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lunes, 4 de julio de 2022

Basura hasta en el fin del mundo

Intentemos quedarnos con lo bueno. P.D., del rayo verde ni rastro...

Hay que reconocer que como especie damos bastante asquito. Sólo hay que ver las imágenes de las playas de Coruña al día siguiente de las hogueras de San Juan o las de la Aceña de Olga tras la Carballeira, y sabemos de qué hablamos.

Incluso en los lugares más paradisíacos tenemos la sensibilidad en ya saben dónde y da igual que estés en la Playa de las Catedrales o en los Ancares, hay quienes van dejando su basura por cualquier sitio y les importa un pepino si eso es, además de una guarrada, un atentado visual.

Este fin de semana estuve con mi familia en Finisterre, y como no podía ser menos, nos fuimos a ver la puesta de sol en el mar, que es como ver el Coliseo en Roma o la Muralla en Lugo, algo que hay que hacer.

Allá nos subimos al faro, y a pesar de que el sitio es impresionante, con unos acantilados que acogotan al más pintado y una ventolera que no ayuda a la tranquilidad, también tuvimos que soportar la nota negativa: basura y más basura entre otras lindezas, porque hay quien eligió ese precioso lugar para dejar allí sus restos más fisiológicos, de los que no voy a poner fotos porque me parece una ordinariez.

Envoltorios de comida (no me explico por qué motivo tanta gente sube allí a comer mientras ve la puesta de sol… ¿no pueden ir cenados?), excrementos, latas y un montón de botas, que por lo visto es típico que los que acaban el Camino de Santiago sigan hasta Finisterre (lo que me parece muy bien) y dejen allí el calzado (lo que ya no es tan razonable).

Sí, todos esos restos te estropean la puesta de sol. Un entorno natural y magnífico se ve groseramente insultado por los guarros que no tienen otra cosa mejor que hacer que ir allí a dejar su basura. Y eso que con el viento que hace sólo permanece en el sitio la más pesada, no me quiero ni imaginar la cantidad de desperdicios que acaban en el mar.

En todo caso y a pesar del entorno, la experiencia es magnífica. Quizá si tuviera que volver no iría justo al faro, sino a otro de los puntos que hay por allí y donde se puede ver lo mismo, pero sin tener que soportar lo que parecen restos de un botellón continuo.

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