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viernes, 1 de septiembre de 2023

Réquiem por unos árboles

A la izquierda(foto: El Progreso) los árboles derribados a la derecha (foto: La Voz de Galicia)


Un sábado por la tarde del mes de agosto... si llega a ser festivo habría sido igual que cuando el Gobierno Local de Lugo aprobó el nefasto convenio del Garañón. Ese fue el momento elegido por la Diputación Provincial de Lugo para llevar a cabo la tala de unos árboles cuya desaparición provocó el rechazo de una parte considerable de la ciudadanía (ante la pasividad de la otra parte, todo hay que decirlo).

Por si fuera poco que la maniobra se hiciera intentando esconderla a la opinión pública y aplicar una política de hechos consumados, falta por ver si se ha cometido un delito, algo que ya están investigando la Fiscalía y el Juzgado.

Aquí hay varios puntos sobre los que apoyar la teoría de que las cosas no se han hecho bien.

En primer lugar, se aduce un supuesto informe del servicio medioambiental de la Diputación, informe que no han presentado al público y que habrá que ver si está firmado digitalmente como se hace ahora con todos, lo que permite ver si es anterior a la tala, un tema que no es menor. Estoy dispuesto a apostar dinero a que si aparece el famoso informe, tendrá firma manual y fecha puesta “a mano”… saquen ustedes sus conclusiones.

En todo caso, habría que ver cómo justifica dicho informe la terrible enfermedad de los árboles talados cuando una profesora del Campus de Lugo de la Universidad de Santiago de Compostela, especialista en la materia, ha declarado públicamente que no, que los árboles estaban en perfecto estado y que no es justificable su derribo.

Si todo estuviera bien y no hubiera nada que ocultar, ¿por qué los trabajadores de la Diputación no dejaron entrar a los agentes medioambientales de la Xunta cuando, a raíz de una denuncia, fueron a investigar qué estaba pasando? ¿No sería más lógico que les acompañasen a ver los árboles supuestamente dañados para que certificasen la realidad del tema?

Por último, y no es un tema menor, habrá que ver si la Diputación tenía la oportuna licencia para el derribo de dichos árboles y, de tenerla, el Ayuntamiento (que, además, es el propietario de la parcela y de los árboles) tendrá que explicar qué le han hecho las zonas verdes del casco histórico para tenerles tal alergia y pretender cargarse toda cuanta vegetación cae bajo sus manos.

Lo más probable es que no pase nada. En una ciudad que aplaude el derribo de unas torres autorizadas y avaladas por el mismo ayuntamiento que ahora se arroga el mérito de su derribo; en una ciudad que mira para otro lado mientras se hacen barrabasadas en el Fluvial y se saltan las normas como les sale de la piragua; en una ciudad en que es un “éxito” colocar una cafetería por 100 euros al mes cuando inicialmente se pedían 2.000… sería curioso que hubiera problemas serios por unos pobres árboles que han caído bajo la piqueta de la ignorancia y el hormigón.

En Lugo nunca pasa nada.

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