Cuando pasamos la Pandemia de Covid se nos decía aquello de que "saldremos mejores de esto" y fue justo al contrario. Quizá porque vimos nuestra fragilidad frente a una situación que no controlábamos, la reacción como sociedad fue hacernos aún más egoístas y pensar más en vivir la vida, y que salga el sol por Antequera. La aplicación práctica de aquello de "para lo que me queda en el convento...".
Al irse la luz el lunes, y eso que tan sólo fue durante unas horas en Lugo, nos dio tiempo a pensar bastantes cosas: ¿y ahora cómo hablo con mi hermana, que vive en Madrid? ¿Qué pasa con lo que funciona con ordenadores... que es casi literalmente todo? ¿Y de dónde saco yo dinero si no funcionan los cajeros?... Muchas cosas más que como el tema duró lo que duró no tuvo mayores consecuencias pero que hace que los que se reían del "kit de supervivencia" fueran los primeros en correr a las ferreterías a comprar liternas y radios de pilas.
Pero si les digo la verdad me sorprendió muchísimo la urbanidad, el saber estar, la tranquilidad e incluso el buen humor de la gente. Probablemente influyó que los teléfonos funcionasen durante un largo rato al principio y pudiéramos saber que la cosa era a nivel nacional y que estaban trabajando en una solución, porque si no fuera por ese rato en que funcionaban las redes sociales y el Whatsapp la sensación de aislamiento sería absoluta. Llegó ese punto, pero ya estábamos más o menos informados de por dónde iban los tiros y que no habían bombardeado Madrid ni Bruselas. Vemos demasiadas películas de desastres y la imaginación corre que vuela.
Se demostró que muchos semáforos puede que sobren, porque incluso en la Ronda de la Muralla, un lugar de intenso tráfico, se cruzaba perfectamente. Bien es cierto que también hay gente que se saltó los ceda al paso y de hecho ayer les ponía una foto de un coche que le dio un golpe a un furgón por no respetar dicha señal, pero fueron incidentes menores.
Hay que felicitar al HULA, que funcionó prácticamente con normalidad, salvo pequeños detalles y donde se guardó la compostura y la calma, algo totalmente básico en momentos como estos en lugares donde la gente va cuando le pasa algo gordo. Los bomberos, la policía... todo el mundo funcionó con tranquilidad y se agradece.
Coincidió también que hizo buen tiempo y eso ayudó mucho. Si hubiera sido un día de frío y lluvia la gente estaría metida en casa cagándose en todo, pero hacía sol y la reacción fue salir a las terrazas y de paseo. Parecía una estampa de los 80: gente por la calle sin mirar pantallas, hablando, paseando, charlando, los niños jugando...
Esto quizá nos debería hacer reflexionar sobre lo que hemos ganado con la electrónica... pero también sobre lo que hemos perdido o lo que estamos sacrificando.
Sé que es contradictorio decir esto desde un blog que funciona electrónicamente, pero qué quieren que les diga, también soy editor de libros en papel (por ahora no me meto en lo electrónico) y no cambio el tacto de un libro real por un cachivache electrónico.
Tal vez este suceso, este apagón nos ayude a "encendernos" socialmente. A recuperar el tú a tú, el café físico, el encuentro... algo que nunca debimos perder.