En este tipo de actos no hay mejor innovación que no innovar |
La emoción que produce ver cientos y cientos de preciosos caballos (unos 700 según decían) paseando por un casco histórico tan bonito como el de Mondoñedo es difícil de describir en palabras. Ni música, ni coloridos disfraces, ni cintas en las crines... nada más que caballos y las familias que los guiaban (niños incluidos) desfilando por el centro de una ciudad histórica y encantadora, desafiando a un mal tiempo que no consiguió espantar a un público que apenas comentaba lo que veía, supongo que porque como yo estaban boquiabiertos. Sólo se escuchaban los cascos de los caballos contra la piedra, la perfecta banda sonora.
La nota de color (es una ironía) la puso una cebra, o lo que parecía serlo, que no tengo ni idea de qué pintaba allí, pero que llamaba la atención en medio de los demás equinos.
La concentración de los caballos frente a la Catedral duró unos minutos pero deja una estampa difícil de igualar, y quiero insistir en que la sencillez es la clave de todo esto.
As San Lucas tiene el privilegio de ser la feria más antigua de Galicia, remontándose al siglo XII. No sé si la bajada de los caballos es tan antigua, pero en todo caso encaja perfectamente con el espíritu y la esencia de una feria puramente medieval que se basa principalmente en el atractivo de estos impresionantes animales. Hoy hay subasta y concursos de morfología y demás, así que si les coincide pueden acercarse a verlos con más detenimiento de lo que pudimos hacer ayer.
Me avergüenza decir que nunca había visto esta bajada, pero algo me dice que repetiré. Había ido a la Rapa das Bestas de Boimente, en Viveiro (concretamente en el Curro de Candaoso) y me pareció un espectáculo en toda regla. Si les coincide, es el primer domingo del mes de julio desde hace más de 50 años e incluso ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Este tipo de ferias y actos huyen de la innovación. Buscan precisamente lo contrario: la permanencia, la tradición, el mantenerse hoy igual que hace casi mil años, y ahí radica su innegable magnetismo, en su sencillez, que emociona como pocas cosas que haya visto.
Si les coincide, anoten ya para el año que viene el 17 de octubre como un día para visitar Mondoñedo y ver la bajada de los caballos a la ciudad. Es una de esas cosas a las que, al menos una vez en la vida, hay que ir.
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