Punta Corveira, una de las escasas playas de nuestro litoral en que se puede ir con perros. |
En ocasiones los debates se falsean porque partimos de puntos de vista parciales y sesgados. Por ejemplo, cuando se habla de las “playas para perros” parece que estemos poniendo sobre el tapete una cuestión básica de derechos de los animales, lo que es un soberano disparate. Los animales no tienen derechos, por definición. El derecho es una creación artificial, humana, social y que la naturaleza no comparte. La prueba más palpable es que niega a unos el derecho a la vida para que otros se alimenten, pero no es el único ejemplo.
Ya, ya, sé que una afirmación como esa puede crear polémica.
“¿Cómo que no tienen derechos los animales?, ¿Entonces puedes hacer con ellos
lo que quieras?”. Como respuesta a esas preguntas les diré que ya hacemos lo
que queremos con ellos. Los criamos, los domesticamos, los hacinamos, los
matamos en masa y nos alimentamos de ellos. Si les parece poco… Pero, sin
defender los abusos a los que hemos llegado por la superpoblación humana de la
Tierra, hay que asumir que es en parte el ciclo de la vida y, como en cualquier
ecosistema del planeta, unos mueren para que otros sobrevivan de forma
totalmente arbitraria ¿o acaso creen que los leones sólo se comen a las gacelas
que han hecho algo malo?
Una vez aclarado esto, creo que sí es lógico que existan
delitos que penalicen el maltrato animal o comportamientos contra su bienestar
más allá de lo estrictamente necesario. ¿Cómo se casa eso con la afirmación de
que los animales no tienen derechos? Pues es sencillo: tampoco tienen derechos
la Gioconda o el Caballero de la mano en el pecho y nadie en su sano juicio
vería lícito que vaya cualquiera con un spray a cargárselos. Ya no por ser un
elemental daño a una propiedad, sino porque hablamos de bienes que son
patrimonio de la Humanidad, en su conjunto, y nuestros compañeros de planeta también
lo son.
Si esto no es la felicidad absoluta, se le parece muchísimo |
Volviendo al principio, no creo que el término de las “playas
para perros” sea el correcto. Los perros no tienen derechos, pero nosotros, sus
dueños, sí. El enfoque cambia entonces: ¿tenemos derecho a ir a la playa con
nuestro perro? Pues parece que si unos pueden ir con su altavoz portátil a dar
por saco tiene lógica habilitar espacios para ir con nuestras mascotas (que
para los que tenemos una, son más que eso) a bañarnos.
Las excusas habituales son que molestan o que ensucian mucho.
Sobre lo primero no voy a caer en la habitual comparación con los niños
revoltosos, no me hace falta porque los adultos también somos bastante molestos
cuando nos ponemos a ello: que si los gritos, que si la manía de convertir la
playa en un polideportivo, que si las tablas que te pueden dar en la cabeza
para “coger una ola”… Todo nos puede molestar si lo intentamos con ese ahínco
que desde que empezó lo de la Pandemia ponemos en ofendernos por todo.
En cuanto a la limpieza, les invito a visitar playas en que
se permite el acceso con perros. Están como una patena porque todos somos conscientes
de que si dejamos las cacas nos quitan la entrada. De hecho habitualmente no se
ve ni una colilla en el suelo porque una vez que te acostumbras a no manchar lo
extiendes a todo, y así da gusto.
Tampoco estoy diciendo que todas las playas tengan que
permitir el acceso con mascotas, pero sí bastantes más de la que habitualmente tenemos,
que suelen ser playas bastante malas, la verdad. Anímense a visitar una y verán
lo felices que están y eso es contagioso.
Playa perruna en San Vicente del Mar, una de las mejores a las que hemos podido ir |
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