El Fluvial de Lugo, una sociedad que algunos creen que se puede gestionar como su cortijo particular |
El Club Fluvial ve obligado a readmitir a un socio al que expulsó por criticar a la directiva en un grupo de Facebook. Cabe destacar que de los cuatro a los que “ajusticiaron” echándolos de la Sociedad sólo dos han ido al juzgado a perder tiempo y dinero para lograr su readmisión, aunque también es cierto que recuperarán lo segundo ya que se ha condenado al Fluvial en costas, lo que hará que los socios (que no la directiva) paguen un buen dinero por los errores cometidos por el señor Tito Valledor, y los indicios apuntan a que no será la última vez que les toque tirar de talonario.
Dicen desde la directiva del Fluvial que el juzgado no entró al fondo del asunto y que “sólo” se les obliga a readmitir al socio por una cuestión formal. Pues estarán orgullosos. En el fondo les ha ido mejor así, porque si Su Señoría llega a entrar a valorar los infumables motivos de la expulsión el ridículo sería más grande aún, y lo que se ha demostrado es que ni siquiera han sabido expulsar a los críticos correctamente, lo que refleja la prepotencia y el autoritarismo que caracterizan la gestión de la Sociedad. El “ordeno y mando”, respaldado por una asamblea cobarde que no se atrevió a hacer lo que todos sabíamos que era justo: paralizar ese disparatado atropello.
Es verdad que no es fácil enfrentarse a quien lleva las riendas de la organización, y más cuando al señor Presidente del Fluvial le molesta tanto que se hable de la más que discutible gestión de esa Sociedad. Ejemplos de esa nefasta forma de hacer las cosas son saltarse alegremente las normas cuando le sale de la piragua para hacer un aparcamiento asfaltando lo que no se puede asfaltar, la terrible deuda del club o la pérdida de la concesión del cauce, temas que siguen sobre el tapete a pesar de que nadie quiera mencionarlos porque son tabú en esta ciudad, todavía sujeta a prácticas caciquiles.
Ningún grupo político se atreve a meterse en el tema porque saben que pueden salir escaldados en las urnas. En Lugo hay muy malos enemigos y les tienen pavor a los miles de miembros del Fluvial, como si poner sobre la mesa los errores cometidos por la directiva dirigida por el señor Valledor hicieran que todos socios votasen contra quien los denuncia. Poca fe tienen en la inteligencia de los lucenses en general y de los miembros del Club Fluvial en particular.
También es cierto que ponerse a criticar la gestión del Fluvial cuando una capital de provincia es incapaz de poner a funcionar una instalación tan aparentemente sencilla como una playa fluvial pública sería sarcasmo. La gestión de los dineros públicos en Lugo no es como para ponerse a dar lecciones a nadie y la cada vez más amplia colección de sentencias contra las decisiones municipales tampoco hace que puedan hacer demasiada pedagogía a terceros.
El resumen es que aquí cuanto más fuerte es alguien más se le permite hacer lo que le venga en gana, mientras al particular y al débil se le atiza con las normativas sin piedad. Al menos en esta ocasión el juzgado ha puesto las cosas en su sitio y si hubiera decencia en el Fluvial esto se saldaría con la dimisión de la directiva o una moción de censura, aunque todos sabemos perfectamente que lo primero no pasará… y lo segundo tampoco.