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jueves, 16 de octubre de 2025

El cierre la Galería Sargadelos, mucho más que el fin de un negocio

Quico, el inolvidable gestor de la Galería Sargadelos. Foto: La Voz de Galicia

El cierre de la galería de Sargadelos en Lugo no es solamente el punto final de un negocio, sino de una idea, de un espíritu, de una forma de hacer las cosas que no sólo buscaba un beneficio económico (que no tiene nada de malo) sino aportar a la sociedad algo más.

De la mano de Xesús Pérez Regueiro, Quico, la galería de Sargadelos era el icono de esta marca en Lugo, pero también un punto de encuentro, antorcha de cultura, foro de intercambio de ideas y ejemplo de espacio abierto en todos los sentidos para cualquiera que necesitase un lugar donde hacer una presentación de un libro, una charla, una conferencia o un debate.

Como se suele hacer, les voy a hablar de “mi libro”. El primero que edité desde Ediciones Desdelugo, fue el titulado “Restaurante Verruga: historias y recetas” (disponible en las mejores librerías y en la web de la editorial), que recoge anécdotas y platos del que fue uno de los locales más icónicos de Lugo y que se presentó tras el cierre del restaurante.

Cuando pensamos en un lugar para presentar el libro la galería de Sargadelos fue el primero que se nos vino a la cabeza, entre muchas otras razones porque mis padres son unos enamorados de la cerámica de esa casa, y porque Suso nos lo ofreció en cuanto se enteró de que se estaba gestando el libro. No lo dudamos.

Recuerdo el día perfectamente, a pesar de que hace casi una década. Llovía a mares. Era una tarde gris de principios de febrero. La presentación era a las 20:30 y a las 20:15 estábamos prácticamente solos en el local con Quico. Nos temíamos hacer un ridículo espantoso, pero entonces empezó a entrar gente a raudales. El local se llenó hasta la bandera y literalmente no cabía más gente.

Suso, Quico, el alma de Sargadelos, hacía las presentaciones de los actos habitualmente. Con una voz encantadora y una personalidad que llenaba la sala hacía esfuerzos por no ser el centro de atención, delegando ese honor en sus invitados. Sin embargo, no siempre lo lograba porque era de esas personas con un magnetismo innato. Recuerdo que estaba igual de sorprendido que nosotros de la gran afluencia, y nos contó que sólo recordaba un llenazo igual que fue el día que acudió Santiago Carrillo a un evento en la Galería.

La presentación del libro del Verruga en la Galería Sargadelos es uno de los recuerdos más intensos de mi vida por el simbolismo y el cariño que se respiraba ese día.

Unos años después la Galería perdió su uso como lugar de encuentros. Aún vivía Quico, pero fue abandonando aquel espíritu de apertura quizá por cansancio, quizá porque la gente no respondió adecuadamente a su generosa llamada, quizá porque, simplemente, se cansó de tirar de un carro que no llegaba a donde debía.

Ayer cerró Sargadelos en Lugo. Sí, ya sé que hay otra tienda más moderna, más luminosa, más guachi de la muerte… pero que atesora menos recuerdos y menos valor colectivo. Es una tienda más, sin el alma ni el espíritu que Suso de Sargadelos impulsó en la “de verdad” y que los que tuvimos el honor de conocer echaremos de menos.

Es la metáfora perfecta de lo que ha ocurrido con esa firma, que pasó de ser el sueño empresarial pero también cultural de Isaac Díaz Pardo a convertirse en una mera fábrica de hacer dinero. Nada que objetar al interés privado de su propietario, sólo faltaría, y a quien no le guste que ponga pasta para comprarle la fábrica, porque seríamos injustos si no recordásemos que fue su actual propietario quien la salvó del cierre. Pero eso no quita que añoremos la poesía que encerraba y que se ha convertido en un producto puramente comercializado.

Han sido 35 años de historia que se acaban pasando la llave a una puerta y bajando una simbólica persiana que deja atrás mucho más que un negocio, deja un pedazo de historia de Lugo y de nuestros recuerdos.

Gracias por todo, Quico.

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