Decíamos el otro día que la anunciada reforma de la plaza de la Constitución era calificada, como todas las reformas de esta ciudad, de “amenaza inapelable” por personas como Emilio Valadé, cuyo buen gusto y conocimiento de la ciudad son difíciles de rebatir. Hoy, lamentablemente, volvemos a traer esta expresión a colación porque ya han empezado las obras de “humanización” de la zona del Carmen y sus primeras víctimas han sido varios árboles que había en la placita que está junto a la capilla.
No sé qué tiene el Gobierno de Lara Méndez contra los árboles y las zonas verdes, que se empeñan en destruir, reducir o encorsetar en una especie de tiestos cuyo futuro es negro, o mejor dicho marrón. Marrón como están todos los pobres arbustos que pusieron en la calle Lamas de Prado, que vio cómo reemplazaban los proyectados árboles por unos tristes cubos de tierra que, como era previsible, están ya marchitos.
No deja de ser curioso que mientras se gastan más de medio millón de euros en destruir la personalidad y la esencia del Carmen y de la zona metiendo, una vez más, hormigón y asfalto donde antes había encantadores caminos que sólo la falta de cuidado convertía en lodazales, la techumbre de la capilla se cae, literalmente hablando, ante la pasividad de los “protectores” municipales.
Por supuesto tampoco hay ningún tipo de plan de regeneración de viviendas así que mientras despilfarran nuestro dinero en cambiar suelos, eliminar plazas de aparcamiento (por cierto, sin crear aquel supuesto parking que iban a meter en la parcela tras la capilla, quizá porque lo anunciaron sin caer en la cuenta de que es ilegal tal y como se denunció en este mismo blog) y reformar lo que sólo necesitaba, o bien un cuidado más constante o un intento mucho más ambicioso que contase con los propietarios de la zona, no hay ninguna previsión para dar una solución realmente interesante para el Carmen.
Lugo está sufriendo, una vez más, la miopía cortoplacista de quienes sólo piensan en gastar a lo loco el dinero que se obtiene de subvenciones europeas y, eso siempre, destruyendo zonas verdes para meter más cemento.
No sé qué diría San Froilán de la “mejora” que están haciendo frente a la casa donde nació, pero supongo que, como tantos hacemos cuando vemos que se convierte una zona en un espacio anodino, lloraría.
Estimado Luís,
ResponderEliminarHai pouco lin unha cita nun libro do botánico Francis Hallé que di:
"Sexa cal sexa oficio que exerzas, nun momento dado preguntaraste se non estás perdendo o tempo, incluso se a actividade que realizas non é prexudicial. Tanto da se es comerciante, arzobispo, pescador, músico ou médico; tarde ou cedo terás a impresión de estar perdendo o tempo. So existe unha excepción: se plantas árbores, é seguro que o que fas está ben".
Hai alguén que debería reconsiderar que fai ca súa vida cando en vez de estar plantando árbores está empeñándose en empedrar o sitio que ocupan.