Los niños del colegio Rosalía de Castro no pueden realizar actividades extraescolares en las instalaciones del centro fuera del horario lectivo porque el conserje está de baja y el Ayuntamiento de Lugo, responsable de esa plaza, les dice que “no puede” poner una persona en sustitución, a pesar de que hay listas para ello. Tampoco se les garantiza encender la calefacción del colegio porque “no pueden” mirar el nivel de combustible existente para encargar más ya que la persona que les mandaron no llevaba las llaves correctas y sólo puede ir en horario de mañana.
En contrapartida, de lunes a viernes de 16.30 a 20:30 hay personal en el edificio llamado “impulso verde” que está abierto no se sabe para qué, puesto que no tiene más contenido que una exposición de autobombo explicando lo importante que es para el futuro de la humanidad el haber hecho ese edificio que no tiene uso alguno, lo que es la antítesis de la ecología.
Se me ocurre una solución muy sencilla: lleven a los niños a hacer las actividades por las tardes en ese edificio. Matamos dos pájaros de un tiro: solventamos la falta de acceso a las instalaciones del colegio y les damos algo con qué rellenar una construcción que ha costado una fortuna - entre uno y dos millones de euros, dependiendo de a quién le pregunten - y que está ahí muerto del asco.
Recuerden: cuando desde el Ayuntamiento de Lugo les digan que no hay recursos para hacer algo interprétenlo en su justa proporción. Lo que les están diciendo en realidad es que no hay recursos para hacer “eso” porque se lo han gastado en otra cosa, como un edificio sin uso o unas bañeras colectivas que son un fracaso, lo que era obvio desde el primer momento.
Tiramos un millón por aquí, dos por allá, otros cuatro por acullá… y así claro que no hay dinero que llegue.
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