Algunas de las 20 personas que participamos en la actividad, disfrutando de un magnífico bosque |
Ayer me apunté a una actividad que, aparentemente, no me pega ni con cola: un “baño de bosque”. Les voy a ser brutalmente sincero como acostumbro: si me animé a acudir fue por curiosidad y porque la actividad la organizaban los amigos de O Forno de Catuxa, una casa recientemente abierta y que le da un enfoque diferente al turismo rural, con una decoración tan variada como original y cuidada y un ambiente de familiaridad que no se encuentra en ninguna otra parte. Reconozco que fui con unas expectativas tirando a bajas… y me llevé una grata sorpresa, porque realmente sí mereció mucho la pena.
Les resumo de qué va la cosa: un paseo silencioso hasta una hermosa carballeira, donde nos relajamos (de hecho tanto que yo me dormí unos minutos), y nos dedicamos a observarlo todo y ser conscientes de nuestros propios cuerpos, todo ello guiado por Edgar Tarrés, un profesor de la universidad de Girona especializado en este tipo de temas. Dicho así suena un poco simplón, pero es que es algo realmente sencillo… y que no solemos hacer: dedicar algo de tiempo al silencio, a escuchar árboles, pájaros y nuestra propia respiración.
Este tipo de cosas, como les decía al principio, aparentemente no me pegan nada, y tanto es así que mis amigos y mi marido pensaban que estaba de broma cuando les propuse ir. Pues ya ven, no sólo es que sí me pegue, sino que lo que hicimos ya lo había hecho yo por libre (sin sistematizar) en muchas ocasiones porque al final una de las mayores ventajas de vivir en Lugo es que tienes hermosos bosques a pocos minutos de casa.
Me encanta dar paseos por el bosque acompañado de nuestro perro, Spock, aunque también es cierto que como es todavía un cachorro (tiene un año y dos meses, ya casi es adolescente) no es que me pueda sentar a relajarme como ayer. Pero eso sí lo hacía cuando iba con Ducki, que como ya tenía sus años apreciaba igual que yo sentarnos en medio del bosque con una manta, y se tumbaba a mi lado. Nos quedábamos allí tranquilamente escuchándonos el uno al otro y disfrutando de los sonidos de la zona y estaba tan a gusto que perdía la noción del tiempo. A veces pasaban quince minutos y otras una hora y pico. Es de los mejores recuerdos que tengo con aquel maravilloso labrador.
Desde siempre me ha sorprendido que la gente se quiera marchar de Lugo, y es curioso que nuestros mayores tesoros, que son la tranquilidad, la cercanía de la naturaleza, la vida reposada… fueran despreciados por quienes buscaban “la gran ciudad” y sean lo que ahora busca todo el mundo. El perfil de personas que antes viajaban ha sido sustituido por las que hacen turismo, no es lo mismo ni de lejos, y ahora los primeros buscan otra cosa: esa paz, ese sosiego que nosotros damos por sentado.
Lugo tiene una oportunidad de oro de atraer a ese turismo de relax, de tranquilidad, amable con el entorno y que no busca canibalizar una zona sino disfrutarla, y aquí hay mucho que disfrutar como han sabido ver en O Forno de Catuxa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Derecho a réplica:
Se admiten comentarios, sugerencias y críticas. Sólo se pide cierta dosis de ''sentidiño'' y cortesía.