque no se respete realmente nada, como ya sabemos) esperemos que dentro de quince días no tengamos que lamentar este fin de semana. Soy optimista y creo que no va a haber problemas.

El viernes llovió a mares, el sábado aguantó bastante y la gente se echó a la calle y el domingo de nuevo hizo mal tiempo. Una de cal, y una de arena.

La Asociación de la que soy miembro, el Senado, dio una serie de representaciones de la “Conjura Senatorial” tanto en directo como por streaming e incluso hizo un pase especial en el HULA en homenaje a los sanitarios que llevan más de un año peleando en primera línea contra el Covid-19. Al terminar uno de ellos (bueno, uno no, Marcos) se vacunó porque le tocaba precisamente ese día. Espero que el personal del hospital se tomase aquella “invasión” que les entorpecía un poco el trabajo durante unos minutos como lo que era: un cariñoso homenaje.

Marco Casio Septimo en plena vacunación. Foto: El Progreso

Lo que sí me sigue llamando la atención es que la organización del Arde Lucus sigue fallando por la base en cosas que año tras año se demuestra que no van bien. Por ejemplo, se pusieron en la web de entradaslugo las que había disponibles para ir a ver las diferentes actuaciones en el callejón del hospital (tras el convento de Santo Domingo) entre las que estaban los dos pases del Senado. Se agotaron todas y cada una de ellas, pero como eran gratuitas la gente las cogió para luego no ir… “por si acaso”… Esto hizo que la carpa estuviera mediada en el mejor de los casos y que gente que quería haber ido no pudiera porque ya no les dejaron entradas quienes las cogieron para no asistir…

Pasa todos los años con el circo (y eso que esas son de pago, aunque baratas) y otros espectáculos. Quizás habría que poner una multa a quien no fuera o pensar algún tipo de penalización para que no se porten así, porque hacen mucho daño: dejan a gente fuera y encima parece que los espectáculos no interesan porque no se ve asistencia.

Las filas delanteras se llenaron pero la parte trasera no a pesar de haberse agotado las entradas

Otro tipo de iniciativas parece que no han funcionado. El “streaming” fue un total y absoluto fracaso, al menos en cuanto a sus conexiones en Youtube. 50 personas viéndolo es para echarse a llorar, y habría que ver el coste del montaje porque evidentemente no ha sido rentable.

No parece que funcionase muy bien el tema streaming

Tampoco ha tenido éxito lo de los pendones que regalaban para poner en los balcones. Entre la Plaza de España y la puerta de San Fernando no vi colgado ni uno solo. Ni en la calle de la Reina, ni en Santo Domingo, ni en San Marcos, ni en Plaza Ferrol. Tampoco en otras zonas del centro. Casi acabo antes diciendo dónde vi alguno: en la plaza de Ángel Fernández Gómez había dos, y en la ronda vi tres o cuatro. Y ya. 

Regalaban 1.000 unidades, pero tuvieron la brillante idea de distribuirlos en la casa de la juventud, que está donde Cristo perdió el gorro y claro, así les fue. El sábado por la tarde habían repartido menos de un tercio (328 cuando fui yo a por una) y dudo que a partir de esa hora alguien más fuera a por otra banderola. Veamos el lado bueno: quedan para el próximo año. Tampoco es que el diseño fuera para tirar bombas, con colores apagados y textos ilegibles desde cierta distancia (recuerden que era para poner en las ventanas).

Esperemos que en 2022 el Arde Lucus ya sea la fiesta que todos recordamos y, si hay suerte, a ver si la organización entra en razón y se da cuenta de que esto no va de entrar en el Guiness de los Records pro número de actividades. Las fiestas más importantes suelen ser siempre iguales (piensen en lo poco que cambia el San Fermín, las Fallas de Valencia, la Feria de Abril o el propio San Froilán) y no pasa nada. No hace falta hacer un programa de 500 actos sino simplemente hacer las cosas bien.

Ojalá para el próximo año las cosas vayan mejor. Seguro que sí.

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