Esto se refleja tanto en los fondos como en las formas, y de esto último, lamentablemente, en Lugo podemos hablar mucho a la vista de las declaraciones más recientes de nuestros dirigentes locales.
En un escandaloso comportamiento propio de dictaduras cutres, en que a dos representantes de los lucenses, Mar Carballas y Flor Rubinos, se les impide acceder a un local público (un colegio) para presentar una actividad pública (la feria de un barrio) y financiado con fondos públicos, en lugar de alinearse con la pluralidad y la democracia, tanto el presidente de la diputación como el alcalde y el primer teniente de alcalde han elegido criticar a las víctimas de dicho comportamiento.
Es intolerable que nuestras principales autoridades locales hayan optado por echarse al monte y defender la tesis de que unas representantes de los lucenses pueden ser vetadas por intereses partidistas. De calificarlas de concejalas de segunda ya ni les cuento, porque no deja de ser un insulto no sólo a estas dos personas, sino a las que, en las propias listas de PSOE y BNG, ocupaban idénticos puestos. Se ve que el clasismo político ha llegado al Ayuntamiento, y puede que haya algo más detrás. Para redondear su indefendible postura les ha faltado decir que vestían como rameras.
Les soy totalmente sincero: me he sentido decepcionado. Este tipo de declaraciones marrulleras me las podía esperar de Tomé, e incluso de Rubén Arroxo, quien rompe con su imagen de tipo tranquilo y educado cuando se le menta al PP y se sale cada día con más facilidad de un guion que ya suena a impostado… pero no de Miguel.
Nuestro actual alcalde parecía una persona más mesurada e institucional y me esperaba que defendiera a sus compañeras de corporación ante un acto totalmente inapropiado. Me esperaba, en definitiva, que el alcalde venciera al político, que la institución pesara más que el partido, que el sentido común prevaleciera sobre la agresión de siglas. No ha sido así, y de hecho ha intentado modificar el conflicto para implicar a Elena Candia, que ni siquiera estaba allí, pero se ve que es la culpable de todos los males y responsable de las actitudes de un Jesús Vázquez que está desatado… y más que lo va a estar a la vista del apoyo recibido por sus benefactores (con dinero público, recordemos) y ahora paladines del odio. Le han dado carta blanca para que su bilis y su rabia sirva de ariete contra los adversarios políticos, financiando su chulería con nuestro dinero, insisto.
Tampoco creo que la más cercana consejera del alcalde, Olga Louzao, jefa de gabinete de Miguel, ayudase a moderar este mensaje ya que si algo le ha caracterizado es la tirria cerval e indisimulada que siente hacia Candia, y que le costó perder sus dos concejalías (cuando era de Ciudadanos, quiero decir, no ahora que está en el PSOE) porque, como muchos percibimos a tiempo, no nos garantizaba un cambio de rumbo en el Ayuntamiento. Quizá si quien susurra al oído del alcalde pidiera mesura y democracia la cosa habría sido diferente, pero no lo sabremos.
Quedan dos años para las elecciones municipales, pero quién lo diría. Parece que fueran la semana que viene a la vista de lo tensos y nerviosos que están nuestros dirigentes. Las encuestas auguran unas tablas (depende a quién le pregunten) y que la cosa está por los pelos para uno u otro “bando”, y quizá por eso han desenvainado las espadas con tanta antelación. Demasiada para lo que se espera de una gestión tranquila y sosegada de la cosa pública.
¿Y quién paga el pato de todo esto? El sufrido ciudadano, que ve cómo nuestros supuestos gestores están perdidos en batallas internas, guerras abiertas por asuntos que no atañen al día a día del lucense medio, quien sigue viendo empeorar sus servicios mientras el circo dialéctico se reduce a defender lo indefendible.
Pobre Lugo mío del alma… ¿Qué hemos hecho para merecer esto?
A mí este conflicto no me pilla por sorpresa. Ya hemos sido testigos de actitudes más que reprochables por parte de esa asociación de vecinos y su entorno. Sin embargo, reconozco que pensé en Miguel como alguien más moderado, y no imaginaba que pudiera participar en episodios como este.
ResponderEliminarDecepción absoluta con Olga, no la veía dentro de ese perfil.
Mar y Flor acudieron como dos personas más, entre las muchas que estaban allí. No tenían invitación porque no era necesaria: se trataba de un acto público. Del mismo modo que los organizadores no preguntaron a cada asistente cuál era su sensibilidad política, no entiendo cómo se puede justificar su expulsión simplemente "porque sí".
Si a Jesús no le llega el dinero desde la Xunta, no tiene por qué preocuparse: siempre le queda la Diputación y el Ayuntamiento, esos amigos que nunca fallan y siempre van de la mano.
Después, tienen la desfachatez de autoproclamarse como una asociación apolítica... Al menos hay que reconocerles que tienen valor para decirlo.
Tampoco Candia es una persona que me transmita una gran fiabilidad: una política 24/7, que da la impresión de decirte siempre lo que quieres oír, en campaña electoral constante. Ahora bien, no por ello creo que tenga nada que ver en todo esto.
La política española (y la mundial) atraviesa uno de sus peores momentos, y eso es cada vez más evidente.
Es la primera vez en mi larga vida de pregonero, promotor cultural, milagrosista de residencia, que escucho a alguien decir que un pregón de una feria - de cualquier celebración - es un acto privado, cuando por principio un pregón es para difundir - urbe et orbe, o casi - un acontecimiento que se quiere dar a conocer y que interesa que quien lo sepa participe. Como fue frente a la iglesia parroquial, parece bueno pedir: "Perdónales, Señor, porque no saben lo que hacen".
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