El Elona quimperiana y el Mejillón de río, dos protagonistas del debate ecológico y político en Lugo Fotos: Wikipedia y La Voz de Galicia |
Los mejillones de río fueron la piedra en el camino que nos dejó sin playa fluvial. Un argumento medioambiental que el informe de la Xunta esgrimió para tumbar un proyecto por el que llevamos esperando años y que, con las consabidas formas chapuceras municipales, se sacó del cajón a pocas semanas del verano sin la debida reflexión y oportunos análisis antes de pretender ejecutarlo.
Pero la vida es así de irónica. Ahora le toca el turno a un sencillo caracol. Un caracol tan especial que está protegido porque está en peligro de extinción, y que tiene la costumbre, por lo visto, de aparearse y residir precisamente en la zona donde se pretende hacer la Ronda Este, un proyecto que se está poniendo en duda en las últimas semanas tras años de tramitación sin que nadie dijera esta boca es mía.
Más allá de la oportunidad política de poner este tema sobre la mesa como epicentro de una campaña electoral municipal, algo harto llamativo ya que el proyecto es ajeno al Ayuntamiento, lo suyo es entrar al fondo del asunto y ver si tienen razón. La Xunta no puede venir ahora a esgrimir que el argumento medioambiental es una “excusa” cuando esa misma administración usó ese criterio para tumbar lo de la playa fluvial. O estamos a setas o estamos a Rolex.
Si les soy sincero, más allá de que el caracol saque los cuernos al sol, el hecho de afectar al parque del Rato me chirría enormemente. Es una zona preciosa, un paseo que muchos hacemos con cierta frecuencia, y un remanso de paz que sólo se ve interrumpido por los muchos coches que por allí transitan, aunque como lo hacen en una cota más alta tampoco es que sean muy agresivos. Precisamente ese tráfico es el que se pretende retirar de ahí, o esa es la idea, pero parece como mínimo contradictorio que para salvar la tranquilidad del parque haya que destruir una parte del mismo.
La Xunta ha variado el trazado para que la afectación sea menor. No conozco en profundidad el tema como para saber si eso supone una agresión grave o leve a la zona afectada, pero la verdad es que los que conocemos el pequeño bosque que queda por encima del Rato no nos imaginamos completar ese paisaje con una autovía de cuatro carriles o un viaducto que le pase por encima.
¿Hay alternativas? Probablemente sí, casi siempre las hay. Si en lugar de partir desde donde tienen pensado lo hicieran desde la rotonda de la Nacional VI que está junto a la gasolinera del Miño no habría esa afección al parque, pero sí a casas de gente, algunas influyentes, que pelearían para que no les perjudicasen a ellos sino al caracol.
Otra vía sería tunelar, pero claro, eso es más caro y en lugar de gastarse unos milloncejos en una obra útil es mejor destinar 50 millones de euros en una estación intermodal absurda. Ya saben, cosas de la política, el único campo en que todos los que intervienen saben que se va a cometer un error pero ninguno tiene el cuajo de dar marcha atrás porque los demás le acusarían de “ir contra el pueblo de Lugo”. Es lo que tiene cuando usas consignas en lugar de argumentos.
El caracol del Rato es el reverso tenebroso del mejillón del Miño, o viceversa según el color del cristal con que lo miren, pero es difícilmente rebatible que el argumento es exactamente el mismo, por lo que cualquier variación de postura de unos u otros no es otra cosa que mero oportunismo político.
Aquí toca analizar si esas especies están en peligro, si las obras les afectan y si los argumentos son válidos o simples excusas para torpedear, pero con igual rigor y seriedad en ambos casos. No podemos dar por bueno un argumento sin el otro por simpatías o afinidades, porque de lo contrario entraríamos en la misma trampa habitual.
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