Ningún dispositivo funciona en el MIHL, que de interactivo no tiene nada de nada. |
En enero del 2013 escribí un artículo en que criticaba el
funcionamiento, muy deficiente en mi opinión, del entonces recién inaugurado
Museo Interactivo de Historia de Lugo. El tiempo sólo ha empeorado las cosas, y
de qué manera.
El jueves me acerqué por allí a dar una vuelta y el panorama no puede ser más desalentador para cualquiera que se deje engañar por la publicidad municipal y crea que va a ver algo que no sea un contenedor vacío.
Para recibirte, lo primero que te dicen los (eso sí, muy
amables) recepcionistas es que el Museo no es visitable en su inmensa mayoría.
Sólo se puede ver la planta principal, ya que el resto está cerrado a cal y
canto… en gran parte por goteras y amenazas de derrumbe (luego volvemos sobre
esto). La gran caja negra, la presunta joya de la corona, tiene una hermosa cinta
de cierre tras la que se ven pequeños cascotes desprendidos de, imagino, techo
o paredes.
Ninguna de las cacareadas aplicaciones interactivas funciona.
Ni la primera. Sólo hay unos mapas en 3d en color gris que no dicen
absolutamente nada, con las pantallas apagadas y sin ningún tipo de indicación
de qué demonios pasa, y esto ya viene de hace tiempo.
Las (bastantes) pantallas informativas están también apagadas
salvo una, que tiene de interactivo lo que yo de Obipo de Zamora ya que lo único
que hace es repetir una y otra vez un vídeo sobre la ciudad, que está muy bien,
pero como único soporte de un supuesto Museo Interactivo como que no.
El resto se reduce a salas vacías, una cafetería sin uso, una
gran sala de proyecciones en la que no funciona ningún proyector, y unos
espacios enormes sin uso porque no hay ninguna exposición temporal. Sólo hay
una, que por cierto está muy bien, sobre las excavaciones arqueológicas en Lugo
pero que de nuevo de interactivo no tiene nada, ya que son paneles de madera con
fotos y textos fijos.
Lo único que hay allí que merezca la pena son piezas
arqueológicas (pocas, la verdad) que o son cesiones de la Xunta de Galicia, el Museo Catedralicio, la
Universidad de Santiago… o reproducciones. Pocas piezas, mal explicadas y poco
destacadas, rematadas por un título de la Muralla como Patrimonio de la
Humanidad sobre una pila de periódicos envejecidos a los que ni siquiera se ha
tratado para que no parezca que uno está viendo un capítulo de The walking
dead.
Es imposible saber el coste final real del MIHL. Se han
reconocido “solamente” unos nueve millones de euros del 2012, que ya es dinero,
pero no tenemos ni idea de la factura final de esta pirámide absurda que estaba
abocada al fracaso desde el minuto cero, pero cuya nefasta gestión sólo aceleró
ese disparatado resultado.
Además de los daños causados a los lucenses por el despilfarro
de un dineral para no servir de nada actualmente, hay efectos secundarios.
La Asociación Gallega de Arte Corporal iba a hacer en el
MIHL un festival de tatuajes, y cuando fueron a ver los espacios se encontraron
con que no podían entrar por los riesgos de derrumbe. Tuvieron que cancelar el
evento, perdiendo un montón de dinero por billetes de avión de invitados y, por
si esto fuera poco, habían reservado el Gustavo Freire y no les devuelven las
tasas porque “avisaron con poco tiempo”… a pesar de que el evento se suspendió
por culpa del Ayuntamiento.
Sería cómico si no fuera trágico.