No suelo hablar de política nacional en el blog, pero oigan, la ocasión lo merece.
Salvo que vivan en una cueva (en cuyo caso es difícil que lean esto) se habrán enterado de la situación: se han abierto diligencias previas, al admitirse a trámite una denuncia contra Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, por un supuesto delito de tráfico de influencias. Por ahora solamente se ha abierto una investigación, ni siquiera se ha acusado formalmente a Begoña Gómez de nada.
La reacción del Presidente no se ha hecho esperar. En una carta a los españoles hace una emotiva reflexión sobre las consecuencias de esta situación para su familia y su mujer, de la que se declara enamorado, y se plantea la dimisión.
Soy muy consciente de que tras las figuras políticas o de cualquier orden, hay personas de carne y hueso (me repugna el término "personas humanas", como si pudiera haber "personas canguro") y que sienten y padecen como el que más. Los ataques a las personas a las que quieren, sean justificados o no, se perciben incluso con más intensidad que a ellos mismos, y eso es más que comprensible. Tan comprensible que en una situación normal podría creerme la carta.
El problema es que Sánchez nos ha mentido reiterada e impunemente hasta la saciedad. Por si les parece una afirmación gruesa podemos traer como prueba algunas de las más groseras, por su trascendencia política e incluso institucional:
- No pactaré con Bildu.
- "No es no y nunca es nunca"
- No indultaré a los presos del procés
- No reconoceré la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental
- La amnistía es inconstitucional y no se aprobará
Esta costumbre de decir una cosa y hacer la contraria es la que me plantea dudas, no sólo del resultado de su periodo de reflexión, sino de la existencia del mismo. Suena más a una movilización a la adhesión personal que a una sincera reacción de un "hombre enamorado".
No sé si conocen la serie "House of cards", en que una pareja de psicópatas, los Underwood, planifican el asalto al poder logrando incluso la presidencia de los Estados Unidos. En la segunda temporada Frank Underwood amaga con dimitir para lograr este tipo de adhesiones personales, que es exactamente lo que está haciendo Sánchez, sea auténtica o no la "reflexión".
En caso de que todo sea una estrategia, que no sería raro en él, el primer objetivo del Presidente estaría sobradamente cumplido. Ha desviado la atención de los problemas judiciales de su esposa. Nadie habla del fondo del asunto sino únicamente del "período de reflexión".
Se nos ha plantado cual Hamlet, con su "Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Que es más noble para el espíritu?, ¿sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el mar de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?".
Estoy dispuesto a apostar dinero a que el lunes nos anunciará, tras ese complejo debate consigo mismo, que por el bien de España, por la lucha contra la fachosfera y las demás grandes palabras que suele utilizar, que hará el supremo sacrificio de seguir al frente del Gobierno a pesar de los pesares. ¡San Pedro I, mártir de España!
Pero la cuestión va un poco más allá que el circo mediático y la cuestión anecdótica de buscar un apoyo recurriendo a la emoción en lugar de a la razón. Aquí hablamos de que un Presidente del Gobierno deja sus funciones durante unos días, no porque hayan secuestrado a un hijo o tenga una enfermedad terrible, sino porque un juzgado ha admitido a trámite una denuncia en que podría estar implicada su mujer. No hay condena, no hay causa todavía... no hay nada más que unas diligencias previas.
Poca fe parece tener el señor Presidente en la justicia de este país. Si como dice todo son "burdas mentiras" la causa se archivará sin más y no habrá ninguna consecuencia... salvo las que toda la clase política ha alentado durante años, y aquí tanto unos como otros han caído en lo mismo. Elevar a condena una acusación es un mal muy extendido de este país, y el PSOE lo ha hecho igual que los demás. Baste recordar que Francisco Camps, a día de hoy, no tiene ni una sola condena y sigue siendo el epítome de la corrupción en el imaginario popular.
El PP ha hecho exactamente lo mismo, lo que es una gran decepción porque sería razonable esperar que al haberlo sufrido entendiesen la importancia de la presunción de inocencia, pero les ha podido el oportunismo político, como a los demás.
En Lugo curiosamente la diputada Lara Méndez está poniendo por todas partes como ejemplo el acoso al que fue sometido Besteiro... pero curiosamente no menciona nunca que su propio partido sacrificó a Orozco por lo mismo: porque prefirieron los barcos a la honra. El exalcalde fue obligado a renunciar por sus propios compañeros de partido, y todo por acusaciones que acabaron en nada. Así que menos lecciones de moral.
En el caso de Sánchez la contradicción es todavía más grosera. Me choca bastante que se rasgue las vestiduras porque "atacan a su familia". El señor Presidente tiene bastante que callar porque fue él mismo el que mencionó desde la tribuna del Congreso de los Diputados como ejemplo de corrupción a una persona que no ha sido condenada por ningún cargo, y sólo porque es el hermano de una rival política ("me gusta la fruta"). No lo mencionó por ser un corrupto, que no lo es según la justicia, sino por ser familia de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Me podrán decir que el novio de la señora Ayuso "parece más culpable", y no se lo voy a discutir (aunque quienes piensen eso de nuevo siguen sin entender la presunción de inocencia), pero de aquella eso no se sabía, no es argumento.
Así que, señor Sánchez, a llorar a la llorería.
Si quiere dimitir, dimita, y si quiere seguir, siga, pero déjese de circos.