jueves, 18 de diciembre de 2014

Ponerse en la piel de otros

Soy poco partidario de los “días de…” porque me parece que es una forma de tranquilizar a la conciencia una vez al año, olvidando la causa de rigor los otros 364. Suelen ser causas nobles, pero como hay tantas se nos amontona el chollo y la verdad es que entre unas y otras salimos a una por semana como mínimo.

Pero hoy he vivido una diferente: “Sensaciones, ponte en nuestra piel”, una iniciativa organizada por El Progreso, en colaboración con el Ayuntamiento de Lugo, Opticalia, Cogami, la Asociación de Sordos de Lugo (Asorlu), la Once y la asociación cultural Amigos de Campo Castelo (esta última de reciente creación pero a la que le auguro un gran éxito bajo la presidencia de una excelente persona, Marcos Longarela).

La cuestión consiste en que te pongas por unos minutos en la piel de una persona con discapacidad. Te prestan una silla de ruedas para hacer un breve recorrido, o te tapan los ojos de forma que no veas y, si eres muy atrevido, incluso simulan sordera con unos cascos especiales.

El tema de la silla de ruedas lo conozco más o menos bien porque durante algunos años la viví en segunda persona con mi abuela. Ella me enseñó que no es lo mismo un adoquín que un suelo liso, y que lo que para mucho es una superficie más o menos cómoda se puede convertir en un suplicio para quien tiene que rodar por obligación sin una suspensión decente.

Pero probé la experiencia de la ceguera. Terrorífica, y eso que no me pusieron los cascos para dejarme sordo también. La sensación que más me quedó fue la de una absoluta y total indefensión... vulnerabilidad, como le quieran llamar.

Tuve la suerte de que me tocó de guía la concejala Mari Teijeiro (bueno, no me tocó, la llamé a gritos porque sabía que esta chica vale su peso en oro, y que si me casó en Agosto bien me podría guiar en este caso), que tiene experiencia con estos temas y sabe cómo guiar, que no es tan fácil como nos podemos pensar en un primer momento. Aún así “atropellé” a Antonio Ameijide, otro de los concejales presentes y que provocó un pequeño atasco en su intento de adelantar a Quique Rozas, o eso me pareció porque yo sólo oía eso y a Raquel Arias igual de descolocada que yo con el tema de la ceguera, que te despista más de lo imaginable.

No me lo tomo a guasa, es por quitarle hierro. La experiencia no tiene nada de divertida.

Hoy jueves de 12:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 si no recuerdo mal los horarios podrán ustedes probar también esto. En la carpa instalada en Campo Castillo. Se lo recomiendo, es algo revelador.

Sentirse tan sumamente indefenso, y eso que sabes que es un recorrido prácticamente en línea recta y que con sólo levantar la máscara podrás ver, te acerca a lo que debe ser una vida con complicaciones que nosotros ni imaginamos porque damos por sentados dones maravillosos como la movilidad, la vista o el oído.

En las últimas décadas vemos que la integración en todos los sentidos de las personas que tienen alguna discapacidad es cada vez mayor. Pero eso no quita que cuando veamos a un ciego que va a cruzar una calle o que se dirige a un obstáculo podamos echarle una mano durante unos segundos. Sin aspavientos, sin hacer concesiones, sin autosuficiencia ni como perdonándole la vida… más bien al revés, con la humildad de saber que él se desenvuelve todos los días con una facilidad pasmosa en un mundo de tinieblas en que nosotros tendríamos que vernos para saber cómo íbamos a reaccionar.

Insisto, pasen por la carpa y experimenten esto. Les ayudará a entender mejor las cosas.

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