La excusa de la prueba de carga

Plaza de Santo Domingo. Foto: El Progreso

No acabo de ver la lógica a la prueba de carga que anuncia el Ayuntamiento para modificar el proyecto de Santo Domingo, que implica la destrucción de zonas verdes, algo contra lo que me atrevo a decir que la sociedad en su conjunto está clamando.

Hasta donde yo entiendo, y aunque es cierto que no soy técnico he consultado con varios antes de escribir esto, las pruebas de carga se hacen normalmente al terminar una obra para ver si soporta el peso para el que estaba concebida. Es muy típica en puentes, por poner un ejemplo, aunque no es que eso nos tranquilice mucho a los gallegos pensando que los de la A6 la pasaron y se fueron al suelo, milagrosamente antes de abrir al tráfico.

Pero a lo que íbamos, el Ayuntamiento dice ahora que hará pruebas de carga en Santo Domingo para ver si el forjado del aparcamiento resistiría el carril que ha diseñado, proyectado, aprobado y adjudicado, y que se lleva por delante el total de la ya escasa zona verde de esa plaza. Mi bola de cristal dice que el informe técnico resultante va a decir que “desaconseja” que se lleve a cabo ese carril, y si no, al tiempo.

¿Por qué me atrevo a adelantar ese resultado? Porque es la única razón que explique llevar a cabo esa prueba después de aprobar y adjudicar el proyecto y no antes, que sería lo lógico. Están buscando una excusa, una salida legal para “obligar” a la empresa adjudicataria consentir una modificación del pliego de condiciones que ganó, sin que ello dé lugar a otra indemnización millonaria.

En cualquier caso, el dilema para el Gobierno Local es terrorífico: si la prueba sale bien, es decir, si la estructura resiste el paso del tráfico (y por sentido común lo resistiría) se quedan sin argumentos legales para cambiar el proyecto aprobado y, por lo tanto, se los comen con patatas los colectivos y la ciudadanía, que están mostrando una unanimidad sin fisuras contra la intención del Gobierno de cargarse la zona verde. Si sale mal, y “desaconsejan” el carril ahí, habrán demostrado que hacen las cosas a lo loco y que han dilapidado un buen dinero público en redactar un proyecto que no se puede realizar “por cuestiones técnicas”. En cualquier caso bien, lo que se dice bien, no van a quedar.

Pero todo esto es la consecuencia de cómo se han hecho las cosas y cómo se suelen hacer en Lugo. En lugar de exponer, argumentar, dialogar o contrastar los proyectos sacan a las carreras lo primero que se les pasa por la cabeza, asesorados por gurús que parecen alérgicos a todo lo verde que no esté en maceta. No hay reflexión, debate ni exposición pública, cosa que siempre me sorprende. Esto, en mi opinión, refleja una sorprendente falta de confianza en los propios argumentos.

Si uno cree tener razón no tiene problema alguno en debatir con quien haga falta y, ahí está la grandeza del diálogo, modificar aquellas cuestiones en que pueda haber metido la pata, que a todos nos pasa.

Proyectar una reforma de no sé cuántos millones de euros sin saber si se puede llevar a cabo porque está pendiente de la “prueba de carga” es una barbaridad. Hacer esa “prueba de carga” en Santo Domingo, pero curiosamente no hacerla en la Plaza del Ferrol hace sospechar que están buscando ya la salida “técnica” a una metedura de pata más.

En cualquier caso, es tan esperanzador que estén buscando excusas para hacer caso a la gente como deprimente que no reconozcan que están buscando cómo hacer caso a la gente.