Creo que las elecciones están en la movilidad. Los problemas de aparcamiento, las vueltas eternas que hay que dar para llegar a puntos cercanos, los líos con el carril bici, los precios disparatados de los aparcamientos municipales, la mala gestión del autobús urbano… son cuestiones del día a día en una ciudad que debería tener una fluidez relativamente sencilla por su configuración y tamaño pero que en realidad son quebraderos de cabeza terribles para los usuarios.
No todo es culpa de la administración. Hay particulares que también son para darles de comer aparte. El otro día en Montevideo vi cómo un señor, por que se lo dijo Dios, paró en medio y medio del carril para bajar unos bultos... y tenía un enorme espacio para aparcar un momento delante justo de donde paró. Pero para qué... los demás que se fastidien, y si encima no hay vigilancia, pues ahí nos vamos.
Pero además de esos comportamientos incívicos y de la nula presencia policial, la mayoría de las cuestiones se deciden en los despachos municipales. Veamos algunas.
Cuando se peatonalizó la ronda de la Muralla frente a la Mosquera, en contra del plan de tráfico vigente, se tomaron decisiones adicionales de difícil explicación, como hacer que los coches dieran toda la vuelta por Ramón Ferreiro y el cuartel de la Guardia Civil en lugar de subir por delante de Maristas como venían haciendo y enlazar a través de Hermanitas con San Roque. Por otro lado, la mal llamada peatonalización del centro, que en realidad será una simple reducción de coches sin que ni el ayuntamiento sepa cuántos dejarán de pasar por el recinto amurallado (no han hecho ni un solo cálculo sobre eso) está provocando, como era de esperar, la saturación de García Abad, una calle a la que ya le costaba absorber el tráfico que pasa por allí, y que ahora ha empeorado con colas que llegan hasta la Ronda del Carmen. Esta cuestión atañe al concejal de movilidad, Rubén Arroxo, que tiene la virtud de escurrir el bulto con maestría, algo que le vendrá bien el próximo domingo para arañar unos votos.
Las posturas pendulares del gobierno de Lara Méndez sobre la ORA tampoco ayudan. Ni siquiera los más críticos con ese sistema, entre los que me cuento, pueden ser absolutistas con ese tema y sorprendentemente la alcaldesa pasó de proponer extenderlo exponencialmente, abocando a un colapso del tráfico porque suponía poner a dar vueltas a 8.000 coches cada dos horas, a retirarlo totalmente. Ni tanto ni tan calvo. Hay zonas donde se pueden y se deben establecer limitaciones de aparcamiento por tiempo pero no necesariamente han de cobrar a los usuarios, que hay muchos sistemas. Los entornos de administraciones, por ejemplo, son el más evidente de todos.
En cuanto a los problemas para aparcar, es cierto que son un mantra habitual en casi todas las ciudades, pero no en la gloriosa abundancia de la nuestra, en que hasta en los barrios más alejados es complicado encontrar un estacionamiento. En Lugo se ha optado por reducir plazas a lo loco sin dar ningún tipo de alternativa, y la solución se ha politizado, una vez más, pidiendo que la Xunta abra su aparcamiento (que da acceso directo al edificio administrativo) mientras se mantiene cerrado el de la Diputación por la misma y razonable razón. Se han abierto, eso sí, algunas isletas de aparcamiento muy favorables, pero claramente insuficientes en proporción a las plazas eliminadas, y otras que están en construcción se hacen sacrificando unos árboles magníficos que podían haberse quedado ahí sin problema alguno pero que han caído bajo la piqueta de la nota de prensa.
El autobús urbano sería la alternativa razonable a todo esto. Peatonalizar, reducir aparcamientos y sacrificar el vehículo privado me parece algo totalmente lógico… siempre que se den opciones. Un autobús rápido, frecuente, bien organizado y eficaz es la mejor receta para reducir la circulación de coches, pero la reforma realizada no cumple ninguno de esos requisitos. Ni siquiera han sido capaces de poner a funcionar esa aplicación en tiempo real que tanto anunciaron, y menos mal que tenemos Moovit, la aplicación israelí gratuita que funciona como un reloj y que informa perfectamente de los recorridos. Se ve que es posible, sólo que el gobierno municipal ha optado por dedicarse a otras cosas.
Otra opción para poder acceder al centro sería dejar el coche en el aparcamiento… pero los públicos han disparado sus precios porque así lo ha decidido el gobierno de Lara Méndez. Más de dos euros la primera hora en los tres subterráneos mientras, por ejemplo, el de Ánxel Fole (junto al antiguo Banco de España) cuesta 1,75 esa misma hora… Así difícilmente animamos a la gente a usarlos.
Todas estas cuestiones se pretenden tapar con chocolatadas, fiestas y bailes pero habrá que ver qué pesa más el domingo, si el circo o el uso diario de la ciudad.
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