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viernes, 1 de agosto de 2025

¿Tiene sentido la tasa turística?

Lograr que la masa apoye una subida de impuestos es sencillo si se plantea acertadamente

Una de las formas más clásicas de conseguir que alguien responda lo que queremos es la forma de plantear la pregunta. Es prácticamente irrelevante el tema e incluso también las convicciones de la persona a la que se dirigen las preguntas, porque si se hace bien el planteamiento un altísimo porcentaje de la población responderá lo que el que las formula desea, con lo que el resultado es predecible y manipulable. Por eso soy poco partidario de las encuestas, porque no te cuentan el proceso sino únicamente un resultado que es fácilmente finalista.

Ahora mismo está sobre la mesa el tema de las tasas turísticas. Un nuevo impuesto que se disfraza de “compensación” para la ciudad destino del turismo de masas pero que se consulta a los locales, con lo que la respuesta más probable es que se posicionen a favor de cobrarla porque ellos no la van a pagar… en su ciudad. Es como Trump y sus arenceles, como los pagan los demás, a él se la sopla y la mayoría de sus ciudadanos aplauden con las orejas porque no ven las consecuencias de esos movimientos.

Coruña y Santiago acaban de implantar una tasa turística y Vigo está en ello. Seguramente son las tres  grandes ciudades con más turismo de Galicia y es muy golosa la tentación de poner un impuesto que sus votantes no van a sufrir directamente, con lo que no tiene repercusión en las urnas. Quizá sea al revés, lo venden como "los de fuera te pagan".

He leído un debate en que se plantea para Lugo y claro, la respuesta más habitual es “si lo pagan en otros sitios por qué no aquí”, que es más o menos la aplicación de aquello que nos decían de pequeños: “¿y si tus amigos se tiran por un puente tú también lo haces?”, con lo que el argumento no es tal.

No me entiendan mal, creo que esa tasa tiene cierta lógica en determinados casos. Por ejemplo,  en municipios como Foz, Barreiros, Miño, Sanxenxo… que aumentan espectacularmente sus poblaciones en época estival, podría tener una justificación real cobrar esa tasa. Estamos hablando de ayuntamientos pequeños que tienen una presión desproporcionada en la demanda de servicios, lo que no ocurre en las grandes ciudades. Santiago, por ejemplo, sustituye los estudiantes por turistas, por lo que la demanda de servicios probablemente sea similar, aunque ahí sí que cogido con pinzas porque puede que sea la única ciudad en que es justificable la tasa si bien con mucha incertidumbre.

El problema surge cuando quieres filtrar. Si, por ejemplo, mi hermana que vive en Madrid quiere venir a su ciudad de origen a pasar la Navidad y, por lo que sea, quiere reservar en un hotel, ¿es una turista? Pues legalmente sí, así que pagará esa tasa por venir a su Lugo con su familia. Igual que los profesionales que viajen y duerman fuera, o los que vengan al HULA a acompañar a sus familiares. Le llaman “tasa turística”, pero realmente es un impuesto más, que se suma al IVA y demás que ya pagan los que vienen en cualquier cosa que adquieran, coman o usen. Una subida de impuestos disfrazada de “ecotasa”, que todo lo que sea verde vende.

Pero el debate no nos lo plantean diciendo: “¿le parece a usted bien tener que pagar una tasa cuando pernocta en cualquier ciudad que no sea la suya?”. Dicho así la cosa cambia, ¿a que sí? Porque no es lo mismo cobrar a otros que pagar uno.

Es como el tema de que nos cobren por entrar en la Catedral de Lugo, cuyas restauraciones y mantenimiento ya pagamos generosamente los ciudadanos a través de nuestros impuestos, o por subir a la Muralla. Siempre que añadan la coletilla de “pero los residentes en Lugo estarían exentos” ya se ganan el apoyo popular, porque así la fiesta la pagan otros, que es lo que realmente interesa. Mientras pague el pato un tercero, que cobren hasta por respirar.

Tal vez el debate debería ser diferente. Tal vez deberíamos hablar de que las tasas sólo fueran legales en poblaciones en que el turismo exige un esfuerzo adicional al ordinario, y prohibir por ley que las instituciones y monumentos que sostenemos con nuestros impuestos nos cobren entrada, tales como museos, catedrales, iglesias y monumentos similares. ¿O acaso creen ustedes que los lucenses somos los que sufragamos el mantenimiento de la Muralla? Pues no.

Igual de mal que me parece que me quieran cobrar por ver la Catedral de Sevilla, el Museo del Prado, el Alcázar de Segovia o la Alhambra de Granada puesto que ya los estamos sosteniendo día a día, me parece mal que quieran cobrar a los de fuera por subir a la Muralla o pasear por nuestras calles.

Pero ya ven, la masa, en modo lemming, justifica la creación de más impuestos… en lugar de exigir que se gestionen bien los que ya pagamos abundantemente.

1 comentario:

  1. Estimado Luís:

    O problema, máis que a creación de novos impostos é quen os paga; e dicir que os pagarán os de fora é unha falacia. Quen ten que pagar é quen máis gaña.
    Todos somos "os de fora" nalgún momento, pero o impacto de pagar a entrada a un museo, unha catedral ou un pouco máis nun hotel non é o mesmo para o que vai de vacacións logo de aforrar con esforzo durante un ano (ou varios) que para o que é rico e vive desafogadamente. O primeiro se cadra se pensa se merece a pena esa visita e o esforzo económico, e ó segundo dalle igual o gasto.
    A taxa turística ó igual que o IVE son moi doadas de cobrar e xestionar, pero castiga máis ós que menos teñen.

    O obxectivo debería ser que os impostos (e taxas, multas, etc.) fosen progresivos e en función do poder adquisitivo de cada un. É moito máis difícil, pero debería ser o obxectivo, aínda que nun mundo no que o 1% máis rico controla o 50% da riqueza mundial e moitos dos mecanismos de poder e impositivos semella que está lonxe de acadarse.

    En resume, se cadra é mellor baixar o IVE e deixarse de taxas turísticas e compensalo con impostos a Iberdrola, Santander, BBVA, Ferrovial, etc.
    E por suposto, xestionar ben os impostos, pague quen pague.

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