Foto de la calle Bolaño Rivadeneyra ayer día 14 de mayo a las 18:03. O mucho trabajaron esta noche, o me da que hoy día 15 no va a estar esto listo... |
Cuando creíamos que no se podía hacer más el ganso tras la presentación de la flamante pasarela de acceso al Miño, una bobada que costó un dineral y que no utilizó nadie más que el pobre Jorge Bustos, que se vio en el papelón de marcarse un Palomares a la lucense, nos vienen con la inauguración de la obra de Montevideo… a la que le falta todavía un buen pedazo.
Hoy hace doce años que se nos fue mi abuela Emilia, quien para trayectos largos se desplazaba en una silla de ruedas que empujábamos con orgullo. Si todavía estuviera con nosotros nos veríamos en un aprieto para llevarla a la “inauguración” porque en un tramo hay que superar unas pasarelas de obra de difícil accesibilidad.
Decir que la obra está terminada es, a la vista de lo que falta, no sólo una tomadura de pelo sino un insulto a la inteligencia de los lucenses. Con máquinas de obra en medio, una zanja de varios metros, torres de losas por colocar, ruidos de cortes de piedras y demás molestias que, como es lógico, causan las obras, no se puede dar por finalizada una obra salvo que se trate de un arranque de cabezonería que, francamente, no me esperaba del nuevo alcalde.
Por supuesto no han invitado a Lugo Monumental a la “inauguración”. Ignoro si han cursado pases a entidades más dóciles, porque no ha trascendido, pero tampoco me extrañaría. Federaciones y organizaciones apesebradas por las subvenciones no tienen más remedio que ser cómplices de estas cosas y aplaudir con las orejas sin que se les note mucho que se ponen colorados, suponiendo, que es mucho suponer, que todavía tengan algo de vergüenza.
¿A qué viene lo de “poner a disposición de los vecinos” esta obra en el día de hoy? Pues a que el alcalde aseguró que el plazo “definitivo” de la obra terminaba hoy día 15 y se ve que aplica el principio de no permitir que la realidad estropee un buen discurso. Insisto, no me lo esperaba de él. No sé qué tiene ese cargo que todos entran con buenas intenciones y grandes palabras, pero se les tuercen en un nada.
Reconocer que se habían equivocado otra vez con los plazos, y dar una 6ª o 7ª prórroga (ya he perdido la cuenta) se ve que les parecía ridículo, pero francamente, optar por inaugurar la calle estando como está es incluso peor. Lo otro ya es uso y costumbre, aunque es cierto que lo de inaugurar cosas absurdas también se está haciendo un sello de la casa.
En fin, veremos mañana en la prensa fotos con ángulos en escorzo para que no se aprecien las máquinas, los obreros y las nubes de polvo entre autoridades sonrientes que nos digan que la obra está “terminada… salvo por un pequeño tramo”.
Deberían hacerle caso a Tarradellas.
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