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viernes, 28 de enero de 2022

¿Qué hacemos con las palomas?


Tomarse un café en algunas terrazas es saber que tienes que estar en guardia para evitar que las palomas no te roben el pincho o la tapa. Esto hace que algunas personas consideren que habría que “acabar con esa plaga” para evitar la propagación de enfermedades.

Despectivamente apodadas “ratas con alas”, las palomas tienen una prensa terriblemente mala, basada en los estudios que indican que son transmisoras de enfermedades a través de sus excrementos. Inhalarlos puede ocasionar infecciones pulmonares y del sistema nervioso central (llamadas precisamente “enfermedades de las palomas” por ser una vía de contagio) pero los propios estudiosos reconocen que es algo raro porque el contagio es difícil y el ser humano es altamente resistente a este tipo de dolencias. Sólo si hay una inmunodeficiencia (personas con SIDA o trasplantadas, por ejemplo) parece haber un riesgo real.

Por lo tanto, el peligro de que una paloma transmita una enfermedad es bajo, y es idéntico al que generan muchos otros animales, como por ejemplo los gorriones a los que sin embargo no vemos con esos malos ojos.

Hablamos por lo tanto de una molestia, más que de una cuestión sanitaria. Es importante encuadrar los debates para saber dónde nos movemos, ya que ni de lejos es lo mismo y las medidas a tomar tampoco deben serlo.

Si fuera una cuestión sanitaria, estaría justificado tomar medidas más extremas para reducir la población de palomas, pero si sólo se trata de algo que no nos gusta las cosas cambian. Vamos, hablando claro: que en vez de liquidarlas se puede controlar su reproducción.

También es cierto que en Lugo las palomas cada vez parecen más animatrónicos de una película de terror de las malas. No se parecen en nada a esas preciosas aves que vemos cada vez con menos frecuencia en la naturaleza, ya que las hemos acostumbrado a vivir en las ciudades… y ahora como no nos gustan queremos exterminarlas.

Les diré que personalmente no me gustan, pero que la solución tampoco la veo sencilla. No creo que pase por su eliminación, pero tal vez sí fuera importante capturarlas, analizarlas (no es tan descabellado como suena, se hace en muchos sitios anillándolas para hacer un seguimiento) y, si es necesario, tomar medidas para reducir su población mediante la esterilización.

En cuanto a las terrazas… no darles de comer en ellas parece el primer paso para que no se acerquen, aunque reconozco que no es una solución a corto plazo. 


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