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jueves, 23 de noviembre de 2023

La tomadura de pelo del Black Friday

Hay pequeños comercios de Lugo que se han negado a participar en el Black Friday. Hacen bien.

Hace un par de días un concejal del ayuntamiento de Lugo, del PP, publicaba un post en redes sociales que dice lo siguiente: "Apoyando al pequeño comercio". Hasta ahí bien. Lo malo venía después: "Black Friday una estrategia de ventas que ha llegado para quedarse. Totalmente instalada en Lugo ofrece a los pequeños comerciantes una posibilidad de reavivar sus comercios, añadiendo la personalidad y la cercanía como seña de identidad ante las grandes superficies comerciales"... y se quedó tan ancho.

Mi primera reacción fue releerlo varias veces para ver si lo había entendido mal, pero no, no da mucho lugar a la interpretación. Le avisé de que eso era un disparate y me respondió que se lo había dicho un comerciante del centro...

La realidad del Black Friday es muy distinta.

Para empezar, según el informe publicado por la OCU estos días, las presuntas ofertas que se lanzan a través de Internet son, literalmente, una estafa, ya que no sólo no se reducen los precios sino que se aumentan. 

La OCU realizó el seguimiento de 18.000 productos en distintas páginas web durante los últimos 30 días y los resultados del análisis son terribles: ninguno es más barato que el mínimo de los anteriores 30 días, un 64% son iguales a ese mínimo y en el 36% de los casos los precios era más altos. En páginas como Carrefour, Mediamarkt, El Corte Inglés y PC Componentes han subido de media entre un 19 y un 25% los precios. Pero la gente sigue picando porque le ponen en grandes letras ¡OFERTA! y se vuelven locos con ellas.

Para la gran empresa es un negocio redondo: mientras los pardillos pican y compran más caro que hace unos días, el pequeño comerciante se ve forzado a hacer rebajas reales y si se van al cuerno es menos competencia.

Analicemos ahora la realidad de ese pequeño comercio.

Los márgenes del comerciante son a día de hoy más reducidos que antaño, y el Black Friday supone un torpedo a su línea de flotación a pocos días del comienzo de la campaña comercial más importante del año: la navideña.

Pobre del comerciante (incluido el informante del concejal) que cifre sus esperanzas en vivir de los productos con descuento y de las ofertas. A menos que tenga unos márgenes disparatados, cosa que no es habitual, está condenado al fracaso porque de las ofertas no se vive.

Bien es cierto que gran parte de la culpa de todo esto la tienen las continuadas campañas de rebajas que, bajo nombres muy anglosajones, nos bombadean todo el año: que si "mid season", que si "gold week", que si "red tuesday"... Pero recuerden que quienes pueden hacer eso son las grandes cadenas, esas cuyo objetivo no es hacer ciudad sino únicamente hacer caja... y que transmiten la sensación de que comprar a precio normal es de idiotas. ¿No han pensado por qué se pueden permitir bajar los precios continuamente? ¿No será que en el periodo "ordinario" los tienen muy inflados?

Los pequeños locales hacen también descuentos en rebajas y a final de temporada. Yo mismo he organizado a través de Lugo Monumental eventos comerciales basados en los saldos, pero son a final de temporada para liquidar stocks, que no es lo mismo ni de lejos.

En todo caso el seguimiento que el cliente hace de los precios de los locales de cercanía no tiene nada que ver con el de los que pican en esas webs que disfrazan las subidas de precios de oferta (insisto, según datos de la OCU, que no me los invento).

A todos nos gusta pagar menos por un producto, claro está, pero no siempre es todo tan transparente y limpio. A veces nos engañan y, encima, arrastran a quienes tienen difícil ajustar márgenes a tirar los precios en una campaña que, por si fuera poco, se nos vende como una "oportunidad" para la pequeña tienda. Pues no, no lo es.

Así que en definitiva recuerden que las pequeñas empresas locales son las que crean empleo en nuestras ciudades, las que pagan sus impuestos aquí y las que mantienen vivas nuestras calles. Para estas tiendas no somos números, somos personas, y si bien es evidente que hay un legítimo ánimo de vivir de sus negocios, la incidencia que tienen en nuestro día a día es mucho mayor que la de los grandes monstruos digitales.

Recuerden la sensación de vacío cuando tras el confinamiento podíamos salir y estaba todo cerrado a cal y canto. Ustedes elijen qué futuro quieren.

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