viernes, 31 de enero de 2014

Superioridad moral impositiva

La superioridad moral es una cosa muy fea. Dar por sentado que tu propia escala de valores está por encima de la de los demás es peligrosísimo, porque normalmente de ahí suelen surgir los “ismos” (comunismo, fascismo…) que, cuando metes una creencia teológica de por medio, se convierten en un Santiago Matamoros o una Intifada de padre muy señor mío.

Pero hay a quienes se les perdona. Propugnar la superioridad de tu profesión por encima de las demás es socialmente aceptable si eres escritor, actor, director de cine, músico o pintor. Poner el grito en el cielo porque el IVA de la cultura sube, como si ésta estuviera por encima de la alimentación, por poner un ejemplo, sería para cachondearse en la cara del que lo dice si no fuera porque son los que “hacen opinión”, las nuevas vacas sagradas.


Este fin de semana mi admirado Reverte publica un artículo en el que se pone como una hidra por el tema del pirateo, lo cual comprendo y asumo como una reclamación lícita y lógica. Sin embargo, mete en su artículo alguna frase que me rechina como por ejemplo “En un país donde un producto cultural tiene el mismo trato fiscal que una camiseta de Zara…”… evidentemente, amigo mío, claro que tienen el mismo trato fiscal, y es lógico que sea así.

Que el Canal Plus tenga que tener un IVA más reducido que la compra de un local para montar una peluquería yo no acabo de verlo. El primero tenía un IVA reducido al 8% y pasa al 21%, como creo que es lógico, mientras que un local para montar un negocio tributa el IVA general del 21%. De reducir algo, me parece más normal que sea lo segundo, que crea riqueza, y no lo primero, que es una cuestión de ocio, disfrazado de cultura.


De la misma manera se nos quiere vender que la subida del IVA de las entradas para ir al cine, conciertos, zoológicos, partes de atracciones y similares es un ataque a la cultura, como si ir a ver Iroman 3 o un concierto de Manolo Cabezabolo supusiera un bien a proteger colectivamente. Los museos, pincacotecas, galerías de arte, bibliotecas y similares mantienen su IVA reducido.

Hoy en día etiquetar algo como “cultura” parece que es suficiente para darles un beneplácito que no deberían tener, y todo el que diga lo contrario, por ejemplo yo, somos unos asquerosos reaccionarios que lo único que buscamos es que el pueblo se mantengan en las cavernas y no prospere, como si ver películas de monstruos dándose de bofetadas fuera a democratizar al mundo.

Asúmanlo, señores míos… Ser escritor o actor hoy en día no difiere de ser taxista o torero, y es lógico cuando ustedes mismos han devaluado su profesión de semejante manera. Pedir que la ley establezca diferencias entre Hamlet y el Sálvame Deluxe es abrir la puerta a la arbitrariedad, al amiguete y el compadreo, y si hay que elegir parece más lógico que se den prioridad a cosas que a alguno le pueden parecer menores como comer o ir al médico.

No es que defienda toda la reforma del IVA y menos aún la subida de impuestos (recuerden que soy liberal), pero sí algunos aspectos que tanto se han criticado, y éste sin duda es uno de ellos. Es curioso que los que más gritan con este tema sean los mismos que machacan a los conciertos benéficos a través de la SGAE, o que pidan que la Iglesia pague impuestos. Vamos, "ellos" sí pero "nosotros no" cuando técnicamente tan espectáculo es una misa como una función teatral.

La superioridad moral no sólo es decir qué hacer, sino también que hay que cobrar más que los demás por hacerlo.

jueves, 30 de enero de 2014

Rectificaciones

A ver que lo entienda. Cuando uno pide públicamente que rectifiquen quienes considera que se han equivocado, o lo que es peor, que han mentido directamente, parece lógico que asuma esa misma carga y sea por error o sea por malicia utilice el mismo canal para reconocer la metedura de pata. Digo “parece” porque por lo visto no siempre es así.

Doña Yolanda Díaz, a la sazón una de las jefazas de Izquierda Unida en Galicia, publicó en su cuenta de Twitter el siguiente texto “Non queremos que rectifique Soria, queremos que rectifique Feijoo, que foi o que nos enganou coa construcción de 2 floteis en Galicia”.

Ayer se confirmó finalmente que sí, que hay floteles y no sólo eso sino que la empresa ya dejó caer que necesitan más barcos como esos y que alguno se hará en nuestros astilleros, lo que supone en todo caso una carga de trabajo importante y que Feijoo no mintió.

Pero ¿cuál es la reacción de la señora Díaz? Publicar hoy que “el flotel” (en singular) “no es la solución” aunque también retwittea un mensaje de Anova (el partido político, no la parroquia de Lugo) que dice que “Ás doce, no Concello de Ferrol, Yolanda Díaz avaliará a adxudicación dos floteis de Pemex a Navantia e Barreras” y añade “vivaaloitaobreira!”.

Aquí hay que tener en cuenta que la palabra “avaliar” en gallego es como el “valorar” castellano, con lo que puede referirse tanto a que “analizará” la situación como que le dará la importancia que tiene al tema en su justa medida. Me inclino a pensar que se refieren a lo primero. Si algo caracteriza a nuestros mandamases es su resistencia a reconocer meteduras de pata.

No es la señora Yolanda Díaz la única que ha metido la gamba con este tema. Hay medios de comunicación, políticos, sindicalistas, periodistas, tertulianos y demás que han jurado sobre La Biblia o El Capital (según la mano que usen) que esos barcos jamás vendrían a Galicia y que todo fue una burda manipulación para ganar de nuevo las elecciones autonómicas. Pues ya ven.

En fin, que una vez más les recomiendo lo que suelo hacer: prudencia al valorar las cosas y ser críticos no sólo con quienes es obvio que hay que serlo (gobiernos, concretamente) sino también con quienes son críticos con esos gobiernos. Con la prensa, los partidos, los sindicatos, los tertulianos, incluso conmigo y este blog.

Por cierto, una excelente noticia lo de los barcos, que al final se nos desdibuja lo importante.

miércoles, 29 de enero de 2014

Otro escándalo en Lugo para la colección

Hay temas en los que hay que ser tremendamente cuidadoso para no caer en la trampa de la acusación fácil y la sospecha estéril, y más aún en la contradicción con los propios principios. Saben que servidor es un férreo defensor de la presunción de inocencia, ese carro al que últimamente se están subiendo notorios personajes públicos que, como don José Blanco, le tenían bastante manía a ese pilar fundamental del Estado de Derecho porque no se adecuaba a sus campañas políticas, basadas en la acusación contra quienes luego han salido limpios de polvo y paja de los juzgados.

Pero (aquí sí hay un “pero”) hasta yo, que llevo mi defensa de ese principio hasta las últimas consecuencias, aprecio la distinción entre la presunción de inocencia y la falta de prudencia. Lo de “la mujer de César” tiene cierta lógica cuando estamos hablando de cargos públicos Aunque el común de los mortales identifica ese principio con que “los políticos” tienen que dimitir cuando se les acusa de algo yo no voy por ahí, y de hecho no creo en eso. Voy a que no parece muy lógico poner al zorro a cuidar del gallinero, y que cuando un animal tiene pelaje de zorro, dientes de zorro, orejas de zorro, cola de zorro y andares de zorro lo más normal es que sea un zorro.

Toda esta larga introducción viene a intentar justificar por qué no considero que me separe de la presunción de inocencia si me preocupa un tema de los que habitualmente diría que “hasta que haya sentencia condenatoria todo el mundo es inocente”. Verán, se acaba de abrir un nuevo melón judicial sobre un tema de aparente corrupción que no sorprende a nadie.

La cosa va de terrenos: una jueza está investigando por qué una finca que se compra por 712.737 euros se hipoteca el mismo día de su compra por 1.582.518 euros y se le establece un valor en subasta de 2.008.187 euros. Eso de triplicar el valor de una finca así por las bravas en un mismo día suena raro como mínimo, pero bueno, puede ser una cuestión de que se negoció bien la compra.

Pero se agrava la cuestión cuando vemos que el afortunado comprador de la finca es una empresa vinculada por lazos familiares de primer grado con la que fue concejala de urbanismo, y que la finca que en el proyecto de Plan General era un patatal por arte de magia en el plan general aprobado se convierte por mitades en suelo urbano no consolidado y suelo urbano delimitado, con lo que recupera la edificabilidad que había perdido. Vamos, que las patatas se convierten en edificios por un toque de varita de la familiar directa del comprador.

¿Eso demuestra que esta persona modificó el Plan General para beneficiar a los suyos? No, pero tampoco podemos ignorar indicios razonables. No hablamos de que una finca de esas que tienen algunas familias desde hace generaciones en Lugo fuera recalificada, sino de una operación que se hizo en un día cuando era un terreno sin valor aparente que después se demuestra que sí lo tenía. ¿Casualidades? En urbanismo existen pocas, muy pocas, y más cuando hablamos de una diferencia de más de un millón y cuarto de euros.

Lo que molesta de todo este tema es que si una persona tiene una estrecha relación con el asunto que gestiona debería ser mucho más exquisita en el tema de la inhibición, y si resulta que su familia directa es de una potente empresa constructora, que me parece muy bien, a lo mejor no puede ser concejal de urbanismo. Y menos sin haber pasado por las urnas, porque esta concejalía fue designada “a dedo” por Orozco a una persona de su círculo personal, de su estricta confianza, que no iba en las listas, lo que más tarde, si mal no recuerdo, se consideró inadecuado por el juzgado.

La confianza y relación estrecha de Orozco con esta persona es evidente desde el momento en que ejerció de forma particular como abogada del señor Alcalde, desde que también fue su mano derecha en urbanismo como concejala, y desde que venía de gestionar la empresa municipal del suelo por nombramiento del mismo alcalde. Y ahora está bajo sospecha, otra más. Quizás sería procedente no poner a alguien tan vinculado al mundo de la construcción a dirigir el cotarro urbanístico. No sé, es una idea… aunque tampoco estaba vinculado Liñares y miren la que hay liada.

martes, 28 de enero de 2014

¿Qué promocionamos en FITUR?

Lo de Lugo es de traca, una vez más. Resulta que van nuestros bienamados líderes en tropel a FITUR, la feria que imagino que conocen porque se ha convertido en la feria turística europea (como mínimo) por excelencia, a promocionar Lugo ante el mundo. Hasta ahí discutible pero razonable.

Museo de San Roque en promoción: Cerrado
Lo que ya no es tan razonable ni tampoco tan discutible, aunque para mal, es la lógica que encierra que se promocionen salas y museos cerrados, como el caso del Porta Miñá o la sala de San Roque. Esto es práctica habitual en nuestros amigos del gobierno de Orozco, ya que en el año 2011, por ejemplo, presentaron como la gran novedad turística en Lugo el MIHL, que estaba cerrado porque aún no lo habían terminado. Lo grandioso del asunto es que este año no han promocionado el MIHL, que ahora sí que está abierto…

¿Tan difícil es? De veras, lo digo en serio… ¿tan complicado es repasar las cosillas que tenemos abiertas, los atractivos de la ciudad, y promocionar aquello que los turistas pueden disfrutar en Lugo?

Porta Miñá en promoción: Cerrado
¿Qué promocionamos en FITUR? No a Lugo ante el mundo, sino a nuestros "líderes" ante los lucenses. Ya lo he dicho varias veces pero lo repito una más: el problema de la política turística en Lugo es que es más política que turística. Es decir, está diseñada para consumo interno, para que los vecinos veamos “lo mucho que trabajan por Lugo” y lo bien que se vende cada rincón de la ciudad, porque el visitante no vota pero el lucense sí. Las ventanas arqueológicas como la de la Ruanova, que está más tiempo empañada que visible, no suponen nada para un turista, que francamente pasa bastante del tema, pero sí para el natural del lugar que pasa por allí y ve que hay “algo”, aunque tampoco le haga mucho caso.

Esa es precisamente la cuestión. Orozco es un genio de las elecciones. Sabe aprovechar cada resquicio para arañar unos votos, y sin duda alguna el tema turístico es un filón en el que muchos ciudadanos tienen puestas sus esperanzas. Además siempre suena bien eso de que vendan tu ciudad como la panacea de los ingresos por viajeros.

Pero es un espejismo. No voy a decir que les importe un carajo que vengan o no vengan turistas, pero sí creo realmente que para ellos es una cuestión secundaria. Lo que les importa es la foto, y quedar bien con los de casa para que les voten, porque realmente es donde se juegan las habas. Ejemplos hay unos cuantos, siendo el más simbólico el de las visitas guiadas al cementerio, a las cuales creo que no ha ido jamás un solo turista. Casi apostaría algo.
Esto es lo que se busca en FITUR: La foto

Lugo necesita una política turística realista, seria, rigurosa… Que cierren los museos y la oficina de atención al turista más días y horas en vacaciones que en periodos ordinarios no tiene lógica alguna. Que abran de lunes a viernes un montón de horas y reduzcan el fin de semana o cierren los domingos es ridículo. Que usen el megáfono para promocionar cosas que, como el tempo de Mitra, se cierran durante los días de San Froilán es del género tonto…

Pero es Lugo, ¿qué más da? Lo importante es tener votos. Los turistas ya caerán de camino a Santiago.

lunes, 27 de enero de 2014

Limón y todo

La publicidad engañosa muchas veces comienza por el nombre. Hay una bebida que se llama “limón & nada” que, por increíble que parezca, tiene sólo una fracción de limón, y encima a base de concentrado con lo que entiendo que primero reducen la fruta a una cosa intragable y luego la vuelven a expandir, aunque no sé muy bien el porqué de ese proceso.
 
Si te vas a la etiqueta de “limón y nada”, te encuentras con que la composición es la siguiente: agua, 13,5% de zumo de limón a base de concentrado, azúcar, pulpa de limón, aromas, antioxidante ácido ascórbico y colorante betacaroteno. Es decir, que sólo un 13,5% es zumo de limón y por lo del “concentrado” deduzco que zumo del que te ponen en los desayunos de los hoteles, de ese que casi tiene burbujas, pero de limón en vez de naranja.

No comprendo que sea legal una cosa así. Siguiendo con esa línea, tampoco parece muy lógico que en una esquinita de la pantalla te pongan, en un anuncio de un producto “milagroso” que saca las manchas o te pone la piel como el culo de un bebé, una leyenda de “efecto dramatizado”… Vamos, que lo están exagerando… La misma leyenda que te ponen cuando sale un coche convirtiéndose en un robot o navegando por el fondo del océano.

Lo mismo que cuando te plantan los de las compañías aéreas lo de “billetes a 9 euros” y cuando vas a pagar te encuentras con que son 100 a causa de las “tasas de aeropuerto”, “gastos de gestión”, “impuestos”… ¡Coño, pues diga 100 euros, no 9, que sigue sin ser caro dependiendo del trayecto y encima es cierto! En los cruceros te pasa igual, por pijo que suene decirlo. Te dicen que el billete de barco son 400 euros pero que hay que pagar “tasas” por otros 300 y propinas “obligatorias” (entonces, señor mío, es el sueldo de los tripulantes no una propina) de otros 200.

En un ejemplo más de andar por casa, leemos la típica oferta de ADSL por 9,95€ y, en una letra pequeñísima que pasa a una velocidad que ya quisiera para sí el Correcaminos, te añaden que no se incluye IVA ni cuota de línea, con lo que esos menos de 10 euros se convierten por arte de magia en 30 en el mejor de los casos.

Vamos, que al final lo de “si quiere factura le tengo que cobrar el IVA” es el chocolate del loro en un país donde pública, manifiesta y descaradamente se nos toma el pelo desde el mismísimo momento en que pretenden generar el deseo de compran en el consumidor, que es lo que somos todos.

Debería estar prohibido anunciar un producto sin incluir en su precio todos los gastos, impuestos y cuotas de los que no se puede prescindir o de los servicios que son inherentes a la compra final.

¿No hay leyes contra la publicidad engañosa? Y si las hay ¿por qué no se aplican?

viernes, 24 de enero de 2014

El tercer poder

No deja de ser llamativo hasta qué punto de degeneración pública ha llegado el asunto español en que cuando imputan o procesan o acusan o lo que sea a un alcalde, un concejal, un diputado, un ministro, una infanta o incluso el presidente de un club de fútbol, “el pueblo” aplaude a rabiar y jalea la medida como si fueran franceses en plena revolución de 1.789. Si ponemos unos cuantos cadalsos en las plazas públicas y hacemos funcionar de nuevo a “madame guillotine” esto sería igualito.


¡Ah, pero aún queda un reducto de fe! En cuanto se acusa a un juez de haberse desviado de su función ese mismo pueblo grita iracundo contra la arbitrariedad de la acusación. “¡Es venganza!”, claman, con una confianza ciega no en la justicia, sino en los togados, como si éstos fueran dioses incorruptibles e inmutables, que siguen manteniendo un aura de divinidad que se resiste a desaparecer.

Igual de errónea es una apreciación como la otra. La reacción que un ciudadano normal ha de tener ante una acusación a cualquier persona es la de indiferencia, aunque entiendo que eso supone unas dosis de autocontrol inconcebibles para nuestra sangre latina. Incluso ni el más nórdico de los nórdicos sería lo bastante frío como para sobrellevar con tranquilidad una acusación grave contra un vecino (imaginen el caso de pederastía de su vecino de rellano) o cargo público (lo mismo, pero de un alcalde, por ejemplo), pero sí tienen más templanza a la hora de valorar lo que puede ser una falsa acusación.

La pregunta de fondo es ¿qué hacen bien los jueces para tener ese crédito social? Probablemente no ser muy conocidos, no convertirse, como gran parte de los representantes políticos, en una especie de producto de marketing envasado al vacío y creado con legiones de asesores de imagen… o que la gente piense eso. El cine ha hecho mucho daño, y el español medio cree que un alcalde o un diputado cuentan con una agencia de gestión de su imagen que les dice cuándo toser o hacia dónde mirar al hacer las fotos. La realidad es mucho más prosaica pero menos divertida, así que ya saben por dónde opta la mayoría de la gente. 

Lo más curioso es que el respeto que mantienen los jueces viene de su misterio, de su lejanía, del aura de profesionalidad (creo que merecida en la mayoría de los casos) y de seriedad… es decir, de todo aquello que “el pueblo” dice no querer en sus políticos pero que admira en el otro poder.

Tras décadas de una tendencia que premia la palmadita en la espalda y la sonrisa de anuncio por encima de la gestión, la formalidad, y la competencia tenemos exactamente lo que hemos pedido a gritos: representantes que son simpáticos y campechanos pero cuya competencia a la hora de gestionar deja bastante que desear. Ya sé que estoy generalizando pero hablo de esas mismas personas que muchos desprecian bajo el nombre de “los políticos”, como si fueran una raza aparte y no el producto de lo que hemos pedido durante años.

¿Y no se puede ser campechano, simpático y competente? Hombre, por poder claro que se puede, pero la cuestión no es esa, sino qué es lo que primamos y el modelo que queremos, y parece que como la perfección es difícil de lograr, quien no cojea de una cosa cojea de la otra. Si se tienen que operar de algo gordo, ¿eligen al cirujano simpático o al competente? Pues para llevar la cosa pública lo hacen al revés, porque el que sale elegido es el majete, salvo que la otra opción sea sumamente desastrosa en el gobierno, y lo haya demostrado.

El poder judicial corre un riesgo que es seguir la senda marcada por Garzón. Convertirse en jueces mediáticos, jueces estrella, es lo peor que pueden hacer, porque su luz se apagaría igual que ha pasado con la de los demás poderes del Estado. Pregúntenle al Rey, que supongo que hoy mira con cierta envidia la distancia que, a pesar de todo, siguen manteniendo otras coronas que consiguen, sin ser bordes, marcar una diferencia.

El servicio público es una responsabilidad, un honor, y como tal ha de ser tomado. No como una fiesta ni como un breve periodo en la vida para enriquecerse a toda prisa por si se acaba el chollo. Y si queremos que se considere así, tenemos que asumirlo unos y otros, y no preocuparnos por si nuestro alcalde es el más majo de todos, sino si lleva bien nuestros asuntos.

jueves, 23 de enero de 2014

La piedra de Marte

Los que somos fans de la ciencia ficción, ya sea en general o más concretamente en una de las múltiples ramas de ésta (yo, por ejemplo, soy de Star Trek) aún estamos con la boca abierta por lo de la foto de la piedra. Ah, ¿No se han enterado?... En dos fotos tomadas en un lapso de tiempo por uno de los cachivaches que la NASA envió a Marte apareció en la segunda una piedra que en la primera no estaba.


Vale que eso no es exactamente la foto de ET saludando a los pueblos de la Tierra y diciendo lo de “venimos en son de paz”, pero como curiosidad no está mal.

Si les soy completamente sincero, viendo la foto con un poco de calma a mí personalmente me tiene más pinta de ser un globo de esos que usan las sondas para aterrizar, medio desinflado y tirado en el suelo, que una piedra, pero si la NASA dice que es una piedra, habrá que creérselo.

En cualquier caso, me temo que en unos días saldrán con cualquier explicación pejiguera que nos dejará con un sensación de “vaya chorrada”, y es que con este tipo de anuncios tendrían que ir con algo más de tiento, que con las ilusiones no se juega, hombre. Sí, he dicho ilusiones.

Verán, la constatación real y efectiva de que existe vida en otros planetas nos conviene a todos aunque sólo sea por egoísmo. Si nos apareciera por ahí una raza de bichos, seres o lo que ustedes quieran, a poder ser de los malos pero que tampoco nos invadan con facilidad, conociendo a esta puñetera especie que somos los seres humanos el efecto inmediato sería el de unirnos como una piña.

Fíjense ustedes en lo tontos que llegamos a ser… Somos europeos cuando debatimos sobre “lo tontos que son los estadounidenses”, somos españoles cuando nos metemos con “los gabachos”, somos gallegos cuando hablamos de “lo vagos que son en el sur”, y lucenses para criticar “la pijería de La Coruña”. Vamos, que lo que nos une más que lo que tenemos en común es el enfrentamiento a los demás. Pues nos falta algo que nos una como especie para sentirnos una unidad.

Una piedra no significa nada, y sobre todo si es una foto de calidad regular de algo que parece una piedra, pero ¿y si fuera algo más? Vale, no es el monolito de Odisea 2001, pero… quién sabe…

miércoles, 22 de enero de 2014

Libros libres

No soy partidario de la censura periodística, literaria o artística. Creo que una forma absurda de promocionar algo es prohibirlo para, de esta forma, aumentar el morbo de su disfrute. Ahora es cuando debería venir un “pero” o un “sin embargo” y no lo habrá. Es una cuestión que no suele admitir claroscuros y con excepción de las ilegalidades más salvajes (no me vale el uso de esa libertad para, por ejemplo, publicar fotos de pederastía) el resto creo que no debe ponerse en tela de juicio.

Estamos en una sociedad en que uno puede comprar casi lo que quiera, desde cuadros con un raya y un punto por varios cientos de miles de euros hasta impresionantes paisajes por una fracción ridícula de ese precio, ya que lo que importa hoy día no es saber pintar sino ser “original” y “diferente”, que es lo que priva.

Sin embargo (ahora sí) a veces se plantean dudas sobre esta libertad total. ¿Qué pasa con un libro que incita al odio, al racismo o a la violencia? ¿Debería prohibirse o simplemente dejarlo pasar desapercibido para no darle más publicidad? Y, si ustedes son partidarios de lo primero, ¿quién traza la línea?

Vamos a los ejemplos, que siempre ayudan y son más gráficos. ¿Debería prohibirse un libro que llamara a la lucha armada para lograr la independencia de un territorio de nuestro país? No me nieguen que se les ha ido la cabeza a todos a un libro de ETA, pero fíjense que no he dicho eso, no he hablado de terrorismo, sino de lucha armada, que no es exactamente lo mismo. ¿Llamar a la revolución debe estar prohibido?

Aunque me considero una persona de orden, creo que la respuesta a esas preguntas ha de ser “no”, principalmente porque los humanos tenemos una tendencia a la exageración que nos haría pasar de eso a reinstaurar la Inquisición en un plazo de tiempo más breve de lo que se imaginan. Que nos conocemos.

Volviendo a los ejemplos, hay dos libros, exceptuando los religiosos, que han causado el mayor número de muertos en el siglo XX. Uno es “Mi lucha”, de Hitler, y otro “El Capital”, de Marx. Sin embargo imagino habrá más partidarios de prohibir el primero que el segundo… lo cual es ciertamente discutible. La solución creo que es permitir ambos y que el tiempo los coloque donde deben estar.

El otro día en un centro comercial vi el libro de Hitler entre los de cocina, “Las mejores frases y citas célebres”, y “El evangelio de la república”, en uno de esos puestos que siempre me recuerdan a la venta de toallas al quilo. No se me ocurre mayor humillación para Hitler, aunque hay que decir que el libro estaba entre los más caros del puesto. ¿Quizás porque se vende?

martes, 21 de enero de 2014

El aborto

Creo sinceramente que toda la polémica sobre el aborto se reduce sencillamente en una única pregunta: ¿Cuándo empieza el ser humano a ser humano? No he dicho que la pregunta fuera sencilla...

La dificultad es que eso no tiene una respuesta clara. Ni los defensores del aborto libre me convencen asimilando un feto a un cáncer o un apéndice a extirpar, ni tampoco me veo persuadido por los que creen que desde el minuto cero hay un ser humano con su alma y esas cosas.

Las consecuencias de la contestación a esa pregunta no son menores, ya que suponen la diferencia absoluta, decantan la opinión de una u otra manera. Si uno piensa que el feto es un ser humano, obviamente el derecho a la vida de éste deberá estar por encima del derecho de la madre de no continuar con el embarazo, ya que hablamos de la supervivencia frente a nueve meses de molestias (la comparación no es proporcional), pero si crees que el embrión es un “algo” sin valor en sí mismo, verás lógico que la portadora, es decir, la futura madre, pueda elegir qué hacer.

Sería mucho más fácil si hubiera un hecho diferencial que te permita marcar un antes y un después, pero no existe y ni siquiera el nacimiento parece ser una línea demasiado evidente. Ni el abortista más abortista defenderá, creo yo, que un feto de nueve meses menos un día es una cosa sin derechos y que te lo puedes cargar.

La cuestión se traslada entonces a dónde trazar la línea, esa línea imaginaria, arbitraria y terrible que definirá cuándo un embrión, feto o lo que sea pasa de ser un conjunto de células a ser una persona con sus derechos, entre los que destaca el más fundamental de todos: el derecho a la vida. Recomiendo vivamente ver el documental de National Geographic (que supongo que nadie vincula a la Conferencia Episcopal) titulado "El vientre materno" antes de decantarse por una opción.

Obviamente es una cuestión moral, filosófica, incluso religiosa para muchos. Siempre me choca que quienes defienden el aborto critiquen que se tome como una cuestión moral. ¿Entonces qué es, civil? Claro que es moral, como el 99% del código penal, como el "no matarás", "no robarás" u otros mandamientos que tienen un obvio reflejo en nuestra legislación sin que a nadie se le ocurra decir que son imposiciones de la Iglesia. Y tenemos una moral muy extraña, ya que somos una sociedad que aprueba leyes para proteger los embriones de las especies en peligro de extinción pero llama la atención muchísimo que no protejamos a los de nuestra propia especie.

Por si esa gran duda filosófica fuera poco, otro gran problema de esta cuestión es que no está abierta a negociación: quien cree que hay una vida de un ser humano en juego no va a transigir con que se asesine a lo que él considera una persona, sea el plazo que sea, y quien piense que es un conjunto de células sin valor tampoco va a ceder en su defensa del derecho de una persona (la madre) a decidir sobre su cuerpo. No hay término medio.

Enlace al vídeo de National Geographic
¿Y cuál es mi opinión? Supongo que puede parecer que estoy contra el aborto por lo dicho, pero no es tan sencillo. Lo llamativo en mí, que suelo tener opinión para casi todo, es que no la tengo: veo igual de defendible una postura que la otra, porque no tengo ni la más remota idea de cuándo una persona empieza a serlo e insisto en que ese es para mí el nudo gordiano de la cuestión.

Lo conservador parece que sería ser antiabortista aplicando el principio de “in dubio pro reo”, es decir, no nos carguemos fetos no sea que mañana se pueda demostrar que eran personas y hemos asesinado a varios millones por “no estar seguros” de lo que eran. Sin embargo en este caso me parece simplista.

Supongo que si yo tuviera que decidir me iría a una ley de plazos, es decir, a liberalizar el aborto hasta un determinado periodo de gestación y después de esa fecha ilegalizarlo. Otra cosa es cuál sería ese plazo. He mirado por ahí y lo habitual es entre 10 y 14 semanas. Por decir algo, aunque visto el documental que les decía antes las dudas son enormes.

De todas formas hay más opciones que abortar o asumir al crío de por vida: se puede dar en adopción. No hablamos de una condena para siempre a una mujer por un error propio (falta de previsión en lo que a anticonceptivos se refiere), ajeno (fallo de esos anticonceptivos), o a conductas criminales. Es un trago de nueve meses que sé que no es fácil de superar, pero si le queda alguna duda de si está matando a un inocente (el crío) puede suponer una condena psicológica de por vida. En caso de violación, por ejemplo, me parecería más proporcionado y justo pegarle un tiro al violador, qué quieren que les diga.


Otro supuesto que todo el mundo da por sentado, el de las malformaciones, también tiene su miga. Si esos problemas dan como resultado que el feto no es viable tiene su lógica el aborto. Pero si puede llegar a nacer, aunque sea con problemas, me cuesta trabajo entender esa ligereza para abortar como si habláramos de un error de fábrica de una lavadora.

Asumir que un feto “imperfecto” puede ser objeto de aborto es lo que se llama “eugenesia”, una técnica muy apreciada por los nazis. Es el paso anterior a poner una inyección letal a todo aquel que no cumpla los estándares de calidad que la sociedad imponga. ¿Un ciego merecería vivir? ¿Y un cojo? ¿Dónde trazamos esta nueva línea? Porque volvemos a hablar de líneas, una vez más.

Del aborto por razones económicas ya no hablamos. Me parece una auténtica atrocidad cuando hay cientos de parejas deseando adoptar y sin posibilidad de hacerlo.

El gran drama social del aborto, en mi opinión, es su frivolización: se toma casi como un método anticonceptivo tardío.

En resumen, quizás el aborto sea un mal menor necesario en una sociedad como la nuestra, pero al menos me gustaría que se conceptuara como un mal, no como una cuestión de trámite como ir a cortarse el pelo o cambiar el aceite al coche. A los antiabortistas les diría que tienen que entender que hasta que demuestren que hay un ser humano no pueden obligar a nadie a nada, y a los abortistas que deberían comprender que para los otros es una cuestión comparable al asesinato. No se van a poner de acuerdo jamás, pero al menos debería haber una comprensión mutua, un entendimiento que hoy creo que no existe.

Es un tema casi imposible y que reconozco no poder asumir principalmente porque no soy mujer, y es obvia la limitación de un hombre para poder ponerse en la piel de la embarazada. Lo que lamento es que esta decisión parezca que se toma muy a menudo (no siempre, claro está) sin la debida reflexión y sin ser conscientes de la gravedad que encierra.

Ya he dicho que quizás lo lógico sea el tema de plazos, y aun así me rechina, cuando todos los días vemos esas campañas que tanto abundan de “van a sacrificar a estos cachorritos si nadie los adopta” mientras que asistimos impasibles a innumerables abortos de lo que puede que no sean seres humanos, pero puede que sí.

lunes, 20 de enero de 2014

Juntos pero no acompañados

Siempre se nos cuenta que la tecnología nos “aliena” de nuestro entorno, y que desde que los móviles son más inteligentes que sus dueños, o los libros electrónicos te permiten llevar en el bolsillo una biblioteca entera la cosa va a peor y nos estamos volviendo unos cocos o algo por el estilo.

No les voy a negar una importante dosis de sentido común en esa afirmación y aunque yo mismo tengo la tendencia a estar mirando el puñetero móvil cuando estoy tomando un café cada vez intento más dejarlo en el bolsillo, que si hay una llamada perdida ya se devolverá. Uno tampoco es que sea ministro para tener que contestar en medio segundo a cada whatsapp que le mandan.

Hay cafeterías que tienen manteles de papel donde hay dibujada una silueta para dejar el móvil, y juegos de amigos en que el primero que consulte la pantallita tiene que pagar los cafés. De los típicos carteles de “no tenemos wifi, hable con su acompañante” y cosas similares ya no hablamos, porque es una contrarreforma que no me disgusta completamente, y si antes era el colmo de la modernidad contar con conexión gratuita, ahora es algo muy normal. 

Ignorarse no es algo nuevo en sociedad
De todas formas, y como les digo, reconociendo una parte de verdad en esa imagen que vemos todos los días del grupito en una cafetería donde todos están con su móvil, ignorándose mutuamente, hay que ser sinceros y ver que esto ya pasaba, aunque de otra manera. Es irrelevante que en un cercanías los usuarios fueran leyendo el periódico o vayan ahora con el iPad, o que en los Starbucks llevaras Guerra y Paz en un tomo o lo carretes actualmente en un fino dispositivo electrónico, al final el principio básico es el mismo, y el libro de papel la única diferencia que tiene con el digital es que este último pesa menos y tiene más capacidad.

Cambio generacional
Entonces ¿es algo malo? Supongo que como todo: con moderación no tiene nada de malo que se aprovechen los ratos muertos para leer o comunicarse con otra gente que no está con nosotros. El problema surge cuando ignoras a la persona que tienes a tu lado para seguir chateando con el que está en Madrid, o peor aún, con aquellos a los que puedes ver cuando quieras pero te da pereza llamar para quedar.

Estamos a día 20 de enero, así que aún estamos en plazo para los deseos de año nuevo. Quizás prestar más atención al entorno y menos al mundo virtual de bolsillo al que nos estamos acostumbrando demasiado sea un buen inicio.

viernes, 17 de enero de 2014

Cifras y letras parlamentarias


Estamos en una sociedad que, como ya hemos dicho algunas veces, prima la cantidad sobre la calidad. Parece que un tonel de mierda vale más que una botella de agua, pero salvo que uno tenga que abonar un campo, esto no es cierto.

En la política, esa, por lo visto, malvada actividad, esto llega a su culminación con los concursos de “cifras y letras” que recoge la prensa y que tanto gustan: “el Parlamento ha aprobado este año 231 leyes (es un decir), muy por debajo de las 342 del pasado año”… como si eso fuera un termómetro que diagnosticara la actividad de sus señorías.

Lo mismo se usa para diagnosticar la actividad de un diputado o un senador. “El señor fulano de tal, senador/diputado por Lugo, no ha presentado ninguna iniciativa en lo que va de año, mientras que mengano de cual, compañero suyo de escaño, ha registrado 423”. Lo que ignora mucha gente, que francamente creo que está deseando justificar su odio a “los políticos” como si fueran marcianos, es que hay dos cuestiones vitales en este asunto: la primera es que los parlamentarios del grupo del gobierno no suelen presentar ninguna iniciativa porque éstas las presenta el gobierno, y no ellos.

Por ejemplo, si un diputado lucense quiere presentar un plan de arreglo de carreteras lo que hace es planteárselo al ministerio directamente para que éste lo incluya en el plan nacional de mantenimiento de carreteras, y que el ministro lo presente en el Parlamento.

Esto tiene dos razones: la primera es que el gobierno tiene que lucirse, y la segunda que la tramitación es más rápida y con menos trabas burocráticas, ya que según la Constitución no es lo mismo una proposición que un proyecto, y estos últimos los propone el Gobierno y tienen menos pasos que dar.

Pero hay una segunda cuestión vital de las que les decía antes: el truco del almendruco que viene a ser presentar iniciativas como churros cambiándoles una palabra. Les pongo un ejemplo:
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de Piedrafita a As Nogais...
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de As Nogais a Nadela...
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de Nadela a Lugo...
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de Lugo a Rábade...
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de Rábade a Begonte...
  • El senador/diputado fulano de tal presenta al Ministerio de Fomento la siguiente iniciativa: Revisar y reparar la carretera Nacional VI en la provincia de Lugo... en su tramo de Begonte a Baamonde...
Hala, ya tienen 7 iniciativas. Porque para la prensa, para la web del Congreso y del Senado, y para el ciudadano que tiene poco interés en rascar bajo la superficie, es lo mismo cualquiera de esas siete chorradas que presentar un proyecto de ley. Es un número, como el otro.

Otro truco barato es “El senador/diputado fulano de tal pregunta al Ministerio de Educación sobre el grado de desarrollo presupuestario de su departamento en el ayuntamiento de…” y ahí se rellenan 67 preguntas con los 67 ayuntamientos de la provincia… y se quedan tan anchos.

¿Qué es fraudulento? En mi opinión no, porque sólo engaña a quienes se quieren dejar engañar, a quienes miran el número pero no el contenido.

Reconozco que es más fácil saber cuántas que cuales, porque esto último requiere esfuerzo, cogerse el listado y leer, aunque sea, el encabezado de las iniciativas para ver si tienen “chicha” o sólo son para rellenar.

Y nos cuesta tanto leer…

jueves, 16 de enero de 2014

Ese no es el camino


Hoy toco de oído. La cosa va de la “revolución” de Burgos. Sólo sé lo que salió en los telediarios, que es tanto como no saber gran cosa porque hoy en día lo que hacen es repetirte varias veces el titular en lugar de profundizar en la noticia, así que si meto mucho la pata no me lo tengan demasiado en cuenta.

Tal y como nos lo han presentado la cuestión es como sigue: El ayuntamiento de Burgos decide la modificación de una calle para hacer aparcamientos subterráneos y peatonalizar en superficie, y los vecinos, que no lo consideran una obra necesaria y creen que es mejor gastar ese dinero en coas más urgentes, protestan.

Como las protestas no tienen resultado, aumentan la presión de la caldera y empiezan varias jornadas de violencia callejera con quema de contenedores, rotura de escaparates de negocios y, como siempre, particular incidencia de sucursales bancarias (a excepción de las vascas, curiosamente).

El ayuntamiento, ante este panorama, decide suspender las obras y abrir una negociación con los protestantes (no la religión, sino los vecinos de Burgos cabreados) y a ver cómo sigue el culebrón.

Pues me preocupa mucho la decisión del ayuntamiento. Verán, estamos en un momento tan sumamente contradictorio en que encuentras a quien te dice que la gente no sale a la calle pase lo que pase y quien afirma justo lo contrario. Aunque parezca una paradoja estoy de acuerdo con las dos partes. Me explico: la población no sale a la calle con facilidad, ni siquiera para cosas importantes y en la que le van sus propios intereses, porque somos bastante perezosos, pero sí hay un grupo de personas que en vez de paraguas en la entrada de casa tienen pancartas de lo mucho que las usan. Como todas las generalizaciones esta supongo que también es muy injusta pero a ver si matizamos un poco más.

Quienes presumen de “antisistema” suelen tener una facilidad pasmosa para salir a gritar a la calle por cualquier causa, y si ésta se vende bien en prensa ya ni les cuento. Sirven para un roto como para un descosido, y los más radicales suelen ampararse en la masa, en el grupo, para dar rienda suelta a su violencia incluso sin estar necesariamente de acuerdo con la reclamación. Supongo que en este caso ha pasado esto y que entre mucha buena gente que realmente está preocupada por el futuro de su ciudad se metieron unos cuantos desgraciados que compensan a golpes sus paranoias. El problema es que los demás vecinos no identifiquen y denuncien a esos bárbaros que lo único que hacen es deslegitimar su protesta.

No dudo que los vecinos de Burgos tengan sus motivos para la movilización pero nada, absolutamente nada, justifica que la oposición a unas obras decididas por el pleno de un Ayuntamiento acabe en vandalismo. Y lo peor de todo es que el alcalde, por la vía de los hechos, ha legitimado esta actitud.

Supongo que no tenía mucha más opción, porque la otra salida era llamar al ejército para defender a las brigadas de obras, pero ya me dirán ustedes qué clase de democracia es esta en que a bofetadas se pueden paralizar decisiones, aunque sean equivocadas. Si se hubieran encadenado a los árboles de la calle (es un decir, no sé si tienen árboles) o hubieran hecho una sentada silenciosa, o una huelga de hambre, yo no estaría escribiendo esto… pero no puedo aceptar el vandalismo como una forma legítima de presión a una administración.

Es un camino peligroso que se ha iniciado en Burgos, y los ánimos están bastante caldeados en temas mucho más importantes que ese así que a ver cómo acaba esto.

miércoles, 15 de enero de 2014

Lo importante no es la rampa

Los reyes magos, muy atentos ellos, me dejaron un calendario de Mafalda la noche del pasado día 5 de enero. Es una forma agradable de empezar el día pasar una página y ver una tira de Quino, que aunque a estas alturas ya me conozco de memoria, me siguen pareciendo entretenidas.


Hoy toca una en la que Mafalda y Susanita ven un mendigo y ambas dicen que les da pena ver gente pobre por la calle. “¡Habría que dar techo, trabajo, protección y bienestar a los pobres!” dice Mafalda, a lo que Susanita contesta: “¿Para qué tanto? Bastaría con esconderlos”.

Pues con la infanta pasa lo mismo. Ahora el gran debate no es lo que va a decir en el juzgado, o qué repercusiones puede tener para la monarquía que Cristina de Borbón haya usado, presuntamente, malas artes para enriquecerse (aún más) a costa del erario público mediante fraudes de todo tipo… no, el debate es si va a entrar en el juzgado andando o en coche, si por la rampa o por el garaje…

Luego nos quejamos pero a veces este país tiene lo que se merece. Si la gran inquietud de la Casa Real y del Gobierno es la foto, es que algo falla. Y falla porque esa foto es la del triunfo del Estado de Derecho, en el que nadie, por muy infanta que sea, puede librarse del largo brazo de la ley. Al menos yo lo veo así.

En España estamos pagando muy caro un largo periodo de tiempo en que el pelotazo era la forma de vida habitual, casi a cualquier escala. Ya lo he dicho muchas veces, pero lo repito una más: cuando escucho que “los políticos son todos unos corruptos” no puedo evitar pensar que hay dos mentiras en esa frase: la primera es el “todos”, ya que alguno honrado hay, y la segunda es esa sensación que se quiere transmitir de que la política es mala por naturaleza y que el resto de los sectores son unos benditos. Va a ser que no. Ya estamos viendo que la corrupción afecta e infecta todos los estratos, profesiones, sectores y niveles. Es una cuestión social. Ojalá fuera sectorial, que sería más fácil luchar contra ella.

Un país donde la pregunta económica más habitual es “¿Con IVA o sin IVA?” no puede tener menos que unos representantes, Casa Real incluida, que reflejen esa sociedad. Donde esperamos pacientemente en la cola del médico de cabecera a que acabe de atender al “visitador médico” sin decir ni pío, donde vemos con normalidad que el hijo de un concejal sea contratado por una empresa a su vez contratada por dicho concejal, donde ser un ladrón de lo público se ve casi con simpatía… ¿qué nos podemos esperar?

Personalmente me importa poco si la infanta es culpable o inocente. Preferiría que fuera inocente por su bien y el de una institución que, aunque cada vez menos, me sigue atrayendo, pero si es culpable no veo ningún drama en que la condenen. Como a todo el mundo… bueno, menos a su padre, que no se le puede tocar ni siquiera desde un juzgado. El sistema constitucional español es tan perfecto.

martes, 14 de enero de 2014

Tradicionalismo intermitente

No encontrarán mayor defensor de Lugo y del casco histórico que yo mismo. Dicho así suena muy radical pero es cierto, de veras. Sin embargo hay que matizar ciertas cosas, como por ejemplo qué es lo que se entiende como “proteger” el centro de Lugo. 

Para unos, entre los que me incluyo, se trata de buscar un futuro para el barrio de los barrios, la zona que todo lucense considera como propia aunque resida en cualquier otro punto de la ciudad. Uno puede ser de Garabolos, Fonte dos Ranchos o Aceña de Olga pero cuando vienen visitas lo que le enseña es la Muralla, la Catedral, y se da una vuelta por la calle de la Cruz y la Ruanova para tomar los vinos. Como es lógico.

Pero para unos es poner una serie de normas y cortapisas a todo cuando movimiento haya que no esté controlado por la sacrosanta administración: fachadas, toldos, sillas, mesas, carteles, anuncios, luces… mientras las propias entidades públicas se pasan por el forro sus propias normas porque, como dijo el gobierno en un pleno “no nos vamos a multar a nosotros mismos”. Curiosa teoría sobre la aplicación de las normas en pie de igualdad.

Sin embargo, incluso lo más intervencionistas de los intervencionistas, los más homogeneizadores entre los homogeneizadores, dejan colar algún gol siempre que venga firmado por un arquitecto o que suponga unos dividendos urbanísticos vaya usted a saber para quién. Es el caso del famoso edificio del fondo de la plaza de España, y no me refiero al de Caixa Galicia (para mí siempre tendrá ese nombre, qué quieren que les diga) sino al que está al otro lado de la rampa, donde antes había un relojero en el bajo. Ese edificio era una pequeña construcción de bajo y dos plantas que por arte de birlibirloque ahora tiene cuatro más bajocubierta. O tres más bajocubierta que parecen cuatro por la forma de poner los cristales, no lo tengo claro.

Pero ya no se trata de cuántas plantas tiene, que también, sino de la pinta que tienen. Vamos a ver, señores míos, no dejan ustedes poner un cartel que no tenga las medidas, colores, olores y sabores que a ustedes les da la gana, no permiten que las fachadas tengan ningún elemento que no sea “tradicional” y me plantan en el puñetero centro un edificio de cristales ahumados encima de uno de piedra de cantería.

“Es que es moderno”, me dirán, “y sigue las tendencias constructivas de hoy en día”. Vale, fantástico, pero entonces me gustaría que me explicara por qué permiten eso pero no dejan poner las puertas de madera en el casco histórico, que por si ustedes no lo recuerdan, están prohibidas por nuestro excelentísimo ayuntamiento. Al igual que los paraguas y toldos que no sean de un color crema del gusto del señor Alcalde, o las mesas y sillas que no se adapten al modelo que le sale de las narices a nuestro primer edil. Así, con democracia.

Habrá que preguntar a los promotores de tamaño desatino urbanístico cómo han conseguido convencer a Orozco y sus muchachos de que eso encaja en el casco histórico y apliquen esa especie de "tradicionalismo intermitente". A lo mejor era en tiempos de Liñares y Besteiro nos podemos enterar cuando se levante el secreto del sumario del Pokemon, vaya usted a saber…

viernes, 10 de enero de 2014

En tiempo de prodigios

Lo bueno de los libros es que no suelen tener fecha de caducidad, y que los hay para todos los gustos. Siempre me sorprende cuando hablas con alguien y le cuentas que no sabes qué regalar a una persona a la que conoces poco y te dice “cualquier cosa… un libro…”. ¡Un libro! ¡A alguien que conoces poco! Y a mí que me parece uno de los regalos más difíciles que hay, de los más personales.

En la noche de reyes Sus Majestades tuvieron el detalle de traer a mi madre, a petición mía, el libro de Marta Rivera de la Cruz “En tiempo de prodigios” (Planeta, 2006). Fue, como seguro que saben, finalista del Premio Planeta 2006. Han pasado ocho años y sigue igual de bueno que en su primera edición.

Es un libro difícil de clasificar. Aunque a primera vista es una novela, en realidad supone mucho más si lo lees en el momento adecuado. He de reconocer que me esperaba otra cosa, porque los Planeta y yo nunca hemos hecho buenas migas desde los tiempos de Vallejo-Nágera (el padre, el psiquiatra, no el hijo que sale en Sálvame), que ese sí me gustaba mucho, pero gracias a Marta me he reconciliado con ese premio.

Marta Rivera. Foto de El Mundo
Como les decía, parece una novela, pero a mí me resultó más un tratamiento de autoayuda de esos que están tan de moda. No les quiero destripar el tema, pero hay dos historias entremezcladas: una sobre nazis en España y otra sobre la superación de la muerte de un ser querido. Aunque la disculpa narrativa de la novela entiendo que es la primera, me pareció mucho más relevante, más profunda y más conmovedora la segunda.

En resumen, un libro muy recomendable. Yo lo leí por ser su autora de Lugo y de una familia amiga, pero francamente merece ser leído por sí mismo, sin andar buscando referencias a nuestra ciudad que son anecdóticas y que, si bien reconozco que hace “ilu”, son un mero marco ocasional para una narración digna de figurar en cualquier biblioteca.

Me parece que voy a ir comprando las demás novelas de Marta y ya les iré contando.

jueves, 9 de enero de 2014

La medida del éxito de una cabalgata

Luis Álvarez (a la izquierda)
Que dice don Luis Álvarez que la cabalgata fue un éxito porque por lo menos no mataron a nadie. Curiosa forma de valorarla, la verdad, aunque muy útil desde el punto de vista del Gobierno. Se puede aplicar a cualquier asunto: las 9 roturas de tubería de Montero Ríos en una semana no son graves porque no ha muerto nadie; la obra presuntamente fraudulenta del Garañón no es grave porque no ha muerto nadie; el despilfarro de dinero público en una cafetería en el parque o en un centro de energías renovables que no ha funcionado jamás no es grave porque no ha muerto nadie… como soniquete no me digan que no es incontestable.

Se escuda el señor Álvarez en incidentes que han ocurrido en otras localidades. Por lo visto el coche de un rey Mago en Alicante se quedó sin frenos (aunque la cabalgata debió ser un éxito porque no murió nadie) y en nosedonde a Dumbo le tuvieron que cortar las orejas porque no cabía por la calle. Ahí el éxito es parcial por la mutilación del pobre elefantito, aunque tampoco ha muerto nadie.

La Cabalgata del 2010 (por eso luce tanto)
También afirma el portavoz del gobierno que el malestar transmitido en las redes es cosa de los “poliempleados tuiteros del PP”. Es lo malo de algunos cargos, que te obligan a decir cada cosa… Para empezar te obligan a usar términos como “poliempleados”, en lugar del correcto “pluriempleados”, a menos que sea un guiño a sus múltiples problemas con la policía local y sugiera así, sutilmente, que son los propios agentes los que tiran de móvil. Y encima también hacen que acuses a personas que no sólo no tienen nada que ver con el PP sino que son manifiestamente contrarios a ese partido, de conchabeo con los populares, que maldita la gracia que les hará.

Al menos yo me he librado, porque un blog no está en Twitter y el Facebook no lo ha mencionado, con lo que imagino que no me mete en el mismo saco. Por otra parte, por desgracia para mí, nadie me paga por escribir este blog, lo cual tiene su ventaja que es la de la independencia.

De todas formas lo de Luis Álvarez es de coña. A ver, entiendo que un portavoz de un partido ha de hacer sangre cuando pueda en el rival, aunque cuando rozas el ridículo deberías plantearse si no será contraproducente lo que vas a decir. Primero soltó lo de que el PP no tiene capitán y ahora parece que quiere transmitir que es una organización engrasada hasta la perfección y que a un toque de corneta es capaz de revolucionar el Twitter en cuestión de minutos. O lo uno o lo otro señor mío.

En fin, lo dejo ya que a lo mejor hoy sale diciendo “¡y del Facebook, que se me había olvidado!” y tampoco es cuestión de que todo un señor portavoz municipal del gobierno local haga más el ridículo. Al menos no ha matado a nadie, así que es un éxito de portavoz.

miércoles, 8 de enero de 2014

Parece que va a llover...

Que en Lugo llueve lo sabemos todos, bueno, todos salvo nuestro excelentísimo Ayuntamiento de Lugo, vistos los problemas que tienen nuestras canalizaciones en zonas como Fontiñas o Montero Ríos. Para mayor fantasía hay para todos los gustos: ora falta de presión, ora cortes de agua… ora desbordamiento de alcantarillas ora de sumideros.

Fontiñas inundado. Foto de La Voz de Galicia
Hay un viejo principio que dice que para que cuando llueve no haya charcos, cuando no llueve ha de haber escobas. No rima ni es una cosa popular, pero es cierto. Si cuando está todo sequito te molestas en limpiar los sumideros, alcantarillados, canalizaciones y demás te garantizas que el agua discurra por donde ha de discurrir, si el sistema está bien diseñado.

Otro tema es el de las canalizaciones de agua potable, que en algún caso tienen una antigüedad excesiva, como pasa en Montero Ríos, y se rompen cada dos días. Una amiga que vive en esa calle me contaba que durante las fiestas tuvieron cortada el agua varios días de la misma semana y, claro está, sin previo aviso. ¿Se imaginan lo que es estar una semana lavándose por parroquias con agua calentada de la que guardaste en la bañera? Y eso si eres previsor, que si confías en el buen hacer de nuestros dirigentes ni siquiera eso, te quedas sin agua y más te vale ser socio del Fluvial o de un gimnasio donde poder ducharte… una semana…

Una vez más el tan cacareado superávit está empezando a parecer el resultado de no gastar el dinero donde se debería. Siempre sobrará dinero si uno se ahorra las obras necesarias, como las que hablamos de limpieza, mantenimiento y sustitución de viejas canalizaciones que dan problemas (por cierto, alguien debería explicar por qué alcantarillas romanas siguen funcionando y otras de hace 30 años dan la lata).

Con mi habitual sentido del deber cívico les voy a hacer una propuesta… ¿Qué les parece si en vez de volver a estropear una calle como San Marcos o el Cantiño, o en lugar de volver a levantar por enésima vez la calle de la Reina o la Plaza de España, se gastan ese dinero en revisar nuestras principales conducciones públicas? Más que nada por aquello de que la ciudadanía tenga agua en casa, que viene siendo algo ventajoso para la vida moderna desde el siglo XVIII.

Por último no puedo evitar una reflexión. ¿No será que están esperando a cargar el muerto a la posible aunque no probable empresa mixta del agua? Quizás este tipo de cosas debería advertir a los posibles inversores de dónde se están metiendo, y en ese caso nos hace falta una entidad fuerte que haga frente a los muchos, muchísimos problemas que tiene nuestra red de agua potable. No sea que nos vengan luego con “encarecimientos imprevistos” como lo del Canal de Panamá y la liemos, que con el Garañón ya estamos servidos de sorpresas… bueno, quien dice sorpresas…

martes, 7 de enero de 2014

Monarquía politica en cabalgata

Si la Monarquía tiene un problema suele ser el de la legitimidad. Aunque un tipo como el Rey don Juan Carlos nos parezca majete y lo queramos coronar como “primus inter pares”, parece que esto no debería cubrir a su descendencia por los siglos de los siglos, amén.

Pero por suerte tenemos la solución, que aporta desinteresadamente nuestro bienamado alcalde de Lugo y su inteligentísima Corporación: la figura del rey político, el rey electo, el rey que hace campaña. Y si son tres ya ni les cuento.

Este año hemos tenido la experiencia piloto. Los reyes magos de la cabalgata se dirigieron a los niños que, ilusionados, esperaban las palabras de sus majestades, supongo que sobre la esperanza, el amor, la familia, el futuro… y se encontraron con una diatraba sobre el museo de la romanización, los "orzamentos" (los niños se arrepintieron de no pedir un diccionario de gallego para esa noche) y lo bueno que es el alcalde. Sin ruborizarse. Bueno, en el caso de Baltasar quizás sí, pero como era un señor caucásico tiznado de betún como en la época de María Castaña, no se notaba el rubor. Y no tenían la disculpa de que fuera un concejal, como en Madrid que es lo que llevan haciendo toda la vida, así que anda que no hay en Lugo negros que podrían hacer el papel sin dar el cante. De hecho recuerdo que en tiempos lo tradicional en nuestra ciudad es que "el negro del Breogán" fuera Baltasar. Eran otros tiempos.

La cabalgata también sirvió para grandes acciones como promocionar la cotización de la empresa Eon y el viaje en autobús. Digo yo que esto último sería el objeto de que en medio de la cabalgata hubiera un autobús, como el año pasado, que nadie tiene muy claro qué pintaba allí.

Por si todo esto fuera poco, hubo un guiño a lo políticamente correcto: como el año pasado hubo un accidente no sé dónde porque un niño se metió bajo una carroza y el pobre fue atropellado, pues este año se suprime lo de que los reyes lancen caramelos y se ponen a los pajes con carritos de supermercado repartiéndolos por ahí. El mayor homenaje a la cutrez que se pueda esperar.

Vamos, que en vez de la cabalgata del 2014 de una capital de provincia pareció una de los años 70 en un pueblito sin grandes pretensiones y de presupuesto muy ajustado.

Hay mucha gente en Lugo que podría ayudar a organizar una cabalgata como dios manda sin que costara un ojo de la cara (hablaban ayer de 30.000 euros), pero no sea que resten protagonismo a nuestros líderes. Pues hala, el año que viene medio Lugo a ver la cabalgata a Monforte, que encima allí toca la lotería.

viernes, 3 de enero de 2014

Oh, capitán, mi capitán

Que dice el concejal Luis Álvarez, del PSOE, que el problema del PP es que no tienen un capitán como ellos, que se preocupe de los suyos. Hace estas declaraciones para intentar meter el dedo en la llaga del desencuentro entre Quique Rozas y sus compañeros de grupo. Porque no se engañen, no hay un problema entre Quique y Jaime Castiñeira, lo hay entre Quique y los 11 concejales restantes de su grupo.

Y mientras don Luis intenta hacer un ejercicio de demagogia de la que devalúa el concepto de Política. Con varios compañeros de su propio partido en el punto de mira, con exconcejales entrando y saliendo de prisión por casos de corrupción generados bajo el amparo del “capitán”, con el propio Orozco puesto en tela de juicio por los magistrados lucenses… hacer una comparación aprovechando un rifirrafe interno del adversario es como mínimo peligroso. Porque sólo le ha faltado decir que Orozco es el “capo” de un grupo que sí ha demostrado ser una piña para lo que les ha interesado.

Se olvida Álvarez de que de su “piña” se han caído varios piñones. Las dimisiones y ceses que ha habido en los últimos tiempos, siendo la más destacada la de Lino, el concejal de medioambiente que caía bien a casi todo el mundo, seguida por Fraga, quien se marchó porque no le dejaron hacer su trabajo. Parece que el “capi/capo” no se preocupó demasiado de que estas personas se quedaran en el equipo, con lo que no sé hasta qué punto tiene mucha lógica que ahora nos vengan a vender esa supuesta imagen de unidad y compañerismo.

Supongo que se refiere a que los compañeros se reunieron un 31 de diciembre de 2005, sábado, con el ayuntamiento cerrado, para firmar el convenio que no sólo avaló sino que garantizó la construcción del espanto del Garañón. Ahí sí que fueron todos los firmantes de la mano, incluyendo a nuestro flamante Presidente de la Diputación y previsible candidato a la Xunta de Galicia, y luego se marcharían a comer una buena mariscada, imagino, para celebrar su gran acción en favor, quizás no de todo Lugo, pero sí de algunos de sus ciudadanos.

La Política es otra cosa. Eso de salir a hacer declaraciones sobre las goteras de los demás cuando en casa está cayéndose el tejado es como mínimo irónico. Si al menos el señor Álvarez hubiera salido a contarnos por qué se marcharon sus compañeros de equipo cuando pusieron tierra de por medio sería más creíble y podría colar una genuina preocupación por los miembros de la Corporación. Pero no es así.

Tengo la impresión de que este año 2014 va a ser movidito en lo que a trasiego judicial se refiere, con lo que en unos pocos meses quizás el señor Álvarez tenga que arrepentirse de haberse puesto bajo la sombra del “capi/capo” Orozco. Puede que los frutos que caigan no sean los que él se espera.