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lunes, 18 de julio de 2022

Lugo está ardiendo

Lugo arde y la imagen revela un sentimiento: impotencia. Foto: Carlos Castro/Europa Press

Los incendios tienen algo de irracional, que desafía a la lógica y que precisamente por eso los hace más aterradores que otras desgracias. Todos nos vemos capaces de echar una mano a quitar escombros o cosas por el estilo, pero cuando hablamos de fuego... ya no vale la voluntad y el optimismo, hay que saber lo que se hace y a veces ni así, como demuestra el fallecimiento del brigadista de Zamora.

Ayer en Lugo veíamos llover ceniza. Incluso pequeñas ramas que conservaban intacta su forma aterrizaban en la ciudad pero totalmente huecas de vida y de contenido. Al tocarlas se deshacían porque sólo era ceniza con formas. Terrible.

Cuando los fuegos son intencionados, entonces la cosa cambia de tercio y se convierte en un atentado, lisa y llanamente, y a veces con víctimas como hemos visto. Quizá no podamos llamarlo terrorismo, porque su objetivo normalmente no es infundir el miedo sino incrementar la cuenta bancaria, pero sin duda es uno de sus efectos secundarios.

Siempre se dice que la mejor forma de extinguir un incendio es que no comience, o que al menos haya labores de prevención, limpieza de montes, creación de cortafuegos… y sin duda ese es el camino, el de intentar evitar que estas cosas pasen. Lo malo es que es más fácil de decir que de hacer, y los mismos que ahora se ponen como hidras, normalmente con motivación política, defendían lo contrario cuando la ola de fuegos que se produjo cuando en la Xunta gobernaba el bipartito… y viceversa. La imagen de Feijoo con la manguerita es difícil de olvidar. Esa puñetera manía de convertir todo en armas arrojadizas a la búsqueda del voto fácil es lo que tiene.

Mientras todo se politiza el monte arde por los cuatro costados, y en lugar de buscar soluciones (que no son sencillas, como ya hemos dicho) se buscan excusas que, si bien pueden ser creíbles porque la ola de calor es histórica, también es cierto que nos pillan muy cansados de tanta palabrería. Creo que más que avanzar hemos retrocedido.

En los años 80 hubo una campaña que entró en el imaginario colectivo y que en lugar de echar la culpa a los demás se centraba en algo positivo: “todos contra el fuego”. Firmado por ICONA, y con participación de un montón de famosos de la época, la campaña se proponía concienciar de los peligros de las barbacoas campestres, las colillas arrojadas desde los coches y demás causas de incendios involuntarios. Duró varios años y probablemente la más recordada de las campañas fue la que contó con la participación de Serrat.

https://youtu.be/Iuutni826aw?t=45

Probablemente hoy sería considerada una campaña fruto de la candidez, ya que se entiende que la mayoría de los incendios no sólo son provocados, sino que son intencionados. No se trata de pirómanos, que son una fracción de los que echan la gasolina y la cerilla, sino que se responde a intereses económicos, que es todavía más triste si cabe.

Lo que parece claro es que ningún gobierno está siendo capaz de hacer nada. Ni los cambios normativos ni las campañas están sirviendo de gran cosa, y a día de hoy O Caurel arde sin freno y estamos perdiendo nuestros más hermosos bosques, nuestros pulmones colectivos, y nada invita al optimismo.

5 comentarios:

  1. Estimado Luís,
    Vostede que está máis relacionado cos políticos se cadra coñece algún que estaría disposto a implantar unha prohibición ás novas plantacións de pinos e eucaliptos, limitar ou prohibir os usos cinexéticos, gastar cartos todo o ano (tódolos anos) en acondicionamento, rexeneración e vixiancia do monte, implantación de novos cultivos e gandeirías, obrigas ós propietarios (incluso, e especialmente, os ausentes), banco de terras, obriga de astillado e recuperación de monte queimado, esixencia de seguros nas plantacións, xestión do desbrice (incluso con lumes controlados),... ; e resto de medidas útiles.
    Eu non coñezo ningún disposto, e se o houbese, seguro que propoñendo iso non sairía elixido (e non me quero nin imaxinar a campaña en contra que recibiría por parte de Ence, Finsa, cazadores, propietarios ausentes, oposición e incluso os que hoxe choren polo queimado).
    E o peor é que con todo o anterior non chega, porque vai da man da revitalización do rural, de que ese monte teña unha rendibilidade máis alá de plantalo e vir de fora a vender os pinos cada 20 anos, que haxa xente vivindo nas aldeas en boas condicións, etc. E iso é aínda máis caro.

    Así que a culpa creo que non é de que os gobernos non sexan capaces, é que non se quere que o sexan.

    No que si concordo é en que nada invita ó optimismo.

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    1. Digamos que mi relación con los políticos es más bien tirante. Salvo alguno que es buen amigo, pero al margen de su actividad.

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    2. Bueno. La zona con menos incidencia de incendios es A Mariña y proximidades. Justo donde hay más eucalipto plantado. A lo mejor tiene algo que ver el hecho de que los productores se preocupan por su inversión.
      Prohibir y prohibir provoca abandono. Y ese abandono es la antesala del fuego.
      Sigamos prohibiendo. Y no nos quejemos, después, cuando pasa lo que pasa.

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    3. Que no haga calor allí a lo mejor también influye.

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  2. Más o menos el mismo que en Asturias.

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