Una buenísima ubicación para la playa sería la zona de la fábrica de la luz, y mataríamos dos pájaros de un tiro. Foto: La Voz de Galicia |
Quiere el destino que año tras año tengamos que repetir las mismas cantinelas de las mismas cuestiones pendientes, unas más deseadas que otras. Los lucenses llevamos desde 1998 esperando por la playa fluvial, una dotación que ya recogía el Plan Especial de Protección del Río Miño (PEPRIM) al que el pleno municipal encabezado por el entonces alcalde, Joaquín García Díez, dio el visto bueno en febrero de aquel año.
Cada poco nos vienen con que “ya casi está”. En 2011 y 2012 el entonces alcalde Orozco nos anunciaba que las obras se iniciarían “en breve” (el 5 de mayo de 2011 afirmaba que “la semana que viene” empezarían los trabajos) y lo mismo pasó cíclicamente desde aquella. El resumen es “este año no, pero para el que viene la tendremos”.
Las excusas son cada vez más difíciles de sostener. Si encima nos cuentan que el 4 de noviembre de 2020 el Ayuntamiento recibió todos los permisos de la Confederación Hidrográfica para la instalación de la playa de marras pensaremos que durante estos siete meses han estado haciendo… ¿qué? Porque tampoco se trata de la obra del Escorial, y si buscamos un poquito otros proyectos “que sí les gustan” vemos que los han sacado adelante en menos de ese tiempo. Por poner el más chocante de todos en comparación, podríamos hablar de las famosas "Caldas" que si la Unión Europea no lo remedia, se perpetrarán en el margen del río dotándonos de una instalación totalmente absurda consistente en unas bañeras colectivas al aire libre con agua del grifo calentada con una caldera... muy ecológico. Eso sí, de la playa ni rastro.
Pero como las cosas van cambiando tengo el pálpito de que en 2022 sí tendremos la playa fluvial. Estoy casi seguro. No porque sea el último verano antes de las municipales de 2023, no por Dios, líbreme el señor de pensar algo así… sino porque es difícil encontrar más pegas que poner.
Cuando un proyecto tiene una tramitación tan larga es muy divertido ver los cambios de postura de los representantes públicos a la hora de valorar lo que hacen otras administraciones. Según quién gobernase en Madrid, el Ayuntamiento de Lugo, con alcaldes socialistas desde el siglo pasado, condenaba furibundo a la Confederación… o callaba cómplice en función de si quien calienta la silla comparte carnet.
Y así estamos, un año más sin playa fluvial. Bueno, si hemos esperado 23 años podemos esperar otro más.
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